Las palabras animadas de mi hermano llenaban los desiertos pasillos acompañados de nuestros lentos pasos.
Ibamos camino hacia la enfermeria de la academia para poder tratar las heridas abiertas de mis manos y el posible hueso roto en mi muñeca, pero nuestros pasos fueron acompañados por unos muchos más rapidos y fuertes que inmediatamente hicieron estremecer mi cuerpo y detenerme completamente.
Mi respiración se atasco en mi garganta y las ganas de escapar recorrieron todo mi cuerpo. No queria enfrentarme a mi maestra en este momento aun cuando sabia que si lo retrasaba seria peor.
Pero por los dioses, ahora estaba saboreando el exito, no necesitaba una reprimenda.
Respire profundamente y sin pensar demasiado incline mi torso para mostrarle respecto y además que no me pateara por mi imprudencia.
—¿Tu indisciplina es lo que hace que me meta en problemas? —se paro al frente de mi y tomo mi rostro para que la mirara a los ojos—. Los entrenamientos no sirven de nada sino los llevas a cabo en tus batallas, ¿que crees que le dire a mi superior sobre esto? ¿Que solo fue un pequeño incidente donde se te fue la mano? El objetivo era dejarlo inconsciente pero aun así lo seguiste golpeando.
—Lo siento, perdí el control.
—Un lo siento no servira conmigo, te quiero en mi casa después de que vayas a la enfermería y trates con eso y eso. —Señalo mis heridas y después a mi hermano—. Si se sigue metiendo en problemas con los superiores no dudaré en patearle el trasero yo misma.
Y así cómo llego, se fue.
Fruncí el ceño y voltee a mirar a mi hermano quien solo me sonrió con las manos en alto.
—¿Qué hiciste? —gruñí—. Ned, ¿no me digas que volviste a pelearte con los de tercer año?
Me miró y bajo la mirada sin quitar la sonrisa de su rostro.
—Se lo buscaron, nadie puede hablar de mi hermana de la manera en que ellos lo hacian.
Negué y con mi mano buena y con toda la fuerza que podía lo golpee en el estomago. Al instante ahogó un gemido en sus labios y colocando su brazo en mi hombro se retorció y se quejó en silencio.
—No necesito que me defiendas, te dije que no te metieras en problemas.
—Pero hermana...
Moví el hombro con fuerza para zafarmelo y seguí mi camino sin prestarle atención.
Por alguna razón odiaba que se metiera en problemas a mi causa, no deseaba que buscara nuevas maneras de ser molestado por otros, mucho menos que lo hiciera solo por mi, ya suficiente tenia en mi conciencia que yo era un caso que siempre se metiía en problemas aun sin buscarlos.
Un pequeño cosquilleo viajo de mi mano a mi pecho y me detuve un segundo, mientras miraba una puerta a mi lado.
Ultimamente me llegaban esas sensaciones, eran muy molestas y otras muchas veces hasta dolorosas, quería pensar que solo era algo sin importancia, no tenía cabeza para que fuera algo mucho peor. Aun cuando hace poco descubrí quién fue la causa, y aun ahora no entiendo de que trataba.
—¡Hermana...!
Me sobresalte y por un segundo me pregunte por que me había detenido, al escuchar los pasos de Ned ya a mi lado solo ignoré la puerta que miraba y seguí mi camino hacía mi destino.
Después de lo que pensé que era fue una eternidad, llegamos a la enfermería.
Al solo abrir la puerta me encontre con la encontadora Guardiana Gikele de Cilly, una gran sanadora, pero con una abersión hacía los Eing que te hacía dudar de su personalidad.
Era una persona muy gentil, su aura y su encanto al hablar casi parecían dejarte imnotizados, era muy reconocida en la ciudad y era totalmente imposible que nadie supiera quien era.
Conocida por los Right como "Manos Celestiales", lograba curar cualquier herida hecha por cualquier tipo de arma y sabía curar todo tipo de enfermedades existentes, o al menos eso era lo que contaban las personas, incluso mi familia; pero había un problema y parecé que era una de las cosas por las que me odiaba, no podía sanar a un Eing, aunque muchos especulaban que debido al odio que nos tenía era la razón por la que no curaba a nadie de nuestra especie, así que por esta razón se le fue conociendo -al menos por los Eing- como "Quebradora de Almas", por que en vez de sanarnos, nos asesinaba.
Yo no le tenía ningún tipo de rencor, al contrario, la admiraba demasiado, no podía ser de mente cerrada como los demás, nuestra especie no tenía ninguna salvación, enfermebamos con facilidad, nuestras heridas sanaban muy lentamente y por si no fuera ya demasiado, eramos conocidos por nuestra mala suerte.
Suspiré al percatarme de la presencía de personas indeseadas y volteea ver a mi hermano.
—Esperame afuera y recoge mis cosas en la torre, iré a casa.
—¡¿En serió?! —su mirada se iluminó— ¡mamá se va a alegrar!
Asentí sin decirle nada más y reconocí que era una mala hija. Tenía mucho tiempo desde que me ausente de mi hogar.
—Te espero, voy rapido.
Lo vi perderse por el siguiente pasillo y cerré la puerta tras de mi, sintiendo escalofrios de solo pensar en estar sola en ese lugar, pero no necesitaba que mi hermano se metiera en problemas ahora.
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Editado: 30.07.2023