Es un día nublado, no hay rastros de luz, el viento es frío y el pronóstico señala lluvia. No era un buen día para ir a la escuela, o por lo menos eso pienso yo, estaba desde hace 45 minutos sentada en mi cama con la mirada perdida en la vista que me da la ventana, no hay nadie despierto a esta hora, aparte de mí y, al parecer, Danil quién es el perro del vecino que no ha parado de ladrar a los rayos del cielo.
Miro el reloj de nuevo, 7:30 am, tengo media hora para estar lista y llegar a la preparatoria, no estoy apurada, para nada, la primera clase es una porquería, el profesor es un inútil, sin embargo, mis padres no me dejarían faltar por nada del mundo. ¿El colegio de paga es increíble? No, o por lo menos no el mío, es demasiado estricto, los maestros siempre tienen defectos, las clases son irregulares y mi área de estudio es extraña. Lo único que quiero es que se termine el año, quiero graduarme y entrar a la universidad. Lo único que me gusta de la escuela es el uniforme, es bonito y combinable.
–Eider ¿estás lista? – preguntó mi madre desde la cocina, yo venía bajando las escaleras con pereza.
–ya voy madre– respondí torpe, sentándome en la silla del comedor, me recargué en mi brazo y comencé a cerrar los ojos poco a poco.
–¡No! Te duermas– gritó mi padre moviéndome la cabeza haciendo que me levantara de golpe. Bufé molesta, mamá me sirvió el desayuno, comí lo más rápido que pude para ir a lavarme los dientes y salir rumbo a la escuela.
–¡Eider! – entró al salón una chica de cabello negro, ojos pardos, piel morena y labios pintados de rojo. La miré entrecerrando los ojos, con notoria molestia.
–cierra la boca Allyson– le dije, ella tenía una sonrisa grande, esas que solo significaba algo. —¿Qué pasó ahora? —pregunté aburrida.
—sabes qué día es hoy ¿verdad? —odio estas preguntas, soy mala recordando cosas, fingí pensarlo, pero no tenía ni idea. —es miércoles — respondí. Allyson rodó los ojos.
—es 16 de febrero— dijo igual de emocionada que antes, pero mi mente no alcanzaba a identificar el significado de la fecha. Allyson se dio cuenta y gruñó frunciendo las cejas —hoy dan los resultados del intercambio, Luján.
Mis ojos se abrieron, lo que más se podía dado que seguía teniendo sueño, era verdad, ambas habíamos aplicado a intercambio internacional, ella a Reino Unido y yo a Japón. Sonreí un poco pensando en que cumpliría mi sueño, estaba segura porque no muchos estudiantes aplican a Asia por el idioma ya que deben hablar y/o comprenderlo, por esto los más solicitados son los de habla inglesa: Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Australia e Irlanda. Y en segundo lugar está las escuelas nacionales y de España donde obviamente sólo ocupas el idioma español, por lo que Corea, Japón y China no son muy solicitadas por la comunidad estudiantil.
Pero aquí estaba yo, esperando la hora de receso para ir a ver las listas, Allyson se saltó la clase antes para que no se llenara la coordinación y me esperaría bajando las escaleras. El profesor seguía explicando algo sobre sociología, funcionalismo que me perdí varias veces hasta que la campana sonó, la mayoría nos levantamos rápidamente y salimos. Bajé las escaleras encontrándome con mi amiga quien se peinaba el cabello, le golpeé la cabeza.
—¡oye!
—no hay tiempo, vamos—dije tomándole de la muñeca para ir a ver las listas. —¿y bien?, ¿quedaste? —pregunté aminorando el paso viendo la gran masa de uniformados frente al vidrio empujándose para ver.
—sí, pero no a la que yo quería— dijo decepcionada —pero quedé, así que estoy emocionada. Por cierto, las listas de Asia están en el segundo piso—me dijo viendo que estaba a punto de sentarme en la banca, apreté los labios y asentí.
—vamos entonces.
Subimos las escaleras, se veían unos pocos estudiantes bajando, algunos maldiciendo a los cuatro vientos otros maldiciendo para ellos. Cansada llegué frente al vidrio donde estaban los resultados, primero revisé los de China donde había 5 estudiantes que no conocía, en Corea había 12 donde me sonaban 3 nombres, la de otra de mis amigas, un chico que le gusta a varias de mi salón y otro chico con el que he hablado de vez en cuando.
—vaya, Esmeralda si quedó —se sorprendió Allyson, asentí.
—Que malo que no vino hoy—respondí pasando mi mirada a la última lista, que eran los aceptados para Japón, leí toda la lista de arriba a abajo, éramos 8 estudiantes, Allyson se acercó a mí y frunció el ceño.
—¿no habías aplicado a la de Tokio? —preguntó mirando atentamente mi nombre abajo del título de la escuela.
—No, había aplicado a la de Gunma.
—pues ni a una ni a otra, terminaste en la de Saitama—dijo y escuché que susurró algo más.
—¿Qué?
— ¿Por qué no escogiste Tokio?