Shield Force

Capítulo 11: La Médica del equipo

En la espera de Ryoma y Kenzo, Teressa queda a cargo de la base, así como los dos jóvenes miembros del equipo.

Después de entrenarse en el gimnasio, donde practican crossfit y aprovechando que Willian y Sora están puliendo sus habilidades en el techo de la base que también es utilizado como centro de entrenamiento, Teressa recoge su botella de agua y bebe hasta el fondo, cubierta de sudor se seca con una pequeña toalla que sostiene en su otra mano.

Se recoge el cabello y camina hacia el vestidor para damas, donde se quita el pantalón y el top, mientras se dirige a las duchas improvisadas con objetos disponibles por parte del funcionario Watanabe. Algo es algo.

En la soledad de la ducha, escucha y siente cada gota que cae sobre su cuerpo y suavemente recorre con el jabón cada centímetro mientras que recuerda con nostalgia al equipo que habían formado ella, Kenzo y Ryoma de muy jóvenes.

A diferencia de los más jóvenes, ellos tres tienen recurrentes pensamientos de tristeza, nostalgia o simplemente deseo que las tragedias nunca hayan tenido que ocurrir, pero ocurrieron. Eso les recuerda a sus amigas de la infancia, que tras el fenómeno espacial pudieron manifestar las habilidades dignas de un miembro prometedor de la Shield Force pero que tras la tragedia que luego derivaría en la ley que los puso en jaque por años, la vida de Teressa cambió para siempre.

Lejos de lo que los demás podrían pensar, al verla siempre atractiva, coqueta y predispuesta a darle una mano materna a los nuevos reclutas, ella no es alguien fácil de comprender y sus sentimientos difíciles de descifrar siendo Ryoma y Kenzo, los únicos que la entienden por ser sus amigos más cercanos y supervivientes del escuadrón:

 

-Nataly, Jean…ya pasaron muchos años de su partida…-se lamenta la hermosa mujer.

 

Luego de su ducha, Teressa regresa a la oficina donde sigue sus investigaciones donde observa restos de infectados evolucionados para encontrar maneras de venceros como el ronin samurai:

 

-Sigue siendo lo mismo de siempre. ¿Qué sentido tiene si no hay muestras que nos digan sobre la debilidad de estos evolucionados?

 

Willian se asoma al laboratorio con una caja llena de medicamentos que encontró con Kenzo durante la misión de búsqueda:

 

-Siento interrumpirte Teressa. Había olvidado entregarte esto.

-Déjalo junto a las herramientas de operaciones. -se levanta de la silla y camina hacia la caja y revisa que contiene. Dentro de la misma hay hierbas, sprays anestésicos, algunas vendas casi a terminar y alcohol en las mismas condiciones- No es mucho para el equipo, pero trajiste algo grandioso. ¿De dónde lo encontraste?

-Estaban a metros del cuerpo de la chica que encontramos junto a la fábrica.

-Entiendo. Pobre esa chica. ¿No saben que le ocurrió?

-No pero tan solo recordar lo que le ocurrió me enfría la sangre.

-Seguramente fue algo terrible. Ve a descansar o hacer deporte, no hay que hacer nada por aquí.

-Creo que iré a jugar baseball. -se retira del lugar.

 

Teressa vuelve a su investigación, pero a los pocos minutos de poner su atención sobre la muestra, un dolor muy intenso en su cabeza la obliga a cesar y regresar a su habitación. Pasa por donde los chicos practican deporte y con todo el peso del cuerpo cae al suelo, desmayándose en el proceso y golpeando levemente la cabeza contra la superficie fría.

Rápidamente Sora y Willian la socorren y llevan a su habitación. La colocan con cuidado en la cama y cubren la frente con un paño mojado al detectarle altas temperaturas. Sora es enviado por Willian para que busque analgésicos y medicamentos para bajar la fiebre mientras que el medio británico cambia velozmente el paño frio. Su temperatura es tan anormal que la fiebre sube hasta casi los 50 grados. A una persona ordinaria podría matarla solo de superar los 43 grados, pero en los humanos con habilidades, su capacidad es muy superior gracias a la energía viral, contribuyendo a una salud más duradera donde ninguna enfermedad o dolencia podría sofocarlos ya que el mismo virus neutraliza a otros invasores:

 

-W-Willian…-dice Teressa.

-¡S-Si!-responde el chico.

-Quítame la gabardina, el pantalón y camisa.

-¿Q-Que?-se exalta ruborizado.

-Solo…hazlo…-pide la mujer.

 

Con mucho cuidado Willian ayuda a Teressa a desvestirse, dejándola en ropa interior y el chico le recorre con el paño todo el cuerpo. Sora llega con los artículos médicos y tal cual Willian al verla semidesnuda, se pone colorado:

 

-¿¡Q-Que está pasando!?

-¡A mi no me mires maldito tonto!

-¡Ya dejen de gritar que me duele la cabeza malditos mocosos!-se molesta Teressa.

 

Después de un rato largo, la temperatura de Teressa baja y cierra sus ojos para descansar. Entre sueños murmura dos nombres desconocidos por los chicos, pero esto hace que la doc derrame una lagrima en su ojo derecho:




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