Si El Destino Lo Quiere

Encuentros

23:15 p. m. 

Siento los estragos del día plasmados en mi cuerpo, el dolor de mis hombros por el peso de los papeles, el palpitar de mis pies por el uso de tacones, y la inexplicable sensación de agotamiento que me generó aquel inesperado encuentro en la zona de abordaje. Como si el destino quisiera que el agotamiento físico no fuese suficiente para mí, el arrepentimiento inmediato de haberme subido al tren llegó instantes después de aquella abrupta separación... aun así, tales estragos quedaron en último lugar una vez cruzo el pórtico que conecta la entrada del complejo de 6 pisos de apartamentos donde vivo, ubicado en medio de la comunidad latina de new manan. En ese punto, cada uno de aquellos estragos se acababan de ver opacados por los 4 pisos, 56 escalones, y dos puertas que tendré que subir y pasar para llegar a mi residencia. 

Cinco minutos de ejercicio intensivo después, tras subir las escaleras del complejo, paso por aquel elevador que lleva innumerables años sin funcionar y no puedo evitar mirarlo con desprecio y agotamiento mientras intento recobrar el aliento.

“! Hey Cami! Qué me cuentas de nuevo veci"- escucho decir a no mucha distancia de mí, con un gesto despectivo aún notable sobre mi rostro giro rápidamente en dirección a quien me llama. 

Un joven de cabellos tan dorados como el maíz y sonrisa tan blanca como los primeros copos de nieve en invierno miraba en mi dirección, con aquella Aura tan característica que lo definía y no podías evitar asociar con la tranquilidad y felicidad de un Golden Retriever moviendo la cola. 

“¡AMARU!” - mi rostro cambia completamente de golpe, y una sonrisa se apodera de par en par mientras corro en dirección a mi nuevo vecino, salto inmediatamente hacia sus hombros y lo abrazo con una fuerza inexplicable hasta para mí misma. Un buen recuerdo de mi pasado estaba aquí. 

“¿Cuándo llegaste? ¿Cómo la pasaste en tu viaje? ¿Cómo está mamá nelly? Hace tantos años no te veía ¿POR QUÉ COÑO ESTÁS TAN ALTO???” - no podía contener mi sorpresa y felicidad al ver aquel joven que cuidé de pequeño antes de aquellos acontecimientos, sentí por primera vez que el tiempo de verdad pasaba, y que aquel niño curioso y juguetón se había vuelto todo un hombre. 

No puedo evitar la nostalgia y acaricio fuertemente su cabeza, despeinando sus mechones dorados y rizados. 

Amaru: ¡Ajajay, hermana! - le oigo decir antes de corresponder el abrazo - tranquila, todo está bien al igual que la abuela, suenas tan emocionada que por poco olvido que ahora eres otro ser de traje y sin alma a merced de una ostentosa multinacional. 

El comentario saca de mí una carcajada y no puedo evitar darle un golpe en el hombro- “cállate, ¿todavía sigues llamándome hermana tras tantos años?” 

Amaru: Pueden pasar cientos de años y para mí siempre serás mi hermana mayor, te traje algunas cosas, cucas y cocadas de la abuela - mencionó mientras sostenía aquellos pasteles de panela dulce conocidos en mi tierra como "cucas" y galletas de coco con azúcar blanca, morena, o panela, conocidos como "cocadas" mis manjares favoritos de la infancia. 

Sentí cómo mis ojos se aguaban en un instante mientras sujetaba aquellos regalos enviados por mamá nelly, la única persona que me acogió de pequeña y a la cual consideramos nuestra abuela.  

Siempre sabe que enviar - dije mientras limpiaba una lagrima que asomaba por mis ojos. 

Amaru: También traje algunas para Gloria ¿crees que puedas entregárselas? - lo oí decir mientras desviaba la mirada y un ligero sonrojo se apoderaba de sus mejillas. 

No pude evitar sonreír pícaramente ante aquella reacción, definitivamente los amores de infancia nunca se olvidan. Estoy a punto de decir algo, cuando de golpe, escucho cómo la puerta de mi apartamento se abre y se asoma por ella un ser de cabello tan negro como el azabache recogido en un Moño alto, mientras que su piel canela se veía oculta por una mascarilla verde y una bata de pal rosado qué, aunque lo intentase, no podría ocultar sus curvas. 

Veo cómo este ser se aproxima a mí con pasos cortos pero veloces, agarra mi muñeca, mira a mi acompañante con cara de pocos amigos antes de que este gire rápidamente su mirada presa de un sonrojo que convierte su piel bronceada en rojo cereza; y me entra de un tirón al apartamento. 

¡¿Qué son estas horas de llegar?! - expresa de forma alarmada, pero un tanto graciosa, mi compañera - se supone que llegarías temprano para hablar sobre el plan y los avances que tuviste en las nuevas instalaciones, y siendo casi media noche debería ser de gran sorpresa para ti que no me haya dado un patatús ¡aquí mismo!

Camila: Lo sé, lo sé, tengo mucho qué contarte, pensaba quedarme hasta tarde para revisar los archivos de aquel caso pero tal parece sólo tengo cierto acceso a los que maneja la compañía - decía mientras dejaba mi bolso y chaqueta sobre la silla antes de proceder a quitarme los tacones - mis compañeros parecen ser agradables pero desconfiados, así que debo enfocarme en ganar la confianza de mi jefe y compañeros para poder obtenerlos- los aretes, el collar, mi pelo ahora suelto-  además, no contaba con que se quedarían tan tarde en la oficina, eso de "no tener horarios en el trabajo" también puede ser un dolor en el culo a futuro - aflojé mis prendas y posé mis tacones al lado del sofá. 

Mi compañera se aproxima y me da un ligero golpe en el hombro - te dije que te comunicaras conmigo si algo pasaba, no estamos jugando aquí, hemos pasado mucho tiempo preparándonos para cumplir con esto y no podemos dejar las cosas al azar, son personas peligrosas con quienes vamos a empezar a lidiar, así que enfócate- termina, intentando ocultar aquella preocupación y recelo qué la caracterizaba, a diferencia de mi qué tuve que aprender a guardar mi distancia, Gloria siempre ha sido una mujer de cuidado, desde pequeña sabía cómo comportarse de acuerdo a la persona con la que hablara, creciendo en un ambiente tan hostil y poco familiar como el que fue su hogar, hicieron de ella alguien que no confía en lo que los otros digan o puedan hacer. No me sorprende, pero aún así, cómo desearía para ella que esto terminara y pudiéramos viajar juntas, tranquilas, como siempre ella había querido. Pero no aún.




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