Shooting Star

Capítulo 20

Enora Becker

Dos semanas llenas de tareas y trabajos habían pasado, hoy ignoré a James todo el día, pero es porque ando haciendo el bosquejo de la obra de arte para la feria que es en un mes. Ya estamos a principios de abril y la feria es el 6 de mayo, eso es ya, mañana literal.

Y mi bosquejo es él, él es mi inspiración y pues no quiero que lo vea hasta el día de la feria.

El cuadro es básicamente su cara, pero en vez de pintarlo lo voy a detallar con estrellas, es como si él fuera el universo lleno de estrellas, va a tener una aurora con planetas y el fondo va a ser con los colores de galaxia, bueno los que yo considero de galaxia, es algo muy lindo –y cursi- pero es algo real y expresa lo que siento.

En otras palabras, expresa que él es tu universo.

Pues sí, básicamente sí y lo es, mi vida sería muy... vacía, sin James, es mi complemento, además me ha estado apoyando estas dos semanas con las tareas y eso, aunque yo también lo trato de ayudar, claro que las ciencias no son lo mío, pero ahí vamos.

Aún no puedo creer que falte un mes para la feria, hace dos días fue enero, luego parpadeé y tas, abril.

Es increíble lo rápido que pasa el tiempo.

O como diría James, lo fugaz que puede llegar a ser.

Si bueno, lo fugaz aún no lo entiendo bien, fugaz es algo rápido, el tiempo no puede ser fugaz.

Creo que llevo toda la tarde aquí en la habitación, salí para ver a James y para mi sorpresa solo estaban los Aiken.

—¿Han visto a James? –pregunté, ambos se dieron una mirada rápida y voltearon a verme.

—Ni idea. –¿se sincronizaron o qué?

—¿Desde cuándo ustedes dos tan sincronizados?

—Desde nunca. –definitivamente sabían algo.

—Hablen ahora. –dije fulminándolos con la mirada.

—Norita, mi vida, mi amor, mi pedazo de sol, luz de mis días y noches...

—Muy bien Tam ¿Qué sabes? –ya había hablado demasiado, estaba haciendo tiempo y Tom le daba una mirada de "no digas nada".

—Estem... Bueno, Tiago está...

Se abrió la puerta y era él llegando.

—¿Dónde estabas? –pregunté curiosa.

—Salí a ver unas cosas. –lo miré esperando a que dijera algo más, pero no.

—¿Qué cosas? –no es que sea controladora...

Claro que eres controladora.

—Déjalo Norita, él y sus cosas de hombres. –muy bien esto si era raro, primero me trata de mil maravillas, luego evade el tema y ahora habla por él.

Algo traman estos tres y voy a averiguarlo como que me llamo Enora Catalina Becker Gray.

—¿Desde cuándo lo defiendes? –dije sin ocultar mi sorpresa.

—Desde que sé lo que fue a hacer. –así que si sabia la desgraciada.

La mirada de Tiago viajo a los ojos de Tom donde lo fulminó con la mirada y él se hizo el loco.

—Porque siento que todos aquí saben algo menos yo. –hice un mohín.

—Solecito, todos siempre sabemos algo que tu no, pero que eso no agobie tu linda cabecita, ¿quieres pizza? –odio que me trate tan bien cuando estoy a segundos se enojarme, no me deja enojarme en paz y de paso cambié el tema el muy tonto.

Tonto James.

Le di una mirada reprobatoria para que le quedara claro que esto no se iba a quedar así, pero asentí, igual si quería pizza.

—Doble queso. –murmuré a regañadientes.

—Como ordene la princesa. –dijo y marco al de las pizzas.

Mientras lo hacía yo fulminaba con la mirada a los Aiken, quienes disimulaban que veían por la ventana, sabrá la madre Teresa que cosa para no hablarme.

—Las pizzas vienen en camino. –dijo James distrayéndome de asesinarlos con la mirada.

—Bueno, mientras llegan me voy a ir a bañar ya que ustedes no me quieren contar su secreteo raro. –dije y les saqué la lengua.

Me fui de la sala por el pasillo y entré en la habitación.

Me bañé dándole mil vueltas a mi cabeza, los muy hijos de la malaya me están escondiendo algo, ¿Dónde quedo el "no más secretos"? Todos somos amigos, vivimos juntos por la Madre Teresa, somos una familia.

Gafos todos.

Salí de bañarme aún molesta y como él no me quiere decir nada vamos a ser crueles...

Me coloqué mi panty y sujetador negro de encaje, son mis favoritos, mi mini short negro –que sé que le encanta- un suéter beige y mis pantuflas favoritas, las de panda.

Escuché el timbre y me dirigí a la sala.

—¿Alguna vez te he dicho que me encantan tus pantuflas? –me dijo Tiago.

—No. –sentí mis mejillas arder, creo esto fue una mala idea, le dediqué una media sonrisa mientras me sentaba en la mesa.

—Pues me encantan. –se acercó a mí- Y también me encantas, toda tú es única. –muy bien estaba encendida, esto fue una pésima idea.




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