Había pasado una semana y media desde el cumpleaños de Alex, y de ese momento extraño entre el profesor y yo. Había actuado como que nada hubiera pasado y esta vez estaba firme en no contárselo a nadie, ni siquiera a la almohada.
La escuela estaba matándome, necesitaba un descanso urgente, un descanso de las tareas y… de su rostro.
Intenté, de verdad intenté quitarle importancia, intenté dejarlo pasar, y aunque no se notaba desde el exterior el drama que había creado yo misma, estaba presionándome, sentía que la vida estaba pasando muy rápido que no me dejaba digerir nada. Las emociones seguían bloqueadas ante la palabra sensei, pero, no podía evitar pensar que, aquella noche lo llamé por su nombre y eso me tenía así.
Ansiosa.
Desde que tenía 13 años tenía signos de ansiedad y me habían dado ataques gracias a un exceso de ello, no hace mucho me había pasado de nuevo, uno en el que Alex estaba involucrado y él también. Evitaba decir su nombre en mi mente y seguir llamándolo cómo lo había hecho hasta ahora, pero, mi mente se negaba a decirle “Akiyabitch” ahora para mi cabeza su nombre sonaba bonito y sus ojos brillantes se aparecían.
Bonita cosa en la que te metiste Eider. Lo peor del asunto es que no lo había visto venir, básicamente me acerqué al barranco ciegamente y estaba a nada de caer, pero yo ya lo sabía y estaba consciente de lo que estaba pasando, no ignoraba el asunto y tenía la oportunidad de evitar que avanzara esto antes de que llegara al punto de no retorno, al laberinto sin salida. Sin embargo, había un algo que me tenía confundida y curiosa y que quería saber. ¿Por qué él se comportó así?, no tenía idea, pensé en varias hipótesis, pero nunca sabría la verdad a menos que él me lo dijera, y no quería hablar con él.
—Tierra llamando a Eider— escuché a mi lado, giré mi cabeza hacía la voz y miré al rubio quien tenía un rostro de confusión. —¿Estás bien? —Asentí y regresé mi mirada al frente.
—Estoy pensando en mi disfraz de Halloween— respondí y me mordí la lengua por la mentira, vi como sus labios se curvaron en una sonrisa.
—¡Deberíamos vestirnos como complementos! Tu dime que quieres y yo lo hago. —Sonreí sincera ante la propuesta. —Tenemos suficiente tiempo.
Asentí y está vez sí estuve al tanto de lo que me contaba, hoy era martes y ya nos habían avisado que el sábado habría un maratón, todos estaban esperando expectantes mi participación después de lo que sucedió en el evento deportivo antes de las vacaciones, incluso, la chica considerada la mejor atleta ya había hablado conmigo y ambas estábamos esperando ese momento para una rivalidad sana. Mientras tanto, Alex simplemente apostaba a que sería de los últimos, yo ya lo había visto correr y era impresionante pero los chicos del club de atletismo básicamente entrenaban cada día por lo que era de esperarse que los demás se sintieran inútiles, pero mi trabajo era animar a Alex, aun si terminaba al último.
Me dirigí a los vestidores para ponerme el traje deportivo, pues nos tocaba clase de gimnasia, al no estar el clima muy frío y estar nublado aprovechamos para salir y dar la clase afuera, pues ahora que lo pensaba, muy pocas clases las habíamos tenido afuera, pues el clima no estaba de nuestra parte, llovía, estaba fresco o el calor era inaguantable. Según me había explicado Kyosuke que normalmente aprovechaban hacer eventos más largos en octubre porque era un clima bueno, no sol, pero no frío.
Al salir me golpeó el fresco aire, era muy agradable comparado con los días anteriores, la profesora nos dio las instrucciones para calentar y nos dijo que haríamos unos minutos de clase de atletismo para prepararnos para el maratón del sábado y después podríamos jugar lo que sea. Primero separaron a los chicos en dos grupos y corrieron alrededor de la pista 2 veces, Tomo ganó y Kyosuke quedó detrás de él, después fue el turno de las chicas, Aina odiaba correr así que fue de las últimas, a Sakura y a mí nos tocaba en el mismo grupo, corrí lo más rápido que pude, una de las chicas me metió el pie ocasionando que tropezara, sin embargo, no llegué a caer, sólo toqué el piso con la mano y seguí mi camino llegando así en primer lugar en 15.36 segundos.
La profesora rápidamente vino conmigo a ver si me encontraba bien después de ese tropezón, le respondí varias veces que estaba bien, sólo me había raspado un poco la palma de la mano. Sacó de su mochila una venda y una crema para que me las pusiera, asentí agradeciendo y me fui a sentar para colocarlas. Sakura llegó junto a Aina, la primera estaba sudando mientras trataba de regularizar su respiración, mientras que la segunda se encontraba más calmada, pero con una mueca y de brazos cruzados.
—¿Cómo pasó? —preguntó Sakura sentándose a mí lado —fue demasiado rápido que ni me di cuenta.
—La tonta de Fujioka le metió el pie, yo la vi— respondió Aina. Sakura abrió los ojos y me miró, asentí.
—Dios, a la velocidad que ibas pudo haber sido un accidente más grave, menos mal reaccionaste muy rápido, ¿cómo lo hiciste? Fue impresionante.
—Lo aprendí cuando iba a clases de patinaje sobre hielo, tus reflejos te ayudan a evitar que caigas. Si les soy sincera yo también me sorprendí, hace ya más de 3 años que no lo practico, mi cuerpo reaccionó solo. —Respondí mientras tomaba agua de la botella de Sakura.
—¿¡Hacías patinaje artístico!? —Preguntó sorprendida Aina, afirmé con un movimiento de cabeza —increíble, a mí me gusta, pero nunca lo he practicado. Debemos ir a la pista de hielo para que nos enseñes, la miré con calma.
—Aina, te acabo de decir que hace años no lo practico, quizá ni siquiera pueda mantenerme de pie en el hielo, no hay manera de que llegue a hacer un giro, mucho menos un salto sin haber sido constante.
Ella negó y me afirmó que iríamos a una pista de hielo, aunque me tuvieran que amarrar, la verdad es que me encantaba la idea, en México tenemos un dicho que dice: lo que bien se aprende, jamás se olvida, así que tenía esperanzas de que así fuera, quizá no lo logre a la primera o segunda vez, pero lo sí lograba calentar lo suficiente, creo que podría lograrlo.