Shoganai

Capítulo 50. El castigo de Eider (parte 2)

Ya eran finales de febrero, ya todos estaban emocionados por que llegara marzo para las actividades, era la única manera de que se distrajeran de los eventos recientes respecto a Eider y la escuela, en esos días ya habían tenido otra reunión, esta vez con la chica, ella se veía peor que la última vez, inclusive le fallaba la voz, los profesores creían que esto se debía a que ya no la usaba mucho, pues no hablaba para nada en la escuela y según sabían de su hermano, ella se iba directo a su habitación y no se escuchaba ni su respiración. Definitivamente el que la adolescente entrara a esa sala de juntas, había hecho que todos quisieran eludir el hablarle a la chica, su pálida piel, sus pómulos ahora muy notorios, labios quebrados, sus bellísimos ojos verdes ahora demasiado apagados que parecían café oscuro… no se parecía en nada a la Eider Luján que llegó el primer día con piel semi-bronceada, sus ojos iluminados aun cuando te miraba seriamente y generalmente sana, ahora parecía muy enferma, casi muerta.

Después de eso, todavía quedaba una reunión con el consejo escolar para decidir qué hacer con el profesor, Eider con dificultad se inclinó mientras agradecía en voz baja, y con el permiso del director salió de ese salón para regresar y prepararse para irse a casa, nadie dijo ni una palabra, ni un suspiro cuando la castaña dejó la sala, simplemente intercambiaron miradas discretas que dejaban ver la preocupación que tenían por ella, el director después los despidió y todos se levantaron para ir directo a sus clubs o a casa.

Eider caminaba despacio por la acera, estaba indecisa si ir a casa o verse con Kazuki, pero comprendió que necesitaba compañía, así que mandó un mensaje a su hermano diciendo que pasaría ese día y el fin de semana en casa de un amigo, que iría a recoger una ropa.

Kento Bro

Está bien.

Dime qué ropa quieres y yo te la empaco

Para que no pierdas tiempo y luz de sol.

 

Aquello le hizo sonreír a la chica, quién agradeció y le dio instrucciones de la ropa que quería. Llegó a su primera parada, que era la cafetería en la que trabajaba Kenshin, se puso un gorro rojo que no había usado nunca, al igual que una chamarra beige, esto para evitar que los chicos la reconocieran, pues ella sabía que Alex se la pasaba viviendo ahí, al entrar a la tienda vio la cabellera del rubio de espaldas a ella y en frente a Kenshin, quienes estaban hablando y riendo, eso le hizo a Eider sentirse bien, se dirigió al mostrador y dijo el nombre de Kazuki para que le dieran su orden, la chica que le atendió sonrió y le entregó la bolsa, Eider le dio el dinero y agradeció. Salió de allí, y antes de emprender su caminata de regreso, miró una vez más por la ventana, definitivamente le hacía un bien mirar a su amigo tan feliz.

Cuando comprendió que estaba cerca del área escolar, decidió irse por la otra calle, no quería encontrar a sus compañeros, o al alguien de aquella escuela, pasó rápidamente, y aceleró un poco el paso para llegar a tiempo a casa, pero un cuerpo la tomó fuertemente, ella de la impresión no pudo responder, la metieron al asiento del copiloto del coche, ella golpeó en la pierna a quien la estaba secuestrando, pero, no fue lo que ella esperaba.

—¡Ah! —se quejó —¡Soy yo, Eider!, Kaito— dijo mientras levantaba la mirada, ella se quedó quieta en el asiento, mirándolo con los ojos abiertos, el profesor aprovechó y rodeó el auto para irse al asiento del piloto.

—¿Kaito?, ¿qué haces? —respondió ella un poco acelerada.

—Tranquila, está bien, nadie nos ve aquí. —luego de eso encendió el coche y comenzó la ruta a la casa de ella —Sólo, quería hablar contigo, me hacía falta después de todo esto— comentó después de un tiempo, Eider podía ver el rostro triste del profesor, y eso le hizo sentirse culpable de alguna forma, ella apretó los labios levemente, pensando en qué decir.

—Está bien, esto terminará pronto, y le prometo que usted conservará su trabajo— respondió la chica en voz baja, el profesor paró el coche cerca de la casa de la chica, pero a una distancia prudente para que no le reconocieran.

—Eider, no me interesa conservar mi trabajo si no puedo tenerte, si lo pierdo, quiere decir que tengo algo mejor después, que hay un trabajo mejor esperándome— ella negó.

—No tiene sentido, puede conservar su trabajo aquí, yo me iré el mes que entra y todo puede terminar, no es justo para usted, ni para mí— el profesor sintió un arrebato de ternura, ella se preocupaba tanto por él que incluso le hablaba de usted, quería protegerlo, una adolescente de 17 años quería proteger a un adulto de 32, sonaba gracioso, pero para él simplemente era tierno.

—Todo saldrá bien, Eider, estaremos bien— le besó la cabeza, ella no lo admitiría, pero eso era lo que le hacía falta, le hacía tanta falta la muestra de afecto de alguien, estaba tan empeñada en alejarlos a todos para que no sufrieran que ella se estaba acabando sola, y esa sola acción le reinició la vida, la volvió más fuerte —¿A dónde llevas eso? —preguntó el profesor mirando la bolsa de la cafetería entre las manos de la chica, ella sonrió, esperando —¿quién es Kazuki? —ahí estaba.

—Un amigo, pasaré las siguientes noches con él, necesito compañía de alguien ajeno a la situación —sonrió feliz la chica, al profesor no le hizo ninguna gracia, un chico, pasaría varias noches, durmiendo junto a un chico.

—Te llevo— dijo, ella rodó los ojos, dejó la bolsa en el auto y se bajó para recoger la pequeña maleta que le dejó Kento.

—Deja de mirarlo, lo asustas— replicó la chica al hombre de cabello castaño, quien no podía dejar de ver al joven japonés con el que Eider se quedaría los siguientes días, el pobre Kazuki no podía reaccionar, estaba bastante tenso, había pasado los últimos minutos pasando saliva e inmóvil en su propio departamento —ooookey, gracias por traerme, ahora vete —dijo la chica dándose cuenta del estado de su amigo que le daría alojo, sacó al profesor a la puerta, lo vigiló que se pusiera los zapatos, él lo hizo con una mueca en el rostro demostrando que no estaba muy de acuerdo, terminando volteó a ver la chica.




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