No dejé de ir a la escuela aunque el director me hubiera dicho que era mejor para mí, le dije que ya había perdido mucho como para perder más, ya estábamos a finales de febrero y los trabajos comenzaban a ponerse pesados, todos en la escuela me miraban curiosos, también como un bicho raro, Akiyama-san también estaba yendo a la escuela, le habían permitido seguir dando clase, por ahora, tenían a un profesor asistente cuando me tocaban clases con él, y todos me vigilaban cuando daba las clases de inglés, hasta que al final lo cambiaron al grupo de Alex, me había comenzado a sentir realmente incómoda, inclusive mis problemas para respirar habían vuelto y presentaba un problema de ansiedad por lo menos 1 vez a la semana, no me gustaba, sentía que me asfixiaba en ese ambiente, pero no iba a ceder, debía mantenerme firme para estar preparada a lo que seguía.
Alex era una especie de mensajero entre yo y el profesor en la escuela, pues teníamos prohibido estar en la misma área a menos que fuera estrictamente necesario, claro que comenzaban a sospechar aquello por lo que teníamos señales para cualquier cosa. No les había dicho nada de lo que tenía planeado, o lo que sucedería, porque yo más bien estaba esperando a eso y para no herir a nadie me lo había guardado.
Debía ser sincera, no estaba segura si funcionaría, es decir, sí, lo dije con toda la confianza del mundo, muestro seguridad sin problema, pero, dentro de mi sentía que no era suficiente, que no resultaría y eso me preocupaba de sobremanera, no quería pensar mucho en eso, pero era casi imposible aquello, básicamente me estaba jugando todo por un “creo que esto pasará”, un día, a escondidas decidí visitar a la profesora a su casa, pues ya la habían dado de alta y su hermano estaba trabajando, no le habían permitido regresar a la escuela por el miedo que reaccionara ante mí o Akiyama-san, pero ahí iba yo, directamente a su casa en busca de problemas.
No fue complicado encontrar su departamento, recopilé todos mis conocimiento sobre abrir una puerta sin llave que aprendí en la secundaria, tardé cerca de 46 segundos y entré sin ningún tipo de problema, pero ahora sí venía lo bueno, era sacarle la sopa a la profesora, amenazarla y dejar actuar a su equipo, era lo que más ansiosa me iba a tener, porque no sabía cuándo ni a qué hora lo harían, pero después de esto debía mantener mis 6 sentidos -la intuición cuenta como uno según mis investigaciones- en alerta y así conseguir lo que quería y necesitaba de ambas mujeres.
Escuché ruidos a lo lejos, caminé a hurtadillas, cuidando de ver dónde pisaba, pero al mismo tiempo vigilando lo que pasaba a mi alrededor, pronto, mientras más me acercaba a una puerta se escuchaba la voz de la profesora hablando, en inglés, y debo decir que en un inglés impresionante. Pude haberme sentido orgullosa de eso si no supiera la razón por la que lo hace. Mordí mi labio inferior mientras llegaba frente a la puerta, como las puertas eran de las tradicionales de papel era sumamente fácil que los sonidos salieran, al igual que deslizar la puerta sin problema, sin que nadie lo notara.
—Sí, envié las pruebas a la dirección, aunque cuando las vi me dieron ganas de romperlas y quemarlas— era la voz de Kamenashi-san, sonaba pausada, seguramente pensando en las palabras antes de decirlas. Fue un momento de silencio antes de que hablara de nuevo —No sé qué sucedió con Kaito, son muy privados, no puedo saberlo, hicieron prometer que no le contarían a nadie que no estuvo en esa sala, eso me incluye. —de nuevo un silencio —No, estoy segura de que Luján no lo sabe tampoco. Entonces, ¿sí vendrás? —aquello me dejó helada, ¿qué?, ¿Allyson?, ¿venir? —Me caería bien tu apoyo, no es por nada, pero Luján da miedo, la última vez no pude evitar sentirme amenazada por ella. —un pequeño silencio de nuevo y se escuchó como un suspiro de alivio —¡gracias, Meléndez-san! Perdón, Allyson-san. Estaré esperándote.
—Yo también— dije en voz alta para que ambas me escucharan, al instante, Kamenashi-san dio un brinco de sorpresa y rápidamente se volteó para encararme, abrió los ojos como platos, mientras que yo los entrecerré, dándole esa mirada de “yo si te mato”, la cual no era obviamente literal, pero así la sentían todos los chicos. —Pero, mientras esperamos a tu llegada, Kamenashi-san y yo jugaremos un poco— dije con voz amenazante mientras me acercaba, la mujer fue retrocediendo hasta chocar con la pared, le arrebate el celular y antes de colgar dije a la rubia a través del teléfono —Que no se te olvide qué de las dos, tú eras la pendeja que dependía de mí.
…
He estado cerca de 3 minutos mirando fijamente a Kamenashi-san con una mesa de separación entre ambas, esta vez ella no podía mentir, no podía fingir que yo no le daba miedo, se veía reflejado en toda su cara, estaba nerviosa, no la tenía amarrada ni nada, pero se notaba que no se iba a mover por más que mentalmente se recalcara aquello. Yo por mi parte tenía los brazos cruzados, al igual que mis piernas, dándome una imagen más de poder, eso era lo que quería, darle a entender que ella no iba a escapar y que ahora la que mandaba era yo.
—Mira, no voy a ser una bestia, pero tengo la paciencia contada ¿entendido? —No esperé respuesta y le miré con más intensidad —¿Qué fue lo que le diste al director?
—Unas fotografías —respondió de inmediato, levanté una ceja, esperando más información, algo que ella captó, apretó sus puños sobre la mesa —de ti y Kaito juntos.
—Sé más específica— pedí —Pueden ser fotografías de la escuela sin problema, pero sé que no es así, dime— esta vez demandé más fuerte.
—Tú y él en su casa, durmiendo juntos y…— hizo una pausa y apretó más sus manos —y una foto de ustedes besándose en el hospital.
—Lo sabía— susurré, pero lo suficientemente alto para que ella me escuchara, cerré los ojos un momento, eso significaba de trabajaron juntas antes del incidente, era obvio por los mensajes, pero, ¿fotografías de la casa?, ¿cómo habían sabido que había regresado?, nadie lo sabía, ni Kento ni Esmeralda que eran los que ellas habían mensajeado, además estoy segura de que Kamenashi-san no me reconoció en ese momento. Las fotos del hospital también eran un misterio, ella estaba encerrada en el psiquiátrico…—¿Cómo? —ella pareció no comprender mi pregunta —¿Cómo conseguiste las fotos? —ella hizo una media sonrisa, temiendo que yo le hiciera algo por sonreírme como planeaba.