Si el "Felices para siempre" existiera

1«Operative in action»

El viento acariciaba mi rostro, la suave brisa que se filtraba por la ventanilla, casi abierta, me hacían cosquillas en los ojos lo que provocaba un leve lagrimeo en ellos. La verdad no sabia si seria la corriente o la nostalgia, lo que provocaban mis lágrimas ya que desde que puse un pie fuera del aeropuerto no había hecho más que contenerme para tratar de no llorar. La ciudad se me hacia tan familiar y cálida que me provocaba un mar de sensaciones. De seguro seria eso.

<<Buenos Aires me convertirá en una magdalena chillona>>pensé.

Veía pasar fugazmente los árboles, autos y personas que se presentaban en el panorama de mi ventanilla. trataba de no concentrarme en nada más que no hubieses sido contemplar ese maravilloso paisaje, quizás por eso cuando el taxista me había hablado tubo que llamar mi atención dos veces, hasta que por fin me había percatado de ello.

-Señorita, le decía que ya casi llegamos.

-Ah disculpe, gracias-le dije algo avergonzada y volviendo a posar mi vista en la ventanilla.

Seis años habían pasado, Seis años desde que me había ido. Seis años de no ver a mis amigos, de no visitar mis lugares favoritos ni comer las exquisiteces de mi país. Nunca pude entender por que fui tan cobarde, había otras posibilidades, pero no hice nada. Preferi el camino censillo y cargar con el dolor sola.<<ya estás aquí. Eso es lo importante ahora>>

Luego de unos minutos, por fin habíamos llegado a mi destino. Después de pagarle al taxista y bajar mis dos pesadas maletas, cruce la calle que me separa de la antigua casa y  me pare frente al umbral de ella.

Una bellísima, y algo maltratada, casa de dos pisos era observada por mis incrédulos ojos. Esa casa, de un color azul cielo y detalles blancos, había sido mi hogar y el lugar al que siempre quise volver desde que me fui a Nueva York<<después de tantos años...>>salí de mi trance y me dispuse a tocar el timbre, sin embargo una mujer alta y de cabello castaño salía de la casa y al percatarse de mi presencia comenzó a caminar rápidamente en mi dirección cruzando el extenso patio.

-¿¡Keira!?¡¡Eres tú, llegaste hermanita!!-clamó Mérida y acto seguido abrió las grisáceas rejas de la entrada y me indujo en un gran y cálido abrazo-, ¡por que no me avisaste, hubiese ido a buscarlas!

-Lose, quería darte una sorpresa, Meri.

-Te extrañé muchusimo boluda-se separó un poco observando de arriba a bajo-. Cuanto creciste boluda.

-Si, eso creo-dije tímida.

-¿Y mamá?-preguntó mientras miraba por encima de mi hombro<<ay no, esto es malo>>

-¿Sorpresa?-sonreí inocente.

-Key, por favor decime que no viniste tu sola-cierra los ojos y sus facciones se tensan.

-Verás...es una larga historia...

-¡Hay, voy a matarte Key!-se frota las sienes-, al menos dime que sabe que estas aquí- asentí, pero luego negué, ya que no esta enterada-. Hay dios, mejor entremos a si continuamos esta conversación adentro antes de que me de un síncope.

Y así lo hicimos. Cuando entre a casa, mi antigua y amada casa, fue algo tan... mágico. Habían pasado varios años desde que me fui, pero la casa seguía tal cual la habíamos dejado. Aún con los muebles tapados con telas, y con otros que faltaban, pero seguía siendo mi hogar. Había soñado tanto con volver a este lugar que estar aquí hizo se me erizara la piel, y provocó que mi vista volviera a nublarse.

Luego de darle una ojeada a las habitaciones, y de ir al baño, baje y me senté en el living a hablar con Mérida. Ella no estaba muy al tanto de todo a lo que mi visita-o mejor dicho larga estadía- refería. Solo sabia lo poco que le había contado unas semanas antes, cuando la llame para contarle la gran noticia.

-Key, no puedo creer lo que me contas- dice asombrada luego de que le explicara lo del viaje y lo de mamá-lo habíamos hablado, como pudiste venir sola.

-Si Meri, lo se. Pero a circunstancias desesperadas medidas desesperadas-dejo la taza de té que me había entregado en la mesita ratona-. Si no lo hacia, cuando mamá volviera a casa de la conferencia iba a cambiar de parecer.

-Okay, Entiendo, pero tienes que hablar con ella cuanto antes.

-Si, lo haré Meri... pero antes-suspiro-tengo que pedirte un favor.

-¿Que clase de favor?

-Es una larga historia, veras...

Le conté a Mérida la complicada y larga historia del porque estaba aquí, las razones de mi "visita". Ya que en ningún momento en mi mente se había posado la posibilidad de quedarme solo una semana en Buenos Aires, como había pactado con mi madre y Mérida. Mi verdadera idea era quedarme lo que durara el verano por una única y absoluta cuestión; cumplir uno de mis más grandes deseos.

Verás... ese verano hubiese sido el último que compartiríamos mis amigos y yo -si yo no me hubiese mudado-, antes de que cada uno tomara su largo y arduo camino asia su propia carrera en la universidad. Desde pequeños habíamos soñado con este suceso, ya que nuestros padres eran muy estrictos y asitir a la universidad no era una opción, sinonun deber. El último verano debía de ser perfecto. Una vez que termine éste, los tres tomariamos nuestro propio camino para posiblemente no vernos por años.

Lamentablemente tuve que mudarme y ese sueño se veía destinado a fracasar. El haberme ya instalado en Nueva York no había facilitado las cosas, y sin mencionar la poca conexión que tenía con mis amigos después de tantos años. Tuve que desistir de ese sueño, y resignarme a que no formaría parte de ese plan del "verano perfecto" mucho antes de que sucediese.

La idea me era angustiante. Por esa razón, cuando mi vida se vio nuevamente acechada por la posibilidad de mi temprana e inminente muerte, empecé a procurarme. Decidí que no quería irme de este mundo sin antes cumplir ese alocado sueño. Zanjé la idea y me decidí a realizar ese deseos, cueste lo que cueste... Y aunque fuera una idea tonta, loca y arriesgada, lo haría. Pero para ello necesitaba una cómplices.



#11346 en Joven Adulto

En el texto hay: amistad, amor primero, emfermedad

Editado: 12.04.2019

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