Shoganai

Capítulo 45. El poder de la mirada

Hiroto y yo nos encontrábamos en el auto del investigador Takahashi yendo en camino a ver a Kamenashi-san.

Habían pasado 2 días, según el doctor yo ya tenía el reposo suficiente, mis heridas estaban sanando correctamente y mi cerebro trabajaba perfectamente, justo para enfrentarme a lo que venía. No iba a negar que me sentía abrumada, tenía un poco de miedo de lo que pudiera pasar, pero encerré eso en el fondo de mi cabeza y me centré en ser la chica fuerte, la que le había dado una paliza antes de huir. Claro que Kaito y Rumi intentaron persuadirme para evita que fuera a ver a la profesora, simplemente les sonreí calmadamente, una muestra de que todo saldría bien, todo estaba bajo control, así que ambos, básicamente amenazaron a Hiroto y al señor Takahashi de que sus ojos debían estar siempre en mí y que debía regresar sin ningún rasguño -sí, debía volver al hospital para otras valoraciones-.

El camino me pareció largo, no sé si en verdad quedaba lejos o eran mis nervios que me hacían pensar aquello, pero definitivamente el viaje no terminaba, me dediqué a mirar el paisaje que me regalaba la ventana del coche, eran apenas las 11 de la mañana, un lunes, lo que me alegró y preocupó un poco, pues se supone que debería estar en la escuela, no quería preocupar a todos de nuevo, pero de eso se encargaría el profesor Akiyama quién se encontraba ahí ahora mismo. No sabía qué diría para encubrirme, porque por lo menos necesitaba otros dos días para salir, desconocía si Alex sería parte de ello, eso también me preocupaba, no quería ver al rubio culpándose de lo que me había pasado sólo porque él se fue a disfrutar con su próximo-novio-Kenshin.

Al detenerse el auto, me puse en modo de alerta, Takahashi-san informó a la recepción sobre su visita y acompañantes, antes, pidió los estudios de la profesora y a un profesional que le explicara su estado, Hiroto decidió escuchar aquello, pues era familiar, yo, sin embargo, me dediqué a dar vueltas por la sala, analizando cada parte de ella, cada pared, mesa, decoraciones, ventanas, etcétera. Mi vista se perdía en el amplio edificio en el que me encontraba, estaba muy bien cuidado y un ambiente de paz te envolvía, lo cual era un poco extraño si tomábamos en cuenta que era un psiquiátrico. Mi pregunta era, ¿cómo la enviaron aquí? Según yo recordaba, tendrías que ir con un médico, psicólogo o algún profesional de esa área para terminar en este lugar, era extraño y muy rápido.

—Señorita Luján, ya estamos listos— dijo el hombre, pero yo no, pensé mientras caminaba hacía ellos. Cuidé de que mis pasos, no tropezar, no temblar, no estar tensa, quería aparentar estar tranquila, aparentar porque la realidad es que no lo estoy.

Caminé detrás de los 3 hombres y una mujer joven -aparte del señor Takahashi y Hiroto, estaba el médico encargado de tratar a Kamenashi desde que entró aquí y la señorita era una psiquiatra que le trató estos días— me sentía un poquito más cómoda con ella aquí, tenía una sonrisa calmada y encantadora de la que no había sido testigo desde hace mucho tiempo, me parecía extraño, pero comprendí que era parte de su trabajo, aun así me hacía sentir mejor en este ambiente callado y blanco.

Recorrimos grandes pasillos y subimos muchas escaleras hasta llegar a una habitación, en el camino nos habíamos encontrado con más pacientes, todos ellos eran amables y te saludaban cuando te veían, no mentiré, me dejó sorprendida aquello. Cuanto más cerca estábamos de la habitación, Hiroto se fue recorriendo en mi dirección hasta tomarme de la espalda, cómo para darme un apoyo, dejé salir un suspiro, todos estábamos frente a la habitación, donde, a un lado de la puerta estaban los datos.

Kamenashi Nanami

30 años

Mujer

Entrada: 8 de febrero

Casos: Problemas de control de ira. Trastorno bipolar. Trastorno obsesivo-compulsivo. Trastorno límite de personalidad. Inicios de Esquizofrenia: No comprobado.

Notas: alérgica a la lavanda, nada de cafeína, llega a ser muy agresiva, obediente con los medicamentos.

 

Leer los datos me había hecho saber lo mal que estaba la profesora, sus casos eran comunes por lo que sabía, pero eran peligrosos por el daño que causó y a que nivel podía llegar, me entristecí por un momento, un segundo apenas antes de regresar a mi rostro serio. El médico comenzó a darnos instrucciones, pero que primero él debía entrar junto con la psiquiatra para su sesión y valorarla por última vez para saber si estaba apta para lo que venía.

—usamos aromaterapia y tenemos las esencias dependiendo del paciente, en el caso de la señorita Kamenashi, la lavanda era uno de ellos ya que ayuda a los dolores de cabeza y estrés. Siempre estamos con ellos cuando se les da los perfumes por primera vez, por si algo malo pasa pues muchos de ellos nunca habían experimentado eso, nos dimos cuenta que Kamenashi-san es alérgica a la lavanda, así que de inmediato detuvimos la máquina y la sacamos para que limpiaran la habitación. —Explicó la mujer.

—Lo ha hecho muy bien estos dos días, pero no podemos confiarnos, no sabemos si en cuanto los vea cambie su estado, puede ser muy peligrosa si eso llega a pasar, es por ello que tendré con ella una sesión pequeña de 20 minutos para evaluarla y decirles si es posible que puedan entrar— la señorita hablaba muy calmada, estaba muy entretenida leyendo una y otra vez los datos de la profesora que no me di cuenta de cuando nos llevaron a la sala de a lado para esperar, nos ofrecieron té, los tres lo aceptamos y ahí estuvimos sentados hasta que fuera hora.

Volvernos a mirar a la cara fue la cosa más difícil que pude hacer, estaba curiosa y a la vez asustada de cómo reaccionaría, me mordí varias veces mi labio inferior, me paré lo más derecha posible en la silla. Cuando la profesora se sentó frente a nosotros parecía cansada e inclusive parecía confundida, cómo si no nos conociera…




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