Yo sabía que no tendría mucho tiempo para mí, después de la última vez sabía perfectamente que los chicos no me dejarían y que en cuanto los médicos les dijeran que podían visitarme no se separarían de mi lado, la realidad es que, a pesar de que me movía en el alma que se preocuparan tanto por mí, no quería que estuvieran como garrapata pegadas a mi presencia, así que aproveché el tiempo que pasé sola, me sirvió para pensar las cosas, para analizar mejor la situación y ver mis momentos de debilidad. Me habían pegado bastante fuerte, todo se me había acumulado, así que no me sorprendía que haya tenido pensamientos suicidas.
Muchas de las cosas las olvidé, o estaban borrosas en mi memoria, no recordaba casi nada, por lo que me preguntaba cuanto tiempo fue está vez. Creo que estaba siendo muy obvia con querer estar sola, pues los médicos venían a darme de comer a escondidas, además de que eran casi las 7 de la tarde y no había tenido ninguna visita, estaba total e infinitamente agradecida por ello, porque antes de enfrentarme a las personas que más se preocupaban por mí y que me agradaban, quería primero zanjar el asunto para mí, intentar recordar lo que sucedió para después dejarlo ir, porque de nada servía guardar el dolor.
Cerré los ojos un momento, una vez la habitación estuvo sola de nuevo, había algo que sí recordaba perfectamente y era el haberme despertado y ver llamas a mi alrededor, el cómo al principio me valió, porque estaba tan mal que dije “sí me lo merezco”, no hice nada, pero escuchaba patadas a la puerta y alguien sollozando afuera, creí que era mi imaginación, así que sólo cerré los ojos, esperando mi final. Sin embargo, recuerdo también que me sumergí en una especie de sueño, dónde todo a mi alrededor era de color turquesa, mi color favorito, después las voces de mis padres inundaron el lugar, diciéndome algo que curiosamente es lo único que no recuerdo, pero me dieron fuerzas para levantarme y forzar el candado para abrir la puerta, estaba demasiado débil por todo el tiempo que estuve aspirando el humo, pero logré caminar y enfocar mi vista, por alguna razón, mirar a Kamenashi-san, me hizo sentir mejor.
Cada recuerdo que me llegaba de repente era para pensar que es lo que en sí había pasado y cuando tiempo estuve encerrada, pero no tenía ni una pista, pues siempre estuve con los ojos tapados, pero solía escuchar a Allyson cuando entraba y salía, por lo que sentía que al menos habían sido 4 días.
Después de sentirme cómoda y dormir perfectamente, le dije a los médicos que me sentía mejor y de humor para recibir visitas, claro que no me esperaba que ellos regresaran 3 minutos después de haber dicho eso con el montón de gente que esperaba aquella noticia, obviamente sabía que Kaito, Rumi, Hiroto y Kazuki estarían allí, pero me tomó por sorpresa los demás: Alex, Kento, algunos profesores, el director de la escuela y mis amigos, ¿qué día era?, creo que mi confusión era evidente, pero supongo que al tener una mueca pensaran que estaba enojada con ellos porque su sonrisa se fue borrando poco a poco.
Sin embargo, eso no le importó a Kazuki, quien me abrazó de inmediato con mucho cuidado, no quería que se sintiera mal, porque sentía que se iba a culpar de lo que pasó por estar allí, le regresé el abrazo como pude mientras le susurraba que estaba bien, entonces fue que sonreí, pero no fue suficiente para los demás presentes quienes seguían serios y con ojos avergonzados, no los culpaba y quería que supieran que no lo hacía para nada.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Rumi acercándose.
—Bien— respondí con la voz ronca —me duelen algunas cosas, pero me siento bien.
—Me alegro— Rumi me sonrió amablemente, después, la sala se sumió en un silencio incómodo, yo seguía abrazando a Kazuki así que desvié mi mirada de las personas al cabello del chico mientras lo acariciaba, apreté un poco los labios, inhalé calmadamente y después dejé salir el aire, Kazuki se separó de mí y, como si comprendiera mi mirada, salió de la habitación. Al estar separados perfectamente, mis ojos fueron al lado izquierdo, dónde estaban Rumi, Kaito y Hiroto.
—Salgan— más que un comentario sonó a una orden, así que, con una mirada de sorpresa y ansiedad, queriéndome decir algo, entrecerré los ojos haciendo que acataran lo que dije —ustedes también— ahora mis ojos estaban fijos en el grupo del centro, dónde estaba mi hermano Kento y mis amigos, Sakura, Kyosuke, Tomoya y Aina; ellos sin dudar dejaron la habitación, dejándome a solas con el clan escolar: los profesores y el director, algunos de ellos tragaron grueso al ver mis ojos, no estaba enojada, para nada, pero tenía esa vibra.
Primero estaban en una especie de shook, pero justo antes de que yo intentara hablar comenzaron a hablar al mismo tiempo diciendo mil y un disculpas que me tomaron por sorpresa -lo cual me dejó confundida porque sí me lo esperaba- después de unos minutos, al ver que no se callaban alcé la mano y el bullicio paró —silencio, que no puedo elevar la voz— comenté y me aclaré la garganta, la sentía rasposa por lo que busqué la botella de agua y tomé un poco —No se preocupen, los perdono, no estoy enojada con ustedes ni con nadie.— Aquello hizo que abrieran los ojos e inclusive vi como algunos comenzaban a acumular lágrimas en sus ojos.
—Pero, nosotros, no fuimos nada profesionales. —dijo una de las mujeres.
—Exacto— afirmó Yamada-sensei —Nuestro deber es ayudar y proteger a nuestros estudiantes.
—Lo sé— interrumpí —pero también lo es acatar las órdenes de más arriba, no los culpo, hicieron lo que tenían que hacer, protegieron a los demás estudiantes, cumplieron con su deber— una sonrisa apareció en mis labios, dejándolos aún más perplejos —guardar rencor no es lo mío, tampoco es que lo sienta, así que no se preocupen y déjenlo ir, estoy bien, estoy viva, estoy completa, así que no se culpen, está en el pasado.
—Eider-san…— Himura-sensei susurró