Enora Becker
Me desperté y no había nadie en la cama, que extraño, vi la hora y no, no era extraño, eran las 7:30, los martes los chicos tiene clase a las 7:45 y yo tengo clase en media hora, genial, tarde.
Me paré corriendo, cepillé mis dientes, me di un baño rápido, me vestí y salí apurada, pero me detuve en seco cuando en la sala me encontré con un girasol que tenía una nota y al lado las llaves del Audi.
"Un girasol es una flor que se mueve a medida que el sol va cambiando su posición, es increíble y único, como tu solecito.
Pd: te dejo las llaves del Audi para que vayas a clases, cuando me fui seguías dormida, así que probablemente ya estés tarde para llegar a clases.
Te quiere
James."
Sentí mi corazón a punto de salirse de mi pecho, no podía enojarme con él si hacía este tipo de cosas, era demasiado tierno.
Si tú no lo quieres yo sí.
Somos la misma persona tonta.
Exacto, acabas de insultarnos.
Puse los ojos en blanco ante mi conciencia y aún no podía creer que tenía las llaves de Audi en mis manos.
Salí de la casa y me subí al auto, era increíble.
Llegué en 7 minutos a la universidad, se sentía increíble conducir este bebé.
Claramente no llegué tarde a clases –gracias a James y su generosidad de prestarme el Audi.
Estuve en mis clases habituales y como hoy no iba a estudiar en la biblioteca si no en casa me fui directo al estacionamiento, donde me encontré a un chico rubio, de ojos azules, alto y extremadamente guapo apoyado en el capó del Audi.
—¿Te importaría llevarme? –dijo Tiago sonriendo.
—Creí que te irías con Tom. –dije pulsando un botón del control para bajar los seguros.
—Prefiero irme contigo. –dijo cuando ya estaba cerca.
Era la hora de salida y todos nos observaban, me tomó entre sus brazos y me abrazo.
—Hora de irnos princesa. –dijo extendiendo su mano.
—¿Qué? –lo mire extrañada.
—Las llaves.
—No.
—¿No? –dijo pegándome a él, pude sentir la corriente que solo él sabia provocar en mi recorriendo mi cuerpo entero.
—No. –dije una vez más.
—Las llaves o... -si creía que podía amenazarme estaba muy equivocado.
—¿O que James? –me sentía llena de valor, yo tenía las llevas y no iba a dejar que me fuera sola.
—O te beso aquí delante de todos. –no lo haría.
Tú sigue tentando al destino querida, que yo disfruto.
—Quiero ver lo intentes. –muy bien si estaba tentando al destino y si estaba dolida por lo de ayer, pero su gesto de la mañana fue lindo y no pienso dejar que me quite las llaves.
Además, no podía enojarme con él, él no sabía que yo estaba enojada, me trataba increíblemente bien, solo tenía un estúpido secreto que me consumía la curiosidad, pero no puedo estar enojada con él.
Lo quiero y ese es mi punto débil.
—¿Te gusta jugar con fuego verdad solecito? –dijo apretando mi cintura y pegándome a él.
—No puedo quemarme si ya estoy ardiendo. –le dije y pude ver una media sonrisa perversa en su rostro que hizo que todo mi cuerpo se estremeciera.
—Pues entonces quiero arder contigo. –me pego a él y me besó.
Era un beso intenso lleno de deseo, amor y ¿perdón? Si esta es su forma de disculparse no voy a quejarme.
Me dejó de besar y luego me sonrió aún apretando mi cintura.
—Te dije que te besaría delante de todos, ahora dame las llaves. –me dijo dándome un corto beso y quitándome las llaves.
Yo aún seguía atónita por el beso, no lo podía creer, me había besado delante de todos en el estacionamiento, mi corazón iba estallar.
Me subí del lado del copiloto y él arrancó camino a casa.
—No creí que fueras a hacerlo.
—¿Por qué no? –me preguntó con su vista en el camino.
—No lo sé, no pensé que te gustaría que te vieran con alguien como yo.
—¿Alguien como tú? Te refieres a hermosa, inteligente, encantadora, alegre, única y además toda una artista? –solo lo mire y él se dio cuenta, tomó mi mano, la llevó a sus labios y me dio un tierno beso en los nudillos– Creo que soy muy afortunado de que me vean con alguien como tú. -me vio de reojo- La persona que esté contigo tiene que ser la más afortunada del universo solecito, eres única princesa y le voy a gritar al mundo que estás conmigo si es necesario, porque estar contigo es un jodido privilegio y tú me los estás permitiendo.
En ese instante no supe que decir, llegamos a casa, conduce rápido, pero ese no es el punto.
Se bajó del coche y me abrió la puerta.