ALEXANDER
Desde que la besé no había podido sacarla de mi cabeza, sus labios eran exquisitos. ¡Quiero disfrutar más de ella! Cuando la vi no pude detener mis deseos de probar nuevamente sus labios. Aunque fue un roce para todo lo que quería hacerle en ese momento, lo disfruté; ver su respiración y sus ojos brillar de deseo, me encantó. Estaba en la sala esperando el chofer para que me trajera los medicamentos que le habían recetado a Ross, estaba preocupado, mi madre no me contestaba las llamadas. El chófer entra a la casa y me entrega la bolsa, le agradezco y subo a la habitación de mi hermana. Entro, la veo viendo unos vídeos en el teléfono de Violeta. Al verme, me sonríen, me acerco a Ross.
—¿Cómo estás mi niña? —La siento en mis piernas.
—Bien hermanito, me duele la cabeza.
—Lo sé princesa. Pero con los medicamentos te vas a recuperar rápido.
Se los paso a Violeta, ella revisa cada uno, saca una pastilla, se levanta y agarra el vaso de agua, se lo pasa a Ross junto con la pastilla, ella pone mala cara, pero se la toma.
Nos quedamos un rato con ella hasta que se quedó totalmente dormida. Le doy un beso en su frente, al igual que Violeta. Salimos de la habitación caminando en total silencio hasta la sala.
Cuando estaba a punto de hablar con Violeta sobre el beso, la puerta se abre y entra mi mamá preocupada, me pregunta por mi hermana.
—Está durmiendo madre, solo es algo viral. No te preocupes.
—Iré a verla.
Sube las escaleras y desaparece de nuestra vista. Al voltear, Violeta me está mirando, me acerco.
—¿Estás bien?
—Sí ¿Por qué lo preguntas? —La miro.
—Solo preguntaba —La tomo de la cintura y abre los ojos alerta por si alguien nos está viendo— ¿Qué?
—¿Qué haces? —Se intenta alejar de mí, pero la agarro más fuerte—. La señora puede salir y vernos.
—¿Algún problema con eso? —La abrazo.
—Tú estás loco, mejor suéltame. Además, necesito informarle al ama de llaves para que le haga la comida a Ross temprano —La suelto, pero antes de irme beso sus labios.
Violeta va a ser mía, cueste lo que cueste; me tiene cautivado y con ganas de enseñarle lo que es un verdadero hombre. Entro a mi despacho y llamo a Serena, al oír su voz, me alegra, me cuenta que la está pasando genial, pero que me extraña y que desearía estar conmigo. Duramos una hora hablando, me dice que ya debe irse, cuelgo e Ignacio me llama para informarme de unos asuntos con unos socios. Diego había metido a la empresa en varios problemas, cuando salimos de uno, aparecen cinco. Llamo a mi abogado y le planteo el caso, no quiero que esto nos lleve a tribunales, me da algunas instrucciones de cómo manejar todo el asunto, me despido del abogado y cuelgo. Arreglo unos contratos para mañana y salgo del despacho, una de las sirvientas me informa que la comida estaba lista y que podíamos pasar al comedor. Al llegar, está mi madre y Violeta, la última me ve y se sonroja, me siento.
—¿No has hablado con Serena, hijo?
—La he llamado justo en este momento, está feliz y disfrutando de su viaje. Ya quiero que regrese.
—Todavía me niegas que no sientes nada por ella —La miro—. Pero no diré más sobre el asunto, sé que el tiempo me dará la razón.
Dejé el tema por finalizado. Serena y yo sabíamos lo que había entre nosotros y era mejor así. Terminamos de comer. Violeta se levanta para llevarle la sopa a Ross que ya está lista; sin mirarme, se retira. Suena el timbre y una de las sirvientas va a abrir, regresa al comedor y me informa que tengo una visita esperando por mí en la sala, me levanto y voy, me impresionó el ver a Sara aquí; se acerca y me saluda.
—¡Qué agradable sorpresa tenerte por aquí! —Beso su mejilla.
—Solo quería verte —Me sonríe y capto todo.
Agarro su mano y la llevo al despacho. Entramos y cierro la puerta. Coloco mis manos en su cuello y la acerco a mí. La beso, ella me responde con la misma pasión. La llevo hasta el escritorio, la siento sobre él y abro sus piernas, acaricio todo su cuerpo, bajo mis manos hasta sus piernas y disfruto acariciándolas. Mis manos van a su camisa y se la quito, el sostén negro de encaje sale a la vista. Bajo a su cuello y beso esa parte, la escucho gemir, esta mujer es una fascinación. Escuchamos la puerta, me separo y miro. Es Violeta, está asombrada al verme en esta situación.
—Yo... —Se queda sin palabras— No pensé que estuviera ocupado.
—Deberías tocar, Violeta. No puedes andar por la casa como si fuera tuya —La reprendo— Vete.
Ella se sorprende ante mis palabras y sale. Miro a Sara, al ver su cara de burla me hace querer borrársela; la agarro del cabello y la veo quejarse, pero no me importa, la beso y ella solo gime. Me pide más, termino por desnudarla y entro en ella, sus gemidos aumentan mientras me muevo más rápido, hasta llegar al orgasmo. Salgo de ella, me comienzo a vestir.
—Creo que los comentarios quedaron cortos al describirte cómo eres en el Sexo, eres sensacional —Se viste y me besa— Espero y podamos repetir.
No quería imaginarme lo que estará pensando Violeta de mí. Era lo mejor, que supiera lo que en realidad era y para que se hiciera la idea lo que deseo de ella. Nunca le daría una relación y mucho menos una familia. Puedo darle mi cuerpo y hacerla disfrutar, pero jamás mi corazón; ese pertenecía a Anne y siempre sería así. Salgo del despacho y fui a mi habitación a darme un baño; entro, me quito toda la ropa, dejo que el agua me quite todas las cargas que he tenido estas últimas semanas.
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Editado: 22.08.2025