Santiago James
Habían sido las dos mejores semanas del universo junto a mi solecito, íbamos más que bien, estábamos todo el tiempo juntos, prácticamente.
Mañana sería la fiesta de carnaval en casa de mi primo, Travis –puse los ojos en blanco al recordarlo- él era uno de los principales motivos por los cuales las cosas salieron mal con Molly, aunque ahora le daba gracias al cielo que así había sido porque si no nunca hubiese conocido a mi solecito.
—Tiago. –miré a Tom que me hablaba- Necesito ir a comprar el disfraz.
—Vamos porque yo igual.
Salimos rápido de la casa, las dos niñas estaban probándose ropa desde hace horas y no nos habían invitado a su desfile de modas, así que comprar el disfraz sería una distracción.
Entramos a la tienda de disfraces en el centro comercial porque Tom quería un disfraz de IT, lo cual no tiene sentido porque es carnaval.
—IT es de Halloween.
—Y eso me impide comprar el disfraz porque.... –dijo amargamente.
—No, no te lo impide, adelante.
La chica de disfraces le vendió un disfraz de tomate, literalmente.
—Eso es un tomate. –dije conteniendo la risa.
—Le aseguro que es un disfraz de payaso. –afirmó la chica.
—Sí, de un payaso muy hinchado. –dije riendo a carcajadas.
La chica y Tom me vieron mal, así que me salí de la tienda antes de que ambos me siguieran fulminando con la mirada.
Entré en una joyería que estaba al lado de la tienda de disfraces, había relojes, pulseras, aretes, collares, tiaras...
Sonreí al recordar a mi solecito, se vería increíble con una tiara.
Decidí escribirle a Barbie para ver de qué se iba a disfrazar Nora.
—¿De qué se va a disfrazar? –pregunté directo.
—Hola, primero nada y no te importa.
—Amargada dime. –lo envié- Por favor -envié el otro.
—De princesa.
—¿Tiene tiara?
—Aún no.
—Dime el color del vestido, yo la compro, estoy en el centro comercial.
—Amarillo. -no le respondí.
Como la Bella.
Vi varias tiaras, habían plateadas, doradas, grandes, pequeñas, con piedras, brillantes y entonces la vi, la tiara ideal una tiara mediana dorada con brillos plateados pequeños.
Era delicada y hermosa, como mi solecito.
—Quiero ésta. –le dije a la vendedora.
—Esa cuesta 700$. –me vio de arriba abajo.
¿Cree que no tengo dinero? Porque me pagan por estudiar las estrellas.
—Tenga. –le di la tarjeta negra- ¿Hacen diseños personalizados?
—Sí.
—¿Cuánto tiempo se demoran?
—Depende del modelo, mínimo una semana, máximo un mes. -dijo amablemente.
—Gracias. –pagué y me fui de la tienda, al salir Tom se encontraba afuera.
—¿Qué hacías?
—Un favor. –me escaneó, pero hable antes de que pudiera decir algo- Vamos a otra tienda para encontrar mi disfraz.
Fuimos a otra tienda donde compré un traje azul parecido al de la bestia, pero versión humana y una corona dorada.
Llegamos a casa y ellas seguían probándose ropa, era increíble.
Llegué directo a la cama, Nora llego más tarde porque sentí cuando me abrazó al momento de acostarse y la pegué a mi cuerpo.
Ahora dormía sin camisa, era una novedad que había olvidado, desde el 14 de febrero lo hacía, al principio sentía sus mejillas calientes cuando se acostaba en mi pecho, pero ahora... También, aún eran calientes, pero no tanto como antes.
...
Al día siguiente no hicimos nada, fue un día de total y absoluta vagancia, hasta que Barbie entró en crisis y mandó a Nora a bañarse.
Mientras ella se bañaba, Barbie aprovechó de pedirme la tiara, la cual le entregué.
Pasaron dos horas, las 6 Tom y yo decidimos irnos a arreglar, termine a las 7 tardándome y ellas aún seguían metidas en la habitación, era impresionante.
7:45 y vi a Barbie saliendo por el pasillo vestida de –enfoque bien antes de decirlo- ¡Barbie! claro que le quedaba bien.
Pero yo quería ver a mi solecito.
Barbie carraspeó con la garganta para llamar nuestra atención.
—Su atención por favor, con ustedes la princesa Enora Becker. –la anunció, Tom y yo nos pusimos de pie.
Ella entró a la sala y la miré directo a los ojos, el dorado en sus parpados resaltaba el verde de su iris.
Me acerqué a ella y le dije al oído–Te ves espectacular. –la tomé por la cintura y le di un corto beso.