Capítulo 40. Regreso a la escuela

Una semana después ya estábamos de regreso en la escuela, mientras caminaba por los pasillos notaba la mirada de todos los alumnos y profesores que estaban ahí, no faltaba mucho para que comenzaran a decir “Eider está de regreso”. Lo primero que hice fue visitar al director, ya que él fue una parte importante de haberme ido, sí, antes de emprender mi viaje tuve una reunión con él en dónde le expliqué lo que había sucedido y el por qué debía irme un tiempo, el hombre de más de 48 años fue muy comprensible y me animó, sí, él era el único que sabía la verdadera razón de porqué me había ido.

Me recibió con una sonrisa, me incliné mientras le saludaba, le expliqué lo que pasó, un rastro de tristeza se vio en sus ojos y se disculpó, tardé un poco en convencerlo de que me encontraba mejor y lista para continuar con las clases, pues ya sólo me quedaban 3 meses -sin contar Enero- y no quería pasarlos mal, había venido a hacer un intercambio escolar, para mejorar el idioma, tener nuevas experiencias y mejor rendimiento académico, debía concentrarme. No negaba que me estaba obligado, quería tener la cabeza ocupada de una vez por todas. El director me sonrió, me dio una nota firmada dónde justificaba mi ausencia sin detalles para dárselos a mis profesores y una vez agradecí me dirigí a mi aula.

Hoy era miércoles, sí, no pudimos haber empezado en un mejor día -nótese mi sarcasmo-, me sentía preparada para recibir clases, pero no estaba muy segura si estaba igual de preparada para darlas, sacudí un poco mi cabeza, no quería pensar en eso por ahora, ya me las arreglaría después. Entré al aula llamando la atención de todos, mis amigos me recibieron con un saludo de manos y proseguí a sentarme en mi lugar, hablamos de temas variados sin tocar para nada mi desaparición, afortunadamente ellos acataron eso, sabía que, al igual que todos, estaban curiosos, pero no lo diría.

Las clases del día pasaron lentamente, todos los profesores posaron su impresionada mirada en mí, yo simplemente les respondí con un rostro aburrido, para que comprendieran el mensaje; cuando llegó la hora del almuerzo, los chicos de año mayor se me acercaron para darme la bienvenida de nuevo, solo algunos de ellos con los que había hecho amistad durante la fiesta de Halloween, Alex no se alejó de mí en ningún momento. No había visto por ninguna parte a Akiyama-sensei, en parte, sí, lo estaba evitando, porque no estaba segura de cómo reaccionaríamos en este momento y no quería descubrirlo, tampoco había visto a Nanami-sensei y también agradecí aquello, después de lo que sucedió en la casa del profesor estaba nerviosa si ahora ella me reconocería.

Cuando terminamos de limpiar el aula, salí con Alex, los fríos vientos de invierno golpearon mi rostro y alborotaron mis cabellos, por fin pude relajarme un poco, el rubio me tendió una lata con la leche chocolatada que me gustaba, era la presentación caliente, le agradecí realmente conmovida, tomé un poco y al instante todo mi cuerpo se tranquilizó, incluso me sentía un poco adormilada. Alex y yo jugamos un poco, él traía las cartas de UNO, fue una partida extensa ya que las cartas las barajeábamos y volvíamos a poner para comer, hasta que, al fin, logré ganar, pero ni siquiera lo disfruté porque ya estábamos cansados.

—¡Pareció eterno! —reclamó Alex mientras levantaba las cartas y las colocaba en la caja.

—Tú fuiste el de la idea— le dije rodando los ojos, me levanté del piso donde estábamos, sacudí mi falda y comencé a caminar de regreso al edificio con Alex detrás. Había muchas voces de alumnos por lo que supuse que los clubs estaban por terminar, rápidamente subimos las escaleras hasta las aulas dónde dábamos clases. El rubio procedió a explicarme lo que habían visto y cuál era su plan de hoy, yo asentía a cada palabra y tomaba nota para no olvidarme de nada.

Comencé a morder mi labio cuando faltaban 5 minutos, seguía hablando con Alex en el suelo del aula, reíamos de vídeos estúpidos que el chico había descargado, no pasó mucho tiempo para que los profesores comenzaran a llegar, algunos de ellos emocionados me saludaban, otros solamente se inclinaron diciendo “buenas tardes” pero la sonrisa en sus rostros dejaba ver lo felices que estaban de verme -y bien-. Una vez fue la hora y ya todos se encontraban en sus asientos, Alex les saludó, ellos correspondieron. Íbamos a tener la clase juntos para ver el repaso, tareas y un nuevo tema, dejaría a Alex hacer lo suyo y yo simplemente agregaría algunas cosas de ser necesario.

Mientras la clase pasaba me sentía un poco más cómoda y también un sentimiento de orgullo me llenó el pecho, estaba orgullosa de ver todo lo que habían avanzado, claro que aun tenían problemas con la pronunciación pero ya mantenían una conversación variada por lo que podía ver, en un momento me hubiera imaginado esto imposible, en parte porque yo nunca había querido ser educadora de nada, sentía que era pésima y mi ansiedad era un problema también, pero ahora, viendo esto, no sólo me sentía orgullosa de ellos sino también de mí, de mí porque me veía como una chica más fuerte, alguien a quien una ansiedad no la puede derribar, que ahora tiene el control y eso ha dado frutos. Confiar más en mí ha dado frutos.

Alex comenzó a despedir la clase mientras todos guardaban sus pertenencias, el rubio me miró al igual que me dedicó una sonrisa, suspiré y me paré en frente, me aclaré la garganta, lo que fue suficiente para que todos posaran su atención en mí, estoy segura que en mis ojos no había nada expresado por lo que volvió el ambiente tenso. —Quiero decirles algo, antes de que se vayan— todos los profesores dejaron de hacer lo que estaban haciendo y centraron su completa atención en mí. —Primero que todo, lo siento— un jadeo general llenó el aula, cómo si no se lo esperaban —siento haber desaparecido así, me disculpo con ustedes porque sé que, aunque no soy cercana con ninguno de ustedes, son mis profesores, son mis alumnos también y creo que los preocupé bastante durante este mes y medio. —Alex sonrió y asintió en mi dirección, sonreí también antes de seguir.