Santiago James
Escuché el auto de Tom estacionar afuera, luego la puerta se abrió y empecé a escuchar como metían las maletas, iba a salir a ayudar, pero estaba muy nervioso, necesitaba respirar un poco más antes de que se me olvidara como hacerlo. La puerta se cerró, es decir, mi entrada.
Salí por el pasillo de las habitaciones que se dirigía a la sala y la ví, no sé si a ella le paso pero por un instante todo el universo conspiró con nosotros para que se parara el tiempo, todo sucedía en cámara lenta, nuestros ojos se cruzaron otra vez después de tanto tiempo, verde con azul, ese verde esmeralda que me volvía loco, pude notar como dejo de respirar, por un instante, breve claro, Tammy Aiken, nada más y nada menos, carraspeó con su garganta para interrumpir nuestra increíble conexión.
Tom les dió la bienvenida a las chicas y era mi turno de hacerlo.
—Bienvenidas. –dije viendo fijamente a Nora quien, como cosa rara, se sonrojó y justo sonó el timbre- Han llegado justo a tiempo, llegó la pizza.
Me dirigí a la puerta y en el camino rocé “accidentalmente” a Nora, la ví de reojo, no me odia tanto. Le abrí al chico de las pizzas, le pagué, agarré las pizzas y al llegar Tom y Tammy estaban discutiendo, como siempre, solo que esta vez no tenia ni idea de que hablaban, yo solo tenia ojos para una persona en estos momentos.
Era hora de cortar un poco la discusión de este par, así que sugerí comer.
—Pueden dejar sus cosas mientras comemos. ¿prefieren aquí o viendo una peli en el sofá? –si íbamos a comer pizza que al menos sea viendo una peli.
—En el sofá. –para mi suerte Barbie adora las películas y decidió ver una peli.
Los diablillos Aiken se miraron, luego me miraron a mí, después al sofá y por último a Nora, no pueden ser mas indiscretos estos dos porque se mueren. Una cosa, discreción, creo que esa palabra no va con este par.
Como dijo Tom, Nora se fue directo a uno de los sillones individuales, si lo veía venir, solo que fue muy rápido, tenía mini esperanzas de que se quisiera sentar junto a mí.
¿Qué mas soñaste? Obvio que no se va a sentar contigo, sino te odia es un milagro.
Ignoremos a mi conciencia, lo siguiente sería ser amable, así que me acerque a ella con la pizza de jamón y maíz, tenía entendido que de todas, esa era su favorita.
—¿Quieres pizza solecito? –le dije en un tono suave, ella se estremeció un poco al notar lo cerca que estaba.
—Creo que prefiero quedarme con la caja. –dijo una Nora muy sonrojada y en un intento de ser odiosa, también me quito la caja.
—Toda tuya princesa. –le dije para luego irme y buscar más pizza, me sentía cómodo, ahora ella estaba en mi territorio, en esto era bueno, coqueteo, miradas, sonrisas, sería pan comido.
Me acerqué a buscar otra caja y Tom y Tammy me miraban fijamente.
—Muy cursi y muy lindo, me encantan. –dijo Barbie toda emocionada y susurrando.
—Cállate Barbie. –le dije de forma amable, yo la quiero, pero es muy entrometida.
Lo más lógico y sano para todos fue que Tam se sentara en el otro sillón y Tom y yo en el sofá.
Como era de esperarse Barbie agarró el control, colocó Netflix y eligió la película “A dos metros de ti”, la había visto como un trillón de veces, cada que podía esta niña la ponía, creo que ya me sabía el guión de memoria. Lo que no me esperé es ver a Nora llorando, wow, le gustaba la peli, creo que ahora me gusta más.
Durante la película todos estuvimos concentrados, excepto por una que otra vez que Nora y yo cruzamos miradas, ella solo me esquivaba y seguía viendo. Pero como toda película, ésta llegó a su fin.
—Parecen bebés lloronas. –dijo Tom al ver al par de niñas llorando.
—Cállate, eres un insensible. –dijo Tammy entre lágrimas.
—Y tu eres una exagerada Barbie. –no lo pude contener, esa niña lloraba como si se hubiera muerto alguien de verdad.
—Pues tu también eres un insensible James. –James, solo una persona me llamaba así y esa persona acaba de llamar toda mi atención.
—¿Yo soy un insensible solecito? –dije indignado.
—Sí ¿Cómo no vas a llorar con esta película?
—Princesa, esta película la he visto un trillón de veces, creo que ya soy inmune.
—No me digas princesa –puso los ojos en blanco- y yo también la he visto un trillón de veces y aún así mírame, insensible. -dijo limpiándose las lágrimas de sus mejillas.
—Llorona.
—Inmaduro.
—Princesa.
—Tonto.
—¿Acabas de decirme que me quieres solecito? –dije un poco sugerente, estaba que me mataba, pero se veía tierna enojada.
—Eres un idiota James, jamás en mi corta vida te he querido y jamás lo haré. –Auch, esto duele, mucho, pero estaba enojada y hablaba su “yo enojada”.
—Nunca has escuchado eso de “nunca digas nunca” es lo mismo que con jamás “jamás digas jamás”, tu no sabes las vueltas que da la vida Enora. –dije lo más suave posible y tratando de mostrar que lo que dijo anteriormente no me afectó.