Las vacaciones de verano llegaron lentamente, después de unas semanas muy densas llenas de trabajos y tareas -y clases por la tarde- era libre de levantarme tarde y descansar.
O ese era mi plan.
Al parecer los japoneses dudan de sus capacidades de cambiar de hábitos rápidamente, ya que, aunque fueran vacaciones, teníamos que levantarnos temprano para hacer radio taiso* y nos dejaban mucha tarea para hacer, básicamente gruñí de frustración todo el primer día.
Sin embargo, mi familia era muy buena, por lo que decidieron dejarme dormir hasta las 9:30 de la mañana y poder hacer varias tareas en un día, simplemente cambiando la fecha. Teníamos planeado ir a Kanagawa a los festivales, así que tenía una fecha límite para terminar las tareas, ¿lo logré?, claro que sí, me bastó 1 semana y 2 días para terminar todas las tareas de vacaciones, nadie sabe, pero no dormí en esos últimos dos días para acabar.
Kento parecía sorprendido por tal habilidad al igual que papá, Alex estaba llorando de que él quería terminar ya los deberes y no levantarse temprano, pero su familia era más disciplinaria, por lo que solo le restaba soñar. Ellos también estaban planeando un viaje, pero a Osaka, así que estaríamos separados todas las vacaciones.
—¿Cuándo se van ustedes? —pregunté a través del teléfono a Alex.
—Salimos el jueves— respondió —Hanabi bájate o te vas a caer— escuché que dijo a una de sus hermanas, suponía que a la menor —Hanabi— se escuchó un golpe y después unos sollozos —Te estoy diciendo que te vas a caer— regañó Alex calmado.
—Creo que colgaré, tienes asuntos ahí— comenté entretenida.
—Sí, hablamos después— estuvo de acuerdo —adiós.
Aventé el celular a la cama y puse mis manos en la cintura mirando el desastre que había en el piso de la habitación. Nos íbamos a Kanagawa mañana por la madrugada, aunque me pareció una exageración ya que quedaba cerca, o bueno, en los mapas de Japón se veía cerca, pero en coche era otra cosa, por lo que no dije nada.
Regresando al desastre que tengo en mi habitación. Sí bueno, había dos maletas, una pequeña y una grande, la pequeña ya tenía todo lo necesario, que eran básicamente cosas de higiene personal y pijama, encima de ella estaba una mochila pequeña que era para llevar todo lo electrónico -sumándole pues mi cartera y maquillaje-. El verdadero reto era la maleta grande, donde se supone que estaría todos mis conjuntos, había decidido llevar solamente 3 jeans, 2 faldas y 1 short, eso era sencillo, pero, las blusas y playeras eran muchas y no sabía cuales llevar. Aparte de que Kento me había prohibido los tops, pero quería llevar por lo menos 2 para molestarlo.
Tenía todas mis blusas tendidas en el suelo y paseaba mi mirada de una en una mientras imaginaba en mi mente la combinación que hacía con las prendas que ya llevaba. Al final escogí las 5 que más me convencieron, pero dejé otras dos afuera por si me arrepentía de una o si me armaba de valor para meterlas.
—¿Qué rayos pasó aquí?, ¿invocaste un demonio? —preguntó Kento entrando a mi habitación.
—Ja ja, muy gracioso— contesté colgando dos playeras en el armario —¿Qué pasó? —pregunté mirándolo.
—Papá quiere ir al yakiniku*— dijo mientras levantaba dos de mis playeras —Me gustan, ¿me las puedo quedar?
—No— se las arrebaté y las puse en un gancho de ropa y las metí al closet —dile que esperen a que arregle este rito a satán y bajaré ya lista.
Terminé de meter todas mis playeras, blusas y camisas al armario para proseguir a maquillarme un poco y agarrarme el cabello, salí de mi habitación y bajé las escaleras y vi a la familia sentada en la sala viendo algo en la televisión.
—¿Qué ven? —pregunté detrás del sofá donde estaban, mamá me sonrió.
—Papá grabo video del festival deportivo, quiere ver de nuevo como humillaste a las chicas— río, rodé los ojos.
Cuando fue el festival deportivo de la escuela yo estaba en un tipo de incapacidad ya que los profesores Kamenashi y Akiyama habían dicho que no estaba en términos de competir, por lo cual pues, básicamente, fui una espectadora mientras Alex se llevaba la diversión, de verdad que era un castigo para mí, soy de esas pocas chicas que les encanta el deporte y lo práctica desde los 5 años que papá me obligó a jugar fútbol y mamá a ir a clases de ballet -y en verano a cursos de natación-.
Yo soy muy competitiva, me encanta competir, esa era la razón de mi sufrimiento.
Los equipos éramos tres, divididos por año. Una semana antes ya habían decidido quienes iban a competir en qué, Alex básicamente estaba compitiendo en casi todo, al contrario de mí, es más, ni siquiera se me permitió hacer el baile del grupo. Sabía que Kamenashi y Akiyama-san me estaban vigilando, los otros profesores también sabían de mi caso, pero ellos conocían perfectamente mi situación. No me dolía nada, mis heridas habían sanado, bueno, la del estómago todavía le faltaba como 2 semanas, pero estaba bien, ¡Joder, quería competir!