Yamil colgó el teléfono furioso, no eran para nada alentadoras las noticias del reino y su plan debía resultar o sería una desgracia.
Damian lo observaba desde la puerta del despacho conocía demasiado bien a su amigo y no hacía falta que le dijese que ese nerviosismo tenía un nombre.
_ ¿Me lo vas a decir?-La voz de su amigo lo sorprendió, lo invitó a pasar mientras servía unos vasos con whisky. Se sentaron y por unos minutos Yamil permaneció en silencio.
Damian bebía mirándolo fijamente sabía que era el momento de saber.
_Hay un grupo de elite trabajando en el reino, esta noche será el momento decisivo, deberán rescatar a Yamileth de las garras de los Sumaryth, su rey Darkar planean matarla y mostrar este hecho aberrante como superioridad sobre los beduinos. Pero si algo sale mal, no tendrá escapatoria...debe ser esta noche en que los Sumaryth festejan la redención de los pueblos....
Damian jugueteo con su vaso de Whisky y lo miró sin decir nada.
_No podía decírtelo antes, te conozco y sé que hubieras hecho hasta lo imposible por ir tú a rescatarla...
_Tú que puedes saber Yamil, tú no has pasado por lo que pase-dijo en un solo grito y arrojando su vaso contra la pared.
_Cálmate Damián! dijo sujetándolo por los brazos -¡Te das cuenta como reaccionas!, cálmate o echarás todo a perder.
Damián se sentó colocando su rostro entre las manos lloro, lloró con todo un pasado y con todo el presente en su alma.
_Confía amigo es todo o que puedo pedirte, si todo sale bien, en dos días volverás a ver a Yamileth...
Damián levantó lentamente su rostro no sabía que le daba más temor, el hecho de que ella pudiera morir o verla nuevamente...
Cual sería el motivo por el que Damian tenía su semblante opaco y triste. No había bajado a desayunar y la mayor parte del día la pasó encerrado en su habitación. Sherezade percibió el clima de preocupación se dedicó a tomar esa mañana para cabalgar con Zeus. Sinceramente no deseaba cruzarse con nadie, los ánimos no eran los ideales para disimular situaciones. El lugar era el de siempre, junto al arroyo de las grutas. Podía casi afirmarse que era mágico, el verde potente de la vegetación se entremezclaba con el inerte gris de las piedras que escondían pasadizos los cuales conocía demasiado bien. Era su lugar de pensamientos libres, así lo había llamado, era el sitio donde podía liberarse, hasta de sus ropas. Fue lo que hizo y se adentró en las aguas cristalinas del arroyo. La pequeña cascada que tenuemente se deslizaba entre las rocas le daba una paz particular al colocarse bajo sus aguas. Cerró los ojos, esos días Habían sido de mucho estrés. Sentía como si el aire se hubiese enrarecido, muchas miradas, pocas palabras, mucha gente que no deseaba ver y aquel ingrato de Bruno Marionni que había regresado simplemente para terminar de enloquecerla. Cómo podía entender aquel hombre, desde niños se había robado su atención y ella era débil frente a él. Pero ya estaba era demasiado ya no lo perdonaría más, muchos perdones para que la historia se repitiera una y otra vez. Tan ensimismada en sus pensamiento estaba que no se percató de los ojos que la miraban sin ningún pudor. Kalil había llegado mucho antes que ella buscando también esa paz que el lugar permitía. No se sorprendía ante una mujer desnuda, pues en su trabajo esto era algo común, pero aquella mujer era sublime...o solamente ella provocaba en él aquella sensación que jamás había experimentado. La contempló sin pecado y sin lujuria, por el contrario al mirarla le transmitía paz...Sherezade mergullo por unos momentos con total libertad. Kalil trato de ocultarse pues sabía que si ella lo veía la tercera guerra mundial estaba en puerta. Pero lamentablemente Zeus no le dio esa oportunidad. El caballo relincho al verlo y se paró sobre sus patas traseras. Sherezade como un rayo salió del agua y tomo su camisa para cubrirse mientras corría hacia donde estaba el animal. Kalil ya se veía bajo las patas de Zeus, pero la muchacha llego a tiempo. Esa imagen entre salvaje y sensual de sus cabellos húmedos, los ojos rabiosos y las líneas de su cuerpo adheridas a las fibras de su camisa de lino. Kalil no pudo articular palabra.
_ ¿Qué demonios haces aquí? ¿Me estás espiando?-el tono de voz entre grave y chillona de rabia de Sherezade dejaron aún más atónito a Kalil.
Se levantó lentamente tratando de evitar que el animal se espantara nuevamente.
_Oye, veo mujeres desnudas todos los días, no me tomaría el trabajo de venir hasta aquí a ver tus huesitos.
Sherezade lo fulminó con su mirada.