Santiago James
Continuamos la cena tranquilamente, la lluvia de líridas iniciaría a las 10, aun eran las 9, faltaba una hora.
—Nora, tu madre nos comentó que en pocas semanas tienes una feria de arte para una beca. –dijo mi madre y Nora casi se ahoga con la comida.
—Sí, así es.
—¿Ya tienes lista tu obra?
—Casi. –dijo nerviosa viéndome de reojo.
—¿Podemos verla cuando esté lista? –mi madre le sonrió amablemente.
—Seguro. –se sonrojó toda y siguió comiendo.
¿Qué estará pintando? Porque cada vez que trato de ver me pega cuatro gritos para que me aleje o voltea el cuadro para que no pueda ver.
—¿Qué estás pintando hija? –le dijo su madre.
—Es como un retrato. –dijo comiendo.
—¿Alguien en particular? –su madre me echó una mirada de refilón.
—Cuando esté lista sacarás tus conclusiones mami. –le respondió amablemente.
Con que una persona...
La tenía al lado y la miraba de a ratos, pero no me devolvía la mirada.
—¿A quién estás pintando y con quién me engañas? –le susurré.
—A nadie que te importe tonto. –me replicó.
—Odiosa.
—Chismoso.
—Creo que tengo derecho a saber.
—Creo que tengo derecho a no revelar mi obra hasta el día de la presentación. –masticó- Ahora termina de comer y olvida el tema.
Seguimos comiendo y nuestros padres hablaban de negocios y cosas aburridas de adultos.
—Ya me aburrí de estar aquí. –me susurró Kat.
—No te puedes ir, hay visitas. –le dije.
Normalmente cuando se aburría de estar en la mesa se podía ir a jugar y hacer otras cosas, excepto cuando había visita.
—¿Puedo jugar con Nora? ¿Me cambias el puesto? –la miré perplejo.
—¿La prefieres a ella? –dije indignado.
—No, eres mi hermano, pero no está demás tener una hermana. –dijo con tranquilidad y me alegré demasiado.
A Kat nunca le agradó Molly, por más que Molly le compraba cosas, a Kat no le importan esas cosas, pero con Nora, estaba fascinada, le había agradado, era un logro para todos.
Estaba feliz de que le cayera bien, pero no le iba a dar mi lugar, ella es mía, además la lluvia inicia en 15 minutos.
—¡Tiago! –dijo Kat.
—La lluvia de meteoritos inicia en 15 minutos, quédate quieta, ya todos nos vamos a parar. –le dije.
—"Quiditi quiiti, yi tidis nis vimis i pirir". –dijo poniendo los ojos en blanco.
—Andas más contestona que nunca. –le dije algo estresado.
—Porque nunca estás, me la paso sola todo el día con ellos. –señaló a nuestros padres.
—Puedo venir más seguido si quieres. –le dije calmándola, estaba a punto de llorar.
—Sí, eso quiero, pero quiero que la traigas a ella también, me agrada, es linda. –señaló a Nora y yo sonreí.
—Lo es. –afirmé.
—¿Ella es tu princesa de cuentos? –preguntó.
—Sabes que siempre serás la primera princesa en mi vida, pero sí, ella es mi princesa de cuentos. –le dije y ella se emocionó.
—¿La amas? –esa pregunta me dejó paralizado por unos segundos.
—Yo...
—Su atención por favor. –dijo mi madre tocando una copa con un cuchillo- Les voy a pedir que por favor nos retiremos de la mesa y nos dirijamos a las mantas que se encuentran del lado derecho del patio. –terminó de decir y todos nos pusimos de pie.
—Me debes una respuesta. –me susurró Kat antes de avanzar hacia las mantas y luego salió corriendo.
—¿De qué hablaba? –preguntó Nora, quien estaba a mi lado cuando Kat me susurro eso.
—Pero miren quien está de curiosa. –le dije y ella me puso los ojos en blanco- Solecito, ven, quiero que veas esto.
La llevé hacia donde estaban todos y le di unos lentes de sol.
—¿Para qué son?
—Protección. –aseguré y se los colocó.
Y la lluvia empezó.
—Es hermoso. –dijo Nora fascinada.
—Lo sé, nunca me canso. –dijo Kat.
¿En qué momento llegó?
—¿Cuánto tiempo llevas ahí pequeña pulga? –le pregunté.
—Desde que llegaron, Nora me vio ¿Verdad Nora? –no lo veía por los lentes de sol, pero estoy casi seguro de que le hacía ojitos.
—Si princesa. –le dijo Nora con una sonrisa.
—La tratas mejor que a mí. –hice un mohín.
—Es tu hermana y tiene 9 años...
—A partir de mañana son 10. –le recordó Kat.