Akiyama Kaito
Nanami estaba en la cocina preparándonos algo de comer, eran cerca de las 11 de la noche, tenía a Eider sentada en el piso frente a mi mientras yo me encontraba sentado en el sofá vendándole la cabeza, no me había reclamado como esperaba que hiciera cuando estábamos en la escuela, más bien, se había mantenido callada todo el rato, dejándose llevar por mí.
Su cabello era suavecito y olía a perfume de bebé, lo que le daba una apariencia inocente, que estaba muy lejos de lo que ella realmente era. Coloqué un broche y miré la venda, orgulloso de lo que había hecho. —Listo— avisé, ella asintió, pero se quedó ahí sentada dándome la espalda, yo me recargué en el sofá y miré su espalda, entonces lo vi, quise tocarlo, incluso estiré la mano, me regañé.
—Es un zorro y no, no es permanente— escuché su voz, aun se oía rasposa, pero había elevado unos volúmenes, miré su nuca, ella se volteó lo suficiente para tener una vista de mí. —Sé que estaba mirando mi tatuaje. —Dijo —Aunque, bueno, no es un tatuaje real.
—¿Cómo es eso? — pregunté muy interesado.
—Imprimí la imagen y le puse perfume y agua, Kento me ayudó, dijo que lo había visto en internet y quería intentarlo, así que le dije que lo pusiera ahí donde nadie lo notaría.
Asentí —¿por qué un zorro?
—Son animales listos y astutos, tienen una apariencia linda e inocente, pero son salvajes— hizo una pausa y añadió —me gustan. Me identifico con ellos.
Asentí, efectivamente era igual a ellos, en mi mente incluso le había apodado “cara de ángel y personalidad de demonio”, Eider era una chica que si le decías a alguien que era mala se reiría de ti por pensar eso, la apariencia engaña, quizá ella fuera el no juzgues a un libro por su portada de la manera que no se espera.
Sin embargo, los recuerdos de aquel fin de semana en que la encontré vinieron a mí; cómo había leído en medio de la tormenta ese libro de misterio con ayuda de su hermano, lejos de cómo me había contestado, me causó ternura la manera en la que señalaba los kanjis que no conocía y preguntando al chico si había leído correctamente uno, como profesor de lengua japonesa tuve la oportunidad de burlarme de ella por no saber los kanjis, pude regañarle las pocas veces que no pronunciaba correctamente una palabra, pero, de alguna manera, su voz era hipnotizante, era como un suspiro, así que no la detuve y me quedé ahí, sentado en el piso, escuchando una historia muy buena, relajándome, dejándome llevar por la voz de Eider.
Ni hablar de cómo había dormido en el auto de camino a su casa, esa visión de tener a una niña pequeña. O como habíamos hablado como personas normales en la tienda de animales, cómo tenía un brillo en los ojos al hablar de un libro que le gustaba y le ocasionaba emoción leer, esta chica era más agradable cuando no hablaba mal, cuando estaba rodeada de sus amigos, de su familia, de Alex. No sabía que eran ella y Alex, se comportaban como una pareja, sin embargo, cuando le pregunté a este que era de ella simplemente dijo que eran buenos amigos. Posiblemente era diferencia de culturas, allá los amigos se abrazaban, se besaban en alguna parte de la cara, compartían comidas y tenían apodos cariñosos, sí, también le había preguntado a Jones eso.
Princesa.
Miré su tatuaje temporal. Era una princesa diferente. Era una princesa de alma salvaje.
…
Comimos, hablamos y Nanami decidió irse. Su hermano había pasado por ella, vivían juntos y este había explotado al ver que era muy tarde y ella no se encontraba en su departamento. Ella se disculpó conmigo y Eider por dejarnos, pero ambos le restamos importancia, la adolescente aun no recuperaba 100% su voz, le dolía aun por lo que decidimos que ella evitara hablar hasta mañana.
Terminamos de comer a las 11:45, Nanami se fue a las 12:10 y la chica y yo estábamos recogiendo la vajilla, dejé lo que recogí en el fregadero y me fui a mi habitación, quería quitarme la ropa para ponerme un pijama. Subí a mi habitación, en el camino fui quitándome la camisa y desabrochando los pantalones, cuando atravesé la puerta de mi habitación lancé la ropa por ahí, fui al ropero a escoger un pijama pues con el calor solía dormir en bóxer para evitar prender el aire acondicionado, ahora tenía una invitada y debía vestirme, aunque sabía que le iba a dar igual.
Terminando guardé la ropa en un cesto para mañana lavarla, puse las manos en mi cintura y pensé en donde metería a Luján, tenía una habitación más, pero no tenía cama, había un futón*, pero no quería que durmiera allí. Miré mi cama. Podía dormir aquí, ahora, ¿dónde dormiría yo?, obviamente no podía dormir en el piso, el sofá era pequeño para mi cuerpo. Me acerqué a la cama y me senté, a mi nariz llegó un olor de bebé combinado con una fragancia de manzana, supe que era de ella, a mi mente llegó una imagen de los dos durmiendo aquí, podía disfrutar de su perfume… sacudí la cabeza, no seas idiota Kaito.