Kaito Akiyama
Normalmente se hacía cerca de una hora y diez minutos de la prefectura de Saitama a Narita -prefectura de Chiba-, pero olvidaba que es cerca de año nuevo, lo que significaba que había un tráfico del demonio. Mucho más cuando pasé por la autopista que está cerca de Tokio, ahí había más coches, y todo avanzaba lentamente. Vigilé mi celular una y otra vez durante el viaje, y cuando me paraba revisaba el chat para estar seguro de que no me lo estaba imaginando.
Llegué al aeropuerto a la 1:13, me bajé agitado mientras mandaba un mensaje a Eider que había llegado, caminé acelerado entre los miles de gentes que pasaban y de vez en cuando elevaba mi cabeza para buscarla, mi celular sonó y rápidamente lo tomé.
—Pareces muy agitado, cálmate un poco— sostuve la respiración mientras volteaba de un lado a otro —detrás de ti— escuché y me volteé, y allí estaba ella, sosteniendo su teléfono en la oreja, con su mochila puesta y un conjunto de pans y chaqueta, ella colgó, yo no podía separar mis ojos de ella, parecía un holograma. Me fui acercando lentamente a ella, aun impresionado de verla allí, paré al encontrarme frente a ella y sin contenerlo más me abalancé para abrazarla fuertemente, porque tenía miedo de que desapareciera otra vez, la estreché a mi cuerpo y la fragancia de bebé y manzana inundó mis fosas nasales, estaba a punto de llorar ahí mismo.
—Eider— susurré, las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos sin poderlas parar, tampoco es que quisiera, dejaría salir todo, porque de alguna manera me había afectado, porque de verdad la había extrañado, no habíamos sabido nada de ella en como 2 meses, así que no importaba como me veía aquí abrazando a una chica y llorando en su hombro. —Te extrañé.
—Aunque parezca increíble, yo también te extrañé, Kaito. —Mi felicidad se elevó a los cielos con esa frase y sonreí aun con mi cabeza en su hombro.
Unos minutos después me preguntó si podía regresar a Saitama o sí que sentía muy cansado podía reservar un hotel aquí o en Tokio, le dije que todavía tenía mucha energía para manejar de regreso, Eider había dicho que se encontraba hambrienta, por lo que busqué un lugar de comida 24 horas pues no quería que después de un vuelo tan largo comiera algo del conbini, afortunadamente había un restaurante cerca del aeropuerto y sin necesidad de desviarse en camino a la autopista. Sorprendentemente el lugar tenía mucha clientela, suponía que también venían del aeropuerto, una mujer tomó nuestros pedidos y nos pidió esperar unos momentos.
Yo no podía dejar de ver a Eider, porque seguía sin creer que ella había regresado y que estaba conmigo, pero vino a mi mente la necesidad de preguntarle porqué había tardado tanto, la razón por la que había desaparecido en primer lugar, aun así, no quería incomodarla, le notaba unas ojeras debajo de sus preciosos ojos verdes, se veía más pálida en mi perspectiva, claro, pudo haber sido el cansancio de las horas en el avión, pero sentía que había algo más.
Después de pasar a una tienda de conveniencia por un café para mí y muchos snacks para el camino comenzamos la travesía de regreso a Saitama. Al principio todo estaba en silencio, el celular de Eider se conectó automáticamente al estéreo del auto e inmediatamente se escuchó una canción en un idioma que no conocía, la chica sonrió un poco mientras le bajaba al volumen, ella de vez en cuando tatareaba una parte de la canción en otras sí cantaba, y eso pasó como por 10 minutos, hasta que ella suspiró y bajó aún más el volumen.
—Sabes, se siente extraño volver— me dijo mirando sus manos recostadas en su regazo, le dediqué una mirada rápida para no desviar la vista del camino —es cómo si he llegado a un lugar desconocido y al mismo tiempo haber llegado a un hogar, no sé cómo explicarlo. — de reojo vi como una pequeña sonrisa se asomó en sus labios y después de ello no volvió a decir nada, hasta como media hora después. —¿He causado problemas?
—Bueno, le metiste un susto a todos cuando Alex nos lo dijo. Por lo que sé, tu familia estuvo muy preocupada intentaron llamarte.
—Sabía que lo harían, apagué mi teléfono, no lo he encendido hasta ahora en el avión, cuando te mandé el mensaje, lo siento por todo.
—Eider, ¿por qué me llamaste a mí? —pregunté verdaderamente curioso, no encontraba una razón por la cual la castaña me hubiera llamado a mí en vez de su familia o Alex, aunque tampoco negaré que me siento feliz de que haya sido así.
—Fue el primer mensaje que leí y tienes auto.
No pasó mucho tiempo cuando la chica se quedó dormida en un tramo de camino, seguía habiendo mucho movimiento en la autopista, por lo que tardé casi 2 horas en llegar a Saitama, una vez ahí, Eider despertó, miró por la ventana y suspiró, parecía un poco nerviosa. —Kaito— me llamó con un susurro, me encantaba escuchar mi nombre salir de sus labios, la miré ya que el semáforo estaba en rojo —¿Podría quedarme contigo, por favor? —ambos nos miramos directo a los ojos, definitivamente algo le sucedía, pero como un loco enamorado no pude negarme, porque lo que deseaba ahora era estar con ella el mayor tiempo posible, por lo que le dediqué una sonrisa y asentí, entonces puse marcha al coche directo a mi casa.
Llegar a mi hogar con Eider me trajo una serie de recuerdos, la chica estaba tan dormida que, como la primera vez, la cargué hasta mi habitación, la acosté con cuidado en mi cama y le quité los zapatos para dejarlos abajo. Al subir de nuevo me cambié a un pijama cómodo, apagué la luz y me recosté a lado de la chica, mis deseos se estaban volviendo realidad que asustaba, esta vez podía abrazar a Eider mientras dormía, así que me acomodé mejor, ella se removió un poco. Yo no quería cerrar los ojos, porque sentía que ella desaparecería y todo había sido producto de mi imaginación, sin embargo, su fragancia de bebé y manzana era suficiente para saber que era real, que estaba aquí conmigo, por lo que poco a poco fui cerrando los ojos.