Nanami Kamenashi sabía que algo iba mal desde el momento en el que Allyson le presentó el collar diseñado para entrenar perros modificado, para aquel momento, Eider llevaba apenas una hora en la habitación encerrada y amarrada, no había hecho nada, nada de nada, Allyson tenía una mirada que a Nanami le asustaba, no era tan poderosa y oscura como la de Eider pero tenía esa pizca de maldad, como ojos de villano, inyectados de sangre que hacían aparecer una corriente eléctrica en su espina dorsal.
A la profesora le había entrado la duda, ya no sabía que hacer, es decir, sí, odiaba a la castaña porque la alejó de Kaito, la odiaba porque era buena en todo lo que hacía, la odiaba porque era bonita y un sinfín de cosas más, pero, al verla tan acabada le hizo dudar un poco sobre la acción que estaba tomando, ¿de verdad se merecía todo eso? Nanami no sabía que es lo que había pasado con Eider y Allyson que hacía que se odiaran tanto, la rubia nunca se lo explicó, por lo que tenía curiosidad de saber lo que pasaba.
La mujer japonesa era la encargada de vigilar a Eider, ahora que se encontraban en el barrio de Sakura-ku era más difícil que las encontraran, Allyson salía a conseguir comida y a descansar a su hotel reservado mientras que Nanami se quedaba en aquel lugar, no es que el lugar fuera feo, tenía las comodidades base, así que era posible vivir allí un tiempo.
—No puedo quedarme por más que quiera— dijo Allyson un día antes de partir a su hotel —mis padres vigilan mis salidas, en todos los hoteles les piden que les den información sobre mí, así que debo atender a ello— se acomodó la gigantesca chamarra y le dedicó a la profesora una sonrisa —vigílala bien, ambas sabemos de lo que es capaz.
Los siguientes días se la había pasado vigilando a Eider, solo tenía instrucciones de vigilarla, la adolescente no hablaba, después de lo que pasó en el vídeo de la escuela no volvió a hablar aunque tuviera la boca destapada, además, no había recibido alimento, solo agua y tenía permiso de ir al baño, Eider se fue haciendo pálida, más delgada y con las bolsas de los ojos casi negras, era preocupante, así que, Nanami decidió comprar aunque sea un comida de conbini, eran muy buenas pero quizá no tan sanas, regresó al lugar y fue directo a la habitación dónde estaba Eider, abrió la puerta y como siempre, la chica estaba sentada, con la cabeza baja y sin emitir ni un sonido.
—Ah, Luján— susurró Nanami, la chica lentamente elevó su cara, la profesora le quitó la tela que impedía que hablara, notando sus labios resecos —Ah, traje un poco de comida— dijo así que primero le dio agua para que la comida no le hiciera daño a su garganta por estar seca, el primer pedazo llegó a la boca y Eider la mordió, la saboreó y tragó. Así sucesivamente hasta que terminó, aquello le dejó satisfecha, hacía días que no probaba ninguna comida.
—¿Por qué? —preguntó en voz baja, tan baja que de no haber sido por el silencio de la habitación no la hubiera escuchado.
—Dejarte sin comida es inhumano, yo si te di.
—Está en contra de las órdenes de Allyson.
—Lo sé, pero no lo sabrá. —quedaron en silencio un rato antes de que Nanami hablara de nuevo. —¿Por qué se odian?, ¿qué sucedió?
—Lo mismo que pasó contigo. Ella creé que le quité a Alex— explicó, aquello le sorprendió a Nanami —Alex y yo somos amigos, era inevitable, es el único que vino conmigo aquí a Saitama, pero no fuimos, somos, ni seremos nada, porque Alex es gay. —Nanami abrió la boca, aquello si que no se lo esperaba, en ningún momento se le pudo haber ocurrido —Además, me di cuenta de que me usó, nunca le importé, las amigas no hacen daños irreparables, no la odio, simplemente ahora me da igual. Creo que estoy teniendo el castigo que merezco después de todo, lamento haberle quitado a Kaito, no fue mi intención en ningún momento.
De pronto el collar comenzó a funcionar, Nanami se alejó de pronto cayendo hacía atrás, ella sabía que Allyson hacía eso cada vez que llegaba al lugar para decirle como un “ya estoy aquí”, la profesora rápidamente levantó la basura de la comida de Eider, había quedado un pedazo así que se alejó, se sentó y comenzó a comerlo, la rubia apareció por la puerta con una sonrisa, vio una botella de agua cerca de Eider y miró a Nanami —oh, le acabas de dar agua— la profesora asintió mientras masticaba y tiraba el plástico a la basura —eso quiere decir que en unos 7 minutos querrá ir al baño por la descarga —hizo un puchero. —Bueno no importa, mañana será un día increíble.
—¿En serio? —preguntó Nanami.
—¡Sí! —dijo emocionada la otra chica, detuvo las descargas y se acercó a Eider —Mañana será el fin de Eider Luján— aquello le tomó por sorpresa a la mujer, una descarga se hizo presente desde su cuello y hasta su cadera, Allyson rió un poco más fuerte y tomó a Eider del mentón fuertemente —Ya no harás más daño, créeme, estoy haciéndole un favor al mundo y a ti, me acabo de enterar de lo que pasó con tus padres, no te preocupes, te reunirás con ellos mañana— le soltó, Eider abrió la boca.
—baño— susurró, Allyson rodó los ojos y miró a Nanami.
—Llévala y dale un baño también, traje ropa para la ocasión— Nanami asintió y deshizo los amarres de Eider, como la chica ahora no pesaba tanto pudo cargarla, Allyson después de unos minutos salió, pues era hora de regresar a su hotel, había platicado de su plan con Nanami mientras ella dejaba remojando a Eider en la bañera, explicaba todo con emoción y le enseñó planos y todo, también le habló de que se enteró que los padres de la chica habían muerto y esa había sido la razón por la que desapareció, no estaba en Japón, se había ido a México, era mucha información de golpe para el cerebro de Nanami. —Bueno, me voy, vigílala, te mandaré mensaje —y con ello se fue.
Cuando regresó al baño, Eider seguía allí, tenía los ojos cerrados, posiblemente estaba dormida, pudo haber escapado, pero se quedó allí, Nanami entendía que era porque estaba débil al no recibir comida, cuando dormía no descansaba por la posición. La profesora prosiguió a quitarle el collar a Eider, una mueca de terror se vio en su cara al ver las terribles marcas que habían dejado las constantes descargas, estaba casi quemado.