Haití, mi tierra amada Haití no es solo mi lugar de nacimiento; es parte de mi ser. Conocida como la "Perla de las Antillas", esta tierra es rica en montañas, playas, bosques e historia. Su suelo produce abundantes árboles frutales y sus paisajes están salpicados de lugares que narran historias de coraje y perseverancia, desde la Ciudadela —la octava maravilla del mundo— hasta el hermoso Bassin Bleu y el histórico Labadi. Haití es un país resiliente. Su gente es valiente, trabajadora y visionaria. Creemos en Dios y estamos profundamente apegados a nuestra cultura, tradiciones y moral. La hospitalidad corre por nuestras venas con naturalidad, y nuestra historia demuestra que, incluso después de alcanzar la independencia, dimos esperanza y apoyo a otras naciones que luchaban por la libertad. Vivir en Haití nos enseña lecciones a diario. Los desafíos, desde los desastres naturales hasta las dificultades económicas, moldean nuestro carácter. Sin embargo, el orgullo que sentimos por nuestra herencia, la unidad de nuestras comunidades y la belleza de nuestra tierra hacen que valga la pena soportar cualquier adversidad. Mi amor por Haití va más allá de la geografía. Es amor por su gente, su espíritu y su esperanza inquebrantable. Es amor por una nación que tanto ha dado al mundo con su valentía, creatividad y resiliencia. Llevo a Haití en mi corazón dondequiera que voy. Su cultura, música, historia y fortaleza me inspiran a diario a perseverar y a honrar la tierra que me dio la vida. Haití me ha enseñado que la belleza y la lucha pueden coexistir, y que un pueblo que cree en sí mismo y en su propósito puede superar cualquier obstáculo.