Si fueras ella

CAPÍTULO 7

VIOLETA

Una noche para embriagarme y olvidarme de todo es lo que necesito en este momento. Antes de salir del trabajo, le envié a Marcos para que saliéramos hoy en la noche; la verdad, lo necesitaba. Abrieron una discoteca nueva y los rumores dicen que es una de las mejores, así que quería ir a ver qué tan cierto es y así olvidarme del amargado de mi jefe.

Cuando la señora Daniela llegó y me informó que podía irme, y que mañana tenía libre, no dudé ni un segundo en tomar mis cosas y despedirme de Ross antes que Alexander llegara. No quería verlo, no después de las palabras que salieron de su provocativa boca <<¿Por qué tiene que ser tan atractivo?>> Un taxi pasó, estacionó frente a mí; me subí. El señor tiene de fondo unas baladas. Las comienzo a cantar, él me mira a través del espejo, me sonríe y le sube más volumen. ¡Esa es la actitud!

Llegamos a mi departamento, le paso el dinero, bajo del auto, entro a mi edificio y saludo al portero. Mi celular suena, anunciando un nuevo mensaje.

"Pasaré por ti a las 7:00 pm"

Abro la puerta de mi apartamento y comienzo a quitarme todo, quedando en ropa interior. Mientras el agua se calentaba, fui a mi clóset a buscar lo que me iba a poner esta noche. Nada de lo que veía me gustaba, y me estoy desesperando.

Comencé a buscar un vestido negro que me encantaba; me hacía resaltar las pequeñas curvas que tenía. A pesar de ser flaca y baja de estatura, tenía una pequeña cintura y unas piernas que sabía aprovechar a la hora de comprar ropa. Mi madre me lo había regalado en Navidad. Para ese entonces, tenía la autoestima por los suelos. Después de colocármelo esa noche, me hizo sentir menos delante de mi familia, que no sabía en qué estaba pensando al comprarlo si no me quedaba bien. Me sentí tan tonta en ese momento me fui a mi habitación y me cambié el vestido; busqué algo más que ponerme. Mi tía decidió cerciorarse de que estaba bien, subió a mi cuarto, me abrazó y me dijo que no le prestará atención, así fue como arruinó otra Navidad con sus palabras.

No podía permitir que esos pensamientos del pasado lastimaran mi presente. Aquí no está mi madre para criticarme; solo soy yo, siendo feliz. Lista el agua, la llevé a mi baño, me quité mi ropa interior, comencé a bañarme. Había comprado un jabón con olor a fresas que me encantaba, dejé mi pelo seco, no quería lavarlo hoy, me coloqué mi toalla y salí. Comencé a esparcir crema en todo mi cuerpo. Me puse el vestido y la verdad, ¡me quedaba muy bien! Me recojo el cabello, me pongo rubor y un poco de corrector. Me puse unos tacones no muy altos, quería bailar toda la noche. La puerta se abre y es Marcos, me mira completa.

—¡Estás hermosa, Violeta! —Dice—. Ganaría un dinero extra, si te vendiera.

—Muy gracioso —Busco el bolso junto con el teléfono y salimos del departamento.

Había mucho frío, Marcos me pasa su chaqueta, a veces no entiendo los cambios climáticos de este país, no estoy acostumbrada y jamás lo estaré, así pasen años. Nos subimos al auto.

—Mis amigos dicen que la discoteca es lejos, espero dar con la dirección.

Han pasado más de quince minutos, y nada que encontramos el local, estoy creyendo lo que dicen sus amigos. Marcos se estaciona en una gasolinera y llama a Bernardo, nos dijo que nos esperaría afuera. Así fue, esta fumando un cigarro cerca de dos ancianos, que no lo veían de buena manera; nos bajamos del auto y lo saludamos.

Caminamos hasta la entrada, llegamos y había una larga fila de gente esperando por entrar, ¡nos vamos a tardar una eternidad! Mis ojos se salen al ver a Alexander bajar de su limusina junto a Serena, me quedo toda boba viéndolo, se voltea y su mirada se conecta con la mía. El guardia lo saluda, lo que hace el dinero; antes de entrar le dice unas palabras al encargado de la seguridad, él mira hacia nosotros y asiente. Alexander me mira y me guiña un ojo, descarado, el guardia nos llama y nos hace pasar, la gente empieza a quejarse, nosotros los ignoramos.

Entramos y el ambiente era otro, muchas luces, estaba todo oscuro, las parejas se movían al compás de la música electrónica que el DJ colocaba. Fuimos a la barra, Marcos y yo, porque nuestro pequeño amigo se había ido a saludar a unos amigos. Pedimos la especialidad de la casa, no pregunté cómo se llamaba y tampoco me interesó mucho, me lo tomé de golpe. Me río al ver la cara que había puesto Marcos, lo jalo y lo llevó a la pista de baile. Siento a alguien tocar mi hombro, al girarme, está un camarero con una copa en la mano, me la pasa y me dice que es de parte de un amigo; busco por toda la discoteca a Alexander, sabía que era él, lo encuentro y una sonrisa aparece en sus labios, está vez estaba solo, sin Serena.

Su mirada quemaba cada parte de mi cuerpo y me odiaba por sentir este deseo por él, era un estúpido; lo ignoré toda la noche, no quería pensar en él, solo quería disfrutar. Ya era mucho con verle la cara en el trabajo, era mi momento, no el de él. Seguí bailando con Marcos, se acerca a mí.

—Iré al baño, horita regreso.

Me quedo en la pista y comienzo a bailar sola, no quería un desconocido cerca de mí; siento a alguien atrás, cuando me voy alejar, me toma de la cintura, un pequeño grito sale de mí, me giro y es Alexander.

—No debería estar haciendo esto, señor —Me alejo.

—¿Qué se supone que estoy haciendo? —Su mirada me cautiva.




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