Shoganai

Capítulo 6. ¿Maestra de inglés?

 

Traté de mantener mi cabeza sin preocupaciones, pero parecía todo lo contrario. Alex y yo habíamos sido llamados a la oficina de los profesores, la maestra coordinadora nos explicó que era una buena oportunidad, no solo para ellos, sino también para nosotros. Quise preguntar que cómo diablos era una oportunidad para nosotros, pero el rubio me paró antes de siquiera intentarlo.

—Jones-san, Luján-san ¿podrían ser profesores de inglés?

Esa frase no había dejado mi cabeza en todo el día, no presté atención a clases, me generaba una especie de ataque nervioso, no, no quería, yo siempre había dicho que no quería ser maestra de nada, que era un asco para enseñar, escondí mi rostro en mis manos mientras respiraba con dificultad.

Cálmate Eider, respira.

Traté, pero sentía que me ahogaba.

—¡Profesor Akiyama! —llamó alguien, pero apenas podía percibir la voz —¡Algo le pasa a Eider!

Sentí a alguien llamarme de lejos, tomaban mis manos para separarlas de mi rostro, sin embargo, seguía sintiendo que me ahogaba, me levantaron del asiento, no sabía a dónde me llevaban, pero cuando levanté la mirada me encontré a el profesor, parecía muy serio, abrió de golpe una puerta, maldijo, me dejó en una base acolchonada, dio un par de vueltas pensando que hacer, con la mano temblando le tome de su saco, él me miró, traté de que las palabras salieran pero no podía, lo intenté una vez más, él me observaba expectante.

—Alex— dije apenas, con la voz rasposa y entre respiraciones, él asintió y salió corriendo de la enfermería.

En cuanto el chico de cabello rubio entró por la puerta me calmé un poco, pero no lo suficiente, seguía sintiendo que algo sólido estaba en mi garganta y que no dejaba que pasara el aire correctamente, todo por un maldito pedido, había entrado a un ataque de ansiedad y pánico por el simple hecho de que me dijeran que fuera maestra.

Alex estaba acostado a un lado de mí mientras susurraba cosas para calmarme, poco a poco me sentí mejor y cuando pude pasar saliva sin dolor hablé: —¿Akiyama-sensei? —el rubio acomodó su cabeza para mirarme, pues uno de sus brazos descansaba en mi cabeza para acariciar mi cabello y el otro estaba detrás de su nuca para brindarle soporte, cuando por fin sus ojos se encontraron con los míos sonrío.

—Se quedó en el aula para terminar la clase, es su deber— hizo una pausa y río bajo —lo hubieras visto, llegó a mi aula agitado, el profesor estaba muy preocupado al verlo, cuando me habló no sabía que pasaba. —quitó sus orbes azulados de los míos y los dirigió al techo, suspiró —Nos explicó, al profesor y a mí claro, que estabas teniendo una especie de ataque y que me habías llamado, Yamada-sensei no dudó en dejarme ir, Akiyama-sensei dijo que me encargara de ti y si sucedía algo que le avisara porque él tenía que seguir con la clase.

Asentí lentamente, un silencio inundó el lugar, cerré los ojos, podía sentir el sueño invadiéndome, me recargué un poco más en Alex.

—Eider…

—¿hum? —pregunté adormilada

—¿Esto es por lo de ser profesora? —Abrí los ojos, no quería hablar de eso, pero debía darle una respuesta por lo cual busqué sus ojos y cuando ambos nos mirábamos le di una mirada que pudo comprender completamente, suspiró y recargó su cabeza en la mía sin dejar de acariciarla. —Lo siento.

—No es tu culpa, no es de nadie— respondí con toda la sinceridad del mundo, él ya no dijo nada, suponía que no quería que me pusiera mal de nuevo, sonreí, Alex era el mejor amigo que cualquiera podría querer, todos necesitan un Alex, inclusive él.

 

Sentí algo mojado en mi frente, me removí, pero la sensación seguía ahí, gruñí y abrí los ojos, tres figuras borrosas estaban a mi lado de pie, sabía que una era el rubio pues era una mancha amarilla a lado de dos negras, parpadeé un par de veces más hasta que mis ojos se acostumbraron a la luz, entonces pude ver a Alex, una enfermera y al profesor Akiyama.

El chico de los ojos azules me sonrió amablemente y prosiguió a sentarse a lado mío, me acercó un vaso con agua que gustosamente acepté, nadie habló en lo que parecieron horas, se limitaban a ver mis movimientos, me sentía cansada, pero mi cabeza ya no me dolía, toqué mi cara y sentí algo en mi frente, Alex me detuvo cuando presintió que me quitaría lo que fuera que estuviera ahí.

—Es un paño húmedo— me explicó quitándome el vaso de entre mis piernas —mientras dormías subió tu temperatura. —Asentí, abrí la boca, pero nada salió de ella, traté de nuevo, pero salió un horrible sonido rasposo, me aclaré la garganta y lo volví a intentar.

—Estoy bien, puedo regresar a clase. —Mi voz sonaba cuando recién te levantas, combinada con un gruñido, era horrible, pero era lo que menos me preocupaba.




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