Hoy era 19 de octubre, el cumpleaños número 18 de Alex. Yo no sabía, pero al ver la notificación de Facebook me tomó por sorpresa, él sólo me había dicho que cumplía años en octubre, sin embargo, nunca indagaba en cuál era el día exacto. Era sábado y él ya me había llamado para decirme que pasaríamos el día juntos, su familia haría una comida informal por lo que mi familia también estaba invitada.
La comida sería como a las 2 de la tarde, pero, como ya dije antes, Alex esperaba pasar el día conmigo por lo que desde las 9:00am había ido a buscarme a mi casa para comenzar su festejo, llevaba dinero para comprarle un regalo, pues hoy iríamos a las partes de la cuidad que no solíamos frecuentar, para ello nos uniríamos a Risa, la hermana mayor de Alex pues iría a reunirse con una amiga que vivía lejos, por lo que ella nos dejaría en un punto medio donde hubiera mucho que recorrer y nosotros seguiríamos solos. No nos preocupaba, San Google Maps nos dirigiría en cuanto nos diéramos cuenta que estábamos perdidos, papá prometió pasar por nosotros a la 1:30 de la tarde para llegar a tiempo a la reunión.
Después de mi viaje por Kanagawa y Tokio, el día después de mi llegada, Alex llegó a casa y nos quedamos acostados en mi cama hablando de todo lo que nos había pasado, él y yo estábamos de acuerdo que no habíamos recorrido Saitama como se debía, ambos habíamos recorrido lugares turísticos cuando llegamos, antes de entrar a clases, pero quería ver lugares más comunes, dónde la gente suele ir y eso era ir más allá del centro.
Risa nos dejó en la banqueta en frente de una gran plaza, literalmente, una gran plaza. Nos dijo que había un cine y varias tiendas con cosas increíbles y que a partir de este lugar podíamos llegar a otros sin problema. Entramos a la plaza, podía ver a los hombres y mujeres bien abrigados, quizá demasiado como para ser otoño, escaneo el lugar con la mirada, parece una plaza común.
Comenzamos a caminar ante la atenta mirada de todos, mientras Alex solamente se pone más y más emocionado por el paseo, pero yo sabía que no era el paseo, era el hecho de haberle tenido confianza. Cuando le conté lo que había pasado, ahí debajo del árbol a las casi 9 de la noche, nuestra amistad había escalado el monte Everest, quizá no había recuperado a Eider de antes de eso, ya que seguía en parte frustrada y enojada conmigo misma, sí, era un poco más fría y ponía más distancia, pero con Alex no, porque él me había visto en los peores momentos y tenía confianza en él y él tenía confianza en mí.
Si Alex me llegaba a decepcionar, dejaría de creer en la amistad y prometía ahora sí cerrarle la puerta a todo el mundo.
Caminamos de un lado a otro, de arriba abajo, de tienda en tienda y así la pasamos en la plaza hasta que fueron las once veinte, Alex revisaba su celular con cada sonido de notificación, reía y a veces me mostraba los mensajes para que yo también lo hiciera, de repente el para en seco haciendo que yo también lo haga, él me voltea a ver sonriente y frunzo el ceño.
…
Después de una larga caminata, de plazas, tiendas, parques y una heladería, papá llegó por nosotros, muy puntual. De camino a la casa de Alex escucho la música que emana de mis audífonos mientras los dos hombres en los asientos de adelante hablan entre ellos, tengo los ojos cerrados mientras mi cerebro está en blanco, de pronto el auto para y despierto de mi pequeña ensoñación, me bajo del auto y veo la fachada frente a mí, entonces soy consciente de que nunca, en todos estos meses, he visitado la casa de Alex.
Es una casa de dos pisos, está pintada de un color beige y se nota que es un poco más grande que las demás por el espacio que tienen de jardín y cochera. La madre de Alex me sonríe y saluda con un apretón de manos, su padre hace lo mismo, Risa todavía no ha llegado, pero Hanabi, quien es la hermana menor está ahí hablando con mi madre, ella se me acerca y parece inspeccionarme, ya que es la primera vez que nos vemos, sonríe de oreja a oreja.
—Eres muy bonita— suelta de repente, me quedo helada sin saber qué decir.
—Gracias, supongo— logro articular, ella ríe sin dejar de sonreír y se va. Miro a Alex con la pregunta en la cara, pero él también ríe y me empuja a los asientos que hay desocupados. Hay mucha comida de variedad en la mesa: hamburguesas, pollo frito, ensalada, sushi, pescado y pizza, se me hace agua a la boca de inmediato, tomo un pedazo de pizza de pepperoni y dos piezas de sushi, me sirvo refresco en un vaso y comienzo a comer.
La plática es amena y nos reímos de las anécdotas de nuestros padres cuando eran adolescentes, eran bastante divertidas que nos hacían soltar las carcajadas, Alex, quién está a lado mío sonríe más de repente y se levanta para dirigirse a algún lugar detrás de mí. Kento, que se encuentra frente a mí abre los ojos al igual que la boca, notablemente sorprendido, frunzo el ceño sin saber qué pasa, él me susurra y tengo que poner toda mi atención en sus labios para saber qué me dice.
Tus alumnos
Se me hela la sangre de repente, esas palabras solamente tenían una manera de interpretarse. Los profesores estaban aquí.
Con lentitud volteo de mi cintura hacia arriba a dónde había ido Alex, y, efectivamente, veo a por lo menos 10 caras conocidas, todas ellas de los hombres y mujeres a los que les daba clase, están vestidos casualmente, bueno, menos formales que lo que estaba acostumbrada, pues las mujeres llevaban vestidos y zapatos bajos mientras que los hombres tenían pantalones de vestir y camisas casuales bien combinadas. Mis ojos los repasan a cada uno de ellos mientras le dan regalos a Alex y lo felicitan con un apretón de manos, entre tanta cabellera negra logro identificar una que era totalmente conocida para mí, más de lo que me gustaría admitir.
De todos, él es el que viste más casual; con vaqueros y camisa blanca, tiene una chaqueta negra y su cabello largo está atado en una coleta, le da aires de hombre intocable y por alguna extraña razón eso no me molesta. Por su cara parece aburrido, pero aun así sonríe al rubio que cumple años. De un momento voltea al patio y nuestras miradas se encuentran, logro captar la curiosidad y preocupación de sus ojos, yo sé perfectamente porqué, él, al igual que Alex y todos en la escuela habían notado mi cambio de humor de un día a otro, ahora mismo no expresaba nada más que seriedad y frialdad, me había dado cuenta que ahora mi mirada cambiaba automáticamente cuando miraba a alguien de la escuela que no fuera Alex y eso, obviamente lo incluía a él.