-Siempre me he caracterizado por ser una chica tranquila, sin miedo a causar daño. Nunca me atrevería a lastimar a alguien de mi familia. Pero sabes.... En tu caso hay una excepción –dijo la muchacha de cabellos cobrizos mientras acechaba a sus víctimas como un buitre en busca de su presa-
-¿Porque lo harías? -responde el hombre confundido de lo que estaba pasando- Acaso no nos amas? Somos tu familia!
-Disculpa? –mira al hombre fijamente- Ustedes mi familia? Por favor! -se quejó con amargura-
Me quitaron lo más preciado en mi vida. Mi madre!
-Estás loca! Nosotros no estamos implicados en su muerte y lo sabes perfectamente. El juez dictamino que no habían evidencias, ni testigos, tu eres la culpable! Dejaste huir al asesino!-
-Tienes razon, aun asi existe una clave que me llevara al asesino. Ustedes...-
-No tienes argumentos, ni evidencias que lo comprueben! Si tan solo te hubiésemos ingresado en ese maldito internado todo fuera diferente. –dijo el hombre angustiado- Su vida corría peligro y nadie lo sacaría de esta prisión. El cavo su propia tumba junto a la de su familia.
-Si eso ocurría, ustedes estarían ahogándose en mi dinero. La fortuna de mi madre! –se quejó molesta- Sus ojos estaban en llamas, estaba cansada de todo esto, le aburría tanto interrogatorio por parte de sus víctimas ya quería llegar a la mejor parte. Entre sus dedos sujetaba un filoso cuchillo. Esto causaba más pavor en los presentes, una de sus víctimas estaba consciente, las demás estaban adormecidas con cloroformo, esta chica había ideado su plan a la perfección, deshaciéndose de toda persona que habitaba en esta casa, terminando en un fatídico final, la muerte.
La noche se tornó más oscura y sombría de lo normal, la atmósfera se volvió pesada, el invierno acechaba en cada esquina de este pueblo, en cualquier momento una tormenta se desataría. El susurrante cantar del viento hacía eco en toda la casa, los grandes ventanales crujían tras la imponente fuerza que la naturaleza ejercía, era fascinante.
El desagradable olor a cadáver se estaba haciendo presente, el fétido olor se expandía a través de la cocina hasta expandirse por toda la casa. Las bañeras estaban aglomeradas de cuerpos, el fluido carmesí decoraba la nueva fuente de la vivienda, era siniestro y perturbador. Lía había cometido un grave error. Asesino a personas inocentes, sin piedad, sin misericordia.
Se había convertido en un demonio, un ser sin rosto, su mirada taciturna demostraba frialdad y arrogancia, su fino vestido tupido de manchas rojas, su corazón con deseos de venganza, quería matar, cometer actos que ningún ser humano se atrevería, asesinar a su propia familia. Aunque muchos estuviesen en contra. Tachándola de loca y benévola, para ella estas palabras eran su mayor sustento. Ella quería ver el mundo arder, así como lo han hecho con miles de personas, convirtiendo su propia vida en un infierno, tratando de buscar venganza y que obtienen a cambio? Su propia muerte.
La luz de sus vidas, acabada por un jurado de jueces. Despreciándolos y juzgando cada defecto de su ser. Buscando razones, testigos y miles de excusas, a tal punto de acabarlos.
-Algún día los malos caerán y sin duda yo estaré incluida en esa lista-dijo la joven mientras jugaba con su cuchillo, su nuevo amigo.- Todos pagaran las consecuencias, sin importar el amor que me han dado. Todos morirán...-
...
-No cometas una locura! Por favor déjanos libres- exclamo el hombre clavando su mirada en los ojos de la chica- No le contaremos nada a la policía, nos esfumaremos de tu vida y haremos como que nada de esto paso. Deja a mi esposa e hija libres, te lo suplico... - Podrás gozar de tu herencia, sin interrupciones, piénsalo niña! Pero por favor no nos mates! No a nosotros! –grito indignado-
-Hace un momento estabas mofándote de mí miserable vida. Disfrutando de toda mi fortuna y ahora lloras estúpido? Ahora lo haces? Es muy tarde para arrepentirte... - añadió Lía-
-Mereces morir! –grito el hombre sin pensar la acción de sus palabras-
-Es lo que más quiero, arder en mi propio infierno- afirmo la joven-
- Las cámaras están grabando todo esto, todas las atrocidades que has cometido. Sabes la locura que estás haciendo? Lo pagaras muy caro niña, tu propia vida ya está condenada. Considérate muerta, te pudrirás en una mugrienta cárcel! –dijo el hombre atado a una silla-
-Lo sé...- responde la chica restándole importancia-Las cámaras son lo que menos me interesa, están grabando todo lo que ocurre en esta casa. Yo Captan cada uno de mis movimientos, encendi hasta las que no estaban permitidas.-
-Que paso con el guardia que las custodiaba? Lo vi hoy en la mañana? –pregunto el hombre confundido-
Había visto al hombre de seguridad muy temprano en la mañana, había salido a hacer unas compras a una gasolinera muy cercana, saludo al hombre como era de constumbre, se encerró en el pequeño cuarto de seguridad y no volvió a verlo durante toda su rutina. Esto le resultaba extraño, aun así le restó importancia, era uno más de sus bufones, lo que le ocurriera no era de su incumbencia. Sin embargo con la declaración de la chica su pulso se aceleró, sus manos sudaban provocándole un pequeño escalofrió, había asesinado a sangre fría a una persona inocente. Se imaginaba lo que haría con ellos, se mofaría de sus vidas y quien sabe cómo terminarían. Lo que surcaba por la mente de aquella joven era enfermo y siniestro. Nadie amaría a una mujer como ella, con tales antecedentes a pesar de su corta edad.