Shingen Takeda

DRAMATIC ROUTE - CAPITULO 12 (1-5)

Shingen- No creería en este plan si viniera de alguien más que no seas tú. Me rindo, MC.

Había una luz fuerte, una chispa candente, como una estrella, en los ojos de Shingen. Me envolvió en sus brazos y me abrazó fuerte.

Shingen- Te prometo que viviré.

Susurré su nombre, escuchando el sonido sobre la lluvia. Y lo abracé, envolviéndolo en mis brazos alrededor de su espalda.

(Juro que no te perderé aquí.)

Shingen- Gracias, MC.

MC- No, gracias, Shingen. Gracias por preocuparte por mí. Por elegir vivir.

Mientras me acariciaba suavemente la espalda, sentí que gotitas calientes empezaban a salir de mis ojos. No lloraré hasta que lo vea de nuevo, pero puede que tenga que llorar sólo esta vez. Las lágrimas llegaron, y enterré mi cabeza en el pecho de Shingen para esconderlas. Pero Shingen levantó mi mentón y miró mis ojos borrosos y llorosos.

Shingen- Te he hecho llorar de nuevo.

MC- Sólo por esta vez. Mantendré nuestra promesa.

Shingen- Eres demasiado buena. Si no estuviera enamorado de ti, me volvería a enamorar una y otra vez.

Sonreí a través de mis lágrimas. Instintivamente, me frote los ojos, pero Shingen me quitó las manos.

Shingen- Te enrojecerás los ojos. Permíteme.

Shingen rozó con sus labios cada párpado, besando cálidamente mis lágrimas. Luego besó las huellas que esas lágrimas habían dejado en mis mejillas. El calor de cada tierno beso parecía perdurar, pero me dejó deseando más.

MC- ¿Y mis labios, Shingen?

Shingen- Besaré esos también, tan pronto como me hayas mostrado que dejaste de llorar.

Shingen me sonrió dulcemente.

(Bueno, ¿cómo puedo seguir llorando después de eso?)

La última lágrima se encontró con los cálidos labios de Shingen.

Shingen- Te amo, MC. Ahora, un beso para sellar nuestra promesa.

MC- Sí. Yo también te amo.

Lentamente, se acercó a mí. Sus labios suaves como la seda envolvieron los míos. Jadeé contra su boca, era sólo un pequeño sonido de amor.

(Confío en Shingen. Sobrevivirá, y llegará a Honno-ji.)

Sabía que nuestros pensamientos se habían comunicado en ese beso mientras nos disolvíamos lentamente en uno.

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No mucho después, Sasuke nos encontró. Le conté sobre mi plan... Viajaría al futuro y haría los arreglos para que trataran a Shingen a su llegada. Sasuke accedió a ayudarme, aliviado de no tener que abandonar el caso de Shingen tampoco.

(Pero ahora tenemos que separarnos.)

Shingen montó su caballo, sus ojos se detuvieron sobre nosotros dos.

Shingen- Sasuke, sé que te encargarás de todo.

Sasuke- Lo haré, Lord Shingen. Aunque me arrepiento de abandonar la alianza en medio de la batalla.

Shingen- No te preocupes por eso. Sólo prométeme que protegerás a MC por mí.

(¡Oh, Shingen, ojalá pudiera dejarlo contigo para protegerte...!)

El rostro de Shingen era evidente en su preocupación por mí, y verlo causaba dolor en mi corazón.

Sasuke- Déjemelo a mí. Y manténgase a salvo, es decir, le deseo suerte en la batalla.

Shingen- Gracias, Sasuke. MC, te veré pronto.

MC- Yo también te veré. En sólo noventa días.

No necesitaba decirle a Shingen que se mantuviera a salvo. Para mí, nuestra promesa era más fuerte. En sus ojos, vi que sentía lo mismo.

Shingen- Me voy.

MC- Adiós por ahora, Shingen.

Levantó una mano en señal de despedida y cabalgó de vuelta a la lluvia. Lo observé hasta guardar el recuerdo en mi memoria.

(Hasta que te vea de nuevo.)

Sasuke- Nosotros también deberíamos irnos. A Honno-ji.

El aviso de Sasuke fue gentil, sensible.

MC- Sí, deberíamos. Gracias, Sasuke.

(Nada va a mejorar si no llegamos a salvo al futuro primero.)

Me subí a su caballo detrás de él, y comenzamos el largo viaje a Kyoto.

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Shingen volvió al campo de batalla, solo para enfrentarse a un muro de soldados enemigos.

Soldado enemigo- ¡Es Shingen Takeda! ¡Tomen su cabeza!

Shingen- Vamos, acabo de volver. ¿Tanto me extrañaron?

Cabalgando en la lucha, su espada derribó a los hombres a diestra y siniestra, la tez de Shingen perdió gradualmente todo color. Una docena de hombres aún le rodeaban, y Shingen soltó una risa sombría.

Soldado enemigo- ¡Atrápenlo!

Shingen- Está bien, pero están cometiendo un error.

Volviendo a blandir su gran espada, Shingen mató a dos hombres más.

Shingen- Yo nunca me rindo. Y le prometí a cierto ángel que nada me detendría.

Con cada gigantesca oscilación se rociaban gotas de lluvia, hombres y barro. Más de la mitad de sus enemigos yacían gimiendo e incapacitados, mientras que Shingen permanecía erguido sobre su caballo.

Soldado enemigo- ¡¿Qué es él?! ¿Algún tipo de monstruo?

Los pocos soldados que quedaban lucharon contra su miedo, queriendo huir; sus pies se inclinaron hacia atrás. Hasta que la lluvia, el frío y el esfuerzo finalmente afectaron a Shingen.

Shingen- ¡Nng! ¡No... ahora no...!

Sus pulmones rugían, su pecho estaba ardiendo. Los soldados enemigos vieron conmocionados cómo la violenta tos se lo llevaba. Shingen luchó para mantener su espada agarrada, solo para caer de su caballo, aterrizando con fuerza en el fangoso suelo.




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