Si en verdad me conoces, dime a quién debo elegir

CAPÍTULO CUATRO

Levana

 

Llevo ya dos semanas con la doctora Sorrentino en terapia, pensaba que sería peor, pero no está tan mal como creía. Sky me ha acompañado en todas las sesiones y me ha ayudado a contar cosas que no me salían por lo dolorosas que me resultaban.

- Muy bien, Levana. ¿Qué te parece que la próxima cita sea en unas dos semanas? - Asiento feliz. - Te veo muy bien en comparación con el principio, te vendrá bien un descanso. A menos que me estés engañando sobre lo que tienes guardado y no me lo cuentas por miedo. Ya te dije el primer día que puedes confíar en mí.

- Lo sé, solo que creo que aún es muy pronto para contarle todo. - Le confieso.

- De acuerdo, haremos lo siguiente, - dijo la doctora Sorrentino. - la semana que viene no tendrás consulta, sino en dos semanas como dije antes, así descansas.

- Está bien. ¿Nos vemos dentro de dos semanas entonces no? - Pregunté para asegurarme y que Sky se enterara.

- Exacto, Levana. Descansa y disfruta con tu amiga, sal de fiesta, conoce gente, ¡yo qué sé!

Y dicho esto, nos despedimos. Aunque nunca se me pasó por la cabeza lo que me sucedería más tarde.

 

***

 

Desconocido

 

- Todo va acorde al plan, jefe. - Dijo mi compañero al otro lado del teléfono. - ¿Pasamos a la siguiente parte?

- Ni se te ocurra, Pérez. Sabes de sobras que aún no estamos preparados para eso.

- De acuerdo, jefe.

Cuelgo y me guardo el teléfono móvil en el bolsillo interno de la chaqueta del smoking.

- ¿Preparado, señor? - Me preguntan al otro lado del pinganillo.

- Si, todo listo por el sector este Sierra. Avancemos con cautela, no queremos que nadie nos descubra.

Ya han pasado 3 años desde su desaparición, pobre, lo que debe estar sufriendo. No parece que sigan buscándola, como si ya supieran que no está en este mundo. Qué irónico, las vueltas que da la vida.

 

Horas después de hablar con mis compañeros, me dirijo al baño a darme una ducha. Ya tenía todo preparado y estaba entrando al baño cuando justo me suena el móvil.

- Mierda, me lo he dejado en la habitación.

Justo cuando voy a responder, se cuelga. Intento volver a llamar al número que me llamó, pero no me responde.

- No sé quién será, no lo tengo guardado. Ya llamará otra vez.

Dicho esto, me volví a dirigir al cuarto de baño y me duché. Pasaron días e incluso me atrevería a decir semanas, pero el número desconocido no volvió a llamar, así que di por hecho que se habían equivocado y me olvidé por completo del tema.

 

- ¿Jefe?

- ¿Qué pasa ahora, Pérez?

- ¿Le ha llamado algún número extraño últimamente?

- Pues ya que lo preguntas, sí. Hace algunas semanas me llamó alguien, pero no me dio tiempo de contestar y luego lo intenté llamar de vuelta, pero no me respondieron.

- Ni lo intente, señor.

- ¿Qué está pasando, cabo? ¿Algo importante que deba saber?

- No, nada jefe.

- Pérez - dije en un tono algo cansado - será mejor que me digas lo que está pasando, porque no creo que uno de mis mejores hombres me llame así como así solo para preguntarme quién me llama o quién me deja de llamar. Así que habla.

- Está bien señor, pero tendrá que ser en persona. Es un tema un tanto… delicado, y no es muy aconsejable hablarlo por teléfono. Ya sabe que nos podrían estar escuchando.

- De acuerdo. En el bar de la plaza de al lado, en 15 minutos. No tardes, no tengo mucho tiempo.

- ¡Sí, jefe! Ya estoy llegando.

- Yo ahora bajo, espero verte cuando llegue yo.

Cuelgo y me preparo para reunirme con Pérez. No me toma ni 2 minutos en vestirme y salir de casa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.