Shoganai

Capítulo 22. Abrirse

 

Hasta que no fueran cerca de las cinco de la tarde no me movería de la pose que había adoptado en la cama mirando el techo. Tenía los audífonos puestos, sonaba una canción de mi playlist, sin embargo, mi mente era una máquina, pensaba, pensaba y pensaba de qué quería hablar el profesor conmigo, pero, claramente, no lo sabría hasta que llegara ese momento.

Mis ojos se mantuvieron cerrados todo el rato, mi cabeza comenzaba a doler de lo acelerados que estaban mis pensamientos, abrí los ojos sólo para desbloquear el celular y cambiar de lista de música a una calmada, esa que siempre me ayudaba cuando me encontraba en una crisis, en ella se encontraban soundtracks de películas, canciones clásicas, conciertos, y todo lo que me ayudaba a calmarme, en sí había sólo como 3 canciones que sí tenían letra pero las demás eran simplemente instrumentales.

La segunda vez que abrí los ojos fue cuando escuché la alarma que había programado para el encuentro, me levanté con flojera y terminé de arreglar lo que me iba a llevar en mi pequeña mochila, me miré al espejo, algunas partes de mi cabello seguía mojado a causa de la ducha que tomé en cuanto llegué, no le hice nada, me puse un labial para proteger mis labios del viento pues solían secarse con facilidad y me puse crema humectante en la cara, pensé en si ponerme base de maquillaje pero supuse que con la crema era suficiente.

Me puse una chamarra cómoda para el clima de hoy y unas botas que me había comprado en Tokio, me miré de nuevo en el espejo, fruncí el ceño y salí de mi habitación, le pedí a papá que me llevara ya que él iba a salir también, me despedí de mamá y avisé que llamaría cuando terminara con mi asunto, ellos no sabían a qué iba, simplemente sabían que iría a la biblioteca cerca de la avenida de los cafés. Durante el viaje no dejé de mover mis pies, estaba sintiendo un poco de nerviosismo, mis ojos no se separaban del paisaje de mi ventana, papá intentó mantener una conversación conmigo, y yo también lo intenté, pero al final no funcionó y terminamos en silencio con una canción de un grupo que pasaban en la radio.

Papá me bajó en la esquina contraria, para no tener que desviarse del camino que llevaba, no me quejé, simplemente me despedí de él con una sonrisa, para que no se preocupara y en parte para recordarme que todo estaba bien, crucé la calle y comencé a caminar por la acera, recé a todos los dioses que existían porque él todavía no estuviera ahí, pero mi suerte hoy no era la mejor, reconocí su figura dándome la espalda, mirando al cielo, me quedé solo un segundo mirándolo, se veía…bien.

Me relajé un poco y terminé mi trayecto quedando justo detrás de él, le toqué el hombro levemente, se sobresaltó y volteó de golpe, sus ojos miraron en mi dirección y pareció un poco sorprendido, como si se preguntara porqué llegué por ahí, de verdad estuve a nada de explicárselo, pero ¿por qué diablos quería explicárselo?

—No perdamos más el tiempo, está frío aquí afuera— le dije y él asintió lentamente y comenzó a caminar a la entrada de la biblioteca, abrió la puerta para mí y al sentarnos también recorrió la silla para sentarme, era extraño, ningún japonés hacía eso, eran conocidos por ser los menos caballeros. —¿y bien? —pregunté en un susurro, cuando el profesor tomó asiento a lado mío, dejó salir un suspiro como si se librara de algo, pero, algo en mi me dijo que era lo contrario, que ese suspiro señalaba pesadez.

—Quiero decirte algo, Eider— una corriente eléctrica recorrió mi espalda, sentía que siempre pasaba cuando mencionaba mi nombre, su seriedad era diferente a la que utilizaba en clases, era más, suave, por decirlo de alguna manera, era como una seriedad de preocupación y no una de severidad, en ese momento me animé a mirarlo frunciendo el ceño, él también me miraba con el rostro en blanco. —Es un tanto revelador y debo admitir que hasta me encuentro nervioso por eso, quizá avergonzado.

La sinceridad de sus palabras me golpeó de repente al igual que el olor de su colonia, la había olido varias veces, sin embargo, esta vez me embriagó, me encerró en una burbuja amigable a pesar de su nervioso estado, asentí lentamente dándole a entender que comenzara. ¿Sabía qué esperarme? No, la verdad es que mi mente estaba en blanco, y eso pasaba muy pocas veces, no tenía idea de qué quería hablar conmigo, no nos conocíamos, no hablábamos, pero, parecía que tuviera algo que ver conmigo, me mordí el labio inferior ante todos mis esfuerzos por no hacerlo.

—Yo quiero hablarte sobre aquella noche, en el cumpleaños de Jones-san— contuve la respiración un rato. No. Puede. Ser. —Y quiero hacerlo porqué sé que has notado el cambio, pero no comprendes lo que sucedió, estás confundida y si te soy sincero, yo también.

 

La confusión era algo que no me gustaba mucho, causaba malos entendidos que a veces terminaban en caos si no las atendiste como debía ser, la confusión a veces me hacía dudar y me ponía en un estado de presión que odiaba, la curiosidad mató al gato dice la gente por ahí, no dudo de aquella frase, se me hace acertada, sin embargo, mi madre le agregaba algo al final, algo que todavía debatía conmigo misma.

Pero murió sabiendo.

¿Valía la pena morir sabiendo algo? Suena estúpido dicho así, pero, he escuchado a la gente que dice “yo no me muero hasta saber lo que está pasando” es un reto, es una especie de condición, es el morir en paz.

Estando aquí, en la biblioteca semivacía en el área donde nadie visita, frente al profesor que sin quererlo había estado creando una relación más de confianza conmigo, con mis pensamientos acallados, sólo podía decir que, sí, efectivamente, quería saber lo que había sucedido aquella noche desde su punto de vista, quería saber por qué había cambiado, me moría por saber.

 

 

La explicación del profesor me tomó por sorpresa que inclusive quería irme de allí, pero no lo hice, me quedé mirándolo con cuidado mientras él miraba los estantes de enfrente que hablaban de filosofía, llevábamos por lo menos 10 minutos así, en silencio y tenía el presentimiento que el profesor lo hacía para darme tiempo de digerirlo todo perfectamente.




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