Enora Becker
Sábado 5 de febrero, desperté por la alarma, la habitación era bastante oscura, más de lo que me gustaría, no soy fan de la oscuridad, pero no podía sacar mi lámpara después de anoche.
Y que noche amiga.
Había sido… interesante, supongo, pero hora de despertar, ya han sonado como 3 alarmas, es decir que son como a las 8:15, tarde, obviamente, debo llegar a las 9.
Abrí mis ojos y para mi sorpresa no había nadie a mi lado, pero si habían ¿flores?
Esto es nuevo, espera… bueno realmente no esperaba nada, cuando mucho verlo durmiendo a mi lado, pero flores, wow, estoy impresionada.
Me incorporé lentamente en la cama y tome las flores, girasoles y rosas rojas, mis favoritas, no pude evitar sonrojarme, tenían una nota:
“Solecito, no me gusta discutir contigo.
Lo siento mucho.
James”
Esto sin duda es lo más lindo que alguien ha hecho por mi desde… bueno, desde nunca, nunca nadie había hecho esto por mi antes, al menos que las flores que me da mi madre en mi cumpleaños cuenten…
No cuentan.
Es tarde, necesito dejar de ver las flores, pero debo ponerlas en agua, que empiece la búsqueda del tesoro porque dudo mucho que este par tenga un florero en la casa, al menos un vaso o una jarra debo buscar. Pero antes iré al baño.
…
Salí del baño, en el cual me dí una ducha rápida y cepillé mis dientes, me coloqué una falda roja con botas altas de color negro y un jersey blanco, creo que se ve bien.
Y si no me da igual, voy tarde, 8:40 y aún debía encontrar el “florero”.
Salí de la habitación para encontrarme en una sala vacía y solitaria, se sentía el silencio, probablemente yo sea la única loca despierta un sábado tan temprano.
Y James.
Sí, también él, aunque no tengo idea de donde está.
Me dirigí a la cocina con las flores en la mano, las coloqué con cuidado sobre la encimera y me dispuse a buscar algo para meterlas en agua.
Nada.
Llevo como 5 minutos buscando y solo encontré los platos, el lugar de las cosas de limpieza, los cubiertos, tazas…
—¿Buscas algo? –esa voz, su voz, sentí como mis piernas se hacían gelatina y me giraba lentamente hasta verlo del otro lado de la encimera.
—¿Eh? … mmm, si, yo… eh... buscaba un florero. -¿qué fue eso? ¿Desde cuándo me pongo así de nerviosa? Y más que nada ¿Por qué estaba nerviosa? Aunque claro podía notar el brillo en sus ojos y esa sonrisa de lado con una pizca de diversión que hace que se me olvide el mundo entero.
—¿Florero? –lo repitió como si fuera una palabra de otro mundo.
—Para las flores James. –dije como algo obvio y señalándolas sobre la encimera.
—¿Te gustaron? –ay no, esa voz no, odio cuando usa esa voz toda seductora.
Te encanta que use esa voz.
Shhh ¿de qué lado estas?
Del lado del chico guapo con mono gris y camiseta blanca que se nota que viene de correr y además es increíblemente sexy. ¿Tú de que lado estarías?
Mi conciencia tenía un punto, pero es mi conciencia, se supone que debería estar de mi lado.
Aunque si me fijo más, creo que si viene de correr, puedo notar pequeñas gotas de sudor bajar por su frente, su camiseta pegada a su dorso –este chico está echo por los mismos dioses, aunque estar así de bueno debería ser ilegal, creo que fue hecho por el mismo Lucifer, porque Madre Teresa está para comérselo- creo que hace calor.
—Solecito ¿estás bien? –me preguntó Tiago distrayéndome de mi perversión, digo de mis pensamientos puros y sanos.
—¿Yo? –miro a todos lados como haciendo referencia a lo obvio y luego asintió- Sí, ¿Por qué?
—Porque estás roja y tu respiración esta agitada. –ya se había dado cuenta, no hay que entrar en pánico.
—No te creeeeo.–dije tratando de disimular y volteándome haciendo como si siguiera buscando… ¿Qué era lo que buscaba?
El florero, querida.
Exacto, el florero.
—Solecito, no tenemos un florero, si eso es lo que buscas. –escuché sus pasos acercarse, ay no, que no se acerque- Además se te hace tarde para tu clase de música- para cuando me di la vuelta se encontraba de pie junto a mí, esperen…
—¿Cómo sabes que tengo clase de música? –no se esperaba mi pregunta, pero siguió igual de relajado.
¿Por qué yo era la única tensa aquí? Sentía que me daba algo, si seguía así, iba a derretir el polo sur.
En el polo Sur no hay vida.
Porque es más helado tonta.
Si te das cuenta que cuando me dices tonta te lo dices a tí ¿no?
Silencio Cata.
—Porque Barbie me dijo. –dijo tan relajado.