Como te había prometido.
Había pasado una semana desde lo sucedido, he visto tú preocupación hacia a mi al no contestar tus mensajes, lo sé porque venias todos los días a golpear la puerta de mi departamento y a parte cantabas borracho afuera de mi hogar haciendo que mis vecinos llamaran a la policía.
Un día como tanto a lo que he estado acostumbrada hace seis días, te abrí la puerta. Tú rostro se notaba demacrado, con ojeras en tus bellos ojos que habían perdido su brillo, tu piel había dejado de tener el color vivo para mostrarse a un color más pálido.
No voy a emitir la pregunta hacia tu mejor amiga, porque ahora es nuestro momento.
Esa noche habíamos hecho el amor. Tus susurro hacían derretir mi hielo hacia ti con cada disculpa de tú actitud hacia mí, te maldecías a cada segundo por haberme sacado así de tu casa y por cerrarme la puerta en la cara.
Por primera vez sentí tus lágrimas caer por mi mejilla en nuestro acto de amor.
Estabas llorando, esta fue la primera vez en años de relación te había sentido y visto de esa manera, tan frágil.
ㅡPerdóname, Heyol. Te amo demasiado. Me siento como un tarado sin pocos huevos por haberte tratado así en mi casa. Te adoro y amo demasiado, preciosa.
Susurrabas afligido. Mi corazón bombeaba con rapidez al igual que el tuyo, ya que también lo pude sentir como golpeaba con fuerza sobre mi pecho. Sollozando bese tus mejillas y susurre un "Te amo" sobre tus labios.
Parecía que las cosas hubieran vuelto a su lugar y que nunca había aparecido ella.
Me gustó, porque en nuestra noche especial nunca la nombraste.
Abrace tu gran y musculosa espalda con todas las ganas de mundo y no me importo el echo de que estuviéramos sudados, no te quería apartar de mi. Quería tú presencia en mi, tu esencia combinada con la mía.
Lo más importante.
Quería tú calidez junto a mi.
ㅡTe amo Jungkook, nunca más lo vuelvas hacer, mi corazón también sufre a tu indiferencia.
Te respondí abrazándote más suerte, escondiendo mi rostro en su sudoroso cuello.
Estaba feliz, demasiado feliz que estuvieras conmigo. Tu respiración era agitada, caliente para mi oído. Pero no pase de alto que también estabas llorando aún apesar que te había perdonado.
ㅡYo también te amo, Heyol.
Dijiste último dándome un beso en los labios. Con la poca luz que entraba en la habitación pude distinguir tus lágrimas por tus mejillas. Mi corazón se comprimido a verte fragil, haciéndo que mi pecho doliera al contener el grito para llorar, que no eran de tristeza. Eran de felicidad.
Esa noche había sido tan intima y especial para nosotros. Habíamos olvidado los sucesos de las semanas pasadas.
Pero como siempre, nada puede durar para siempre.