Si fueras ella

CAPÍTULO 18

VIOLETA

Terminamos de ver la película. A mi parecer valía la pena, pero no tanto, un ocho de diez.

Marcos se levanta y se estira, al estar en esa posición se le ve un poco su cuerpo bien tonificado. Cuando tenía tiempo iba al gimnasio; muchas veces me propuso ir juntos, pero yo era muy floja para esas cosas. Se despide de mí y me abraza, al acercarse a Talía, ella se sonroja mientras le da algo que no logro ver, besa su mejilla y se va. Me quedo mirando la puerta por donde salió mi amigo y luego miro a Talía, jalo su mano y la siento en el mueble de nuevo.

—¿Qué te dio? —La curiosidad mató al gato.

—¡Eres un caso, Violeta! —Destapa la bolsa de regalo, es una cadena con las iniciales de él y de ella.

—A mi jamás me ha regalado nada, será… —Detallé más la cadena y era muy hermosa — ¿Ya puedo planear la boda?

Ella se levanta y se va a su habitación riéndose.

Hace días atrás junto con Marcos arreglamos la otra habitación y quedó mejor de lo que pensamos. Decido ver un poco de televisión antes de irme al cuarto, recibo un mensaje y al leerlo mi buen humor se desaparece.

"¿Molesta conmigo?"

Este tipo es increíble. ¿Por qué debería estar molesta si no somos absolutamente nada? Apago el teléfono y lo dejo en el mueble, no deseo gastar mi tiempo con un hombre así. Estoy tan metida en la serie que estoy viendo que no escucho que tocan la puerta; salgo de mi ensoñación y al abrir me encuentro al que no deseo ver.

Alexander está con su traje perfectamente impecable, sus ojos recorren mi cuerpo de una manera que me desarma, carraspeo y lo hago mirarme a los ojos.

—¿Qué haces aquí? ¿Le pasó algo a Ross? —Me preocupé.

–No, Ross está mucho mejor. Ya los medicamentos le están haciendo el efecto que esperamos —Ve al interior de mi apartamento—¿Te molestaría si paso?

La verdad sí y mucho, pero me muerdo la lengua. Me hago a un lado para que pueda entrar a mi pequeño y no tan lujoso hogar, le ofrezco algo para beber y me dice que no, que así está bien.

—Bueno, si estás aquí es por algo, Señor Alexander.

—Ahora soy Señor —Se ríe.

—Nada ha cambiado, ni para mí, ni mucho menos para usted.

—Claro que sí ¿Sabes que cambió? —Se acerca–. Que deseo como un loco volver a besarte, Violeta.

La manera en cómo mi nombre sale de sus labios me fascina.

—Creo que la morena que fue a su casa lo dejó bastante complacido —Cruzo mis brazos.

—¿Celosa, mi pequeña Violeta? —Agarra un mechón de mi pelo y empieza a jugar con él —Puedo hacerte más de lo que le hice a ella.

—Eres un… —No me deja terminar de hablar.

—No soy nada, Violeta. ¿Crees que no vi en tu mirada el deseo al verme con mi amiga? —Besa mi cuello y no puedo contenerme—. Me deseas tanto como lo hago yo.

Me besa y siento que mis piernas flaquean, me agarra de los muslos y me lleva al mueble, se sienta, mete mis manos dentro de la camisa. Gimo al sentir sus manos en mi cintura. No deja de besarme, disfruto de sus labios, gemidos salen de mí, muevo mis caderas, quiero que él también disfrute. Me pega más a su cuerpo y me dejo llevar, cuando intento quitar su camisa, escucho un quejido, alejo mi labios de los suyos y veo a una Talía sorprendida, me bajo del regazo de Alexander y acomodo mi ropa.

—Disculpen, no quería interrumpir, yo solo vine por un vaso de agua —Nos sonríe — Pueden seguir en lo suyo.

Se va, no puedo con la pena.

—Será mejor que me vaya —Pasa sus dedos por mis labios —Mañana mi chofer estará aquí para llevarte a la casa. Buenas noches, Violeta.

Lo veo irse tan tranquilo, dejándome a mí con un montón de sentimientos a flor de piel. Necesito agua urgentemente, voy a la cocina y al voltear, veo a Talía de brazos cruzados en la puerta.

—La calentura se te quitará con un baño de agua fría.

—Cállate —Me tapo los oídos— Mejor me voy.

Escucho su risa, y voy corriendo a mi habitación; al entrar, decido agarrar el consejo de mi mejor amiga y darme un buen baño. ¡Este hombre me va a volver loca! Entro al baño y el agua cae por todo mi cuerpo calmando un poco el deseo que me hace sentir Alexander cada vez que me toca de esa manera. Así estuve como una hora, recordando sus caricias y sus besos. Salgo, mis manos parecen unas pasitas, me envolví en la toalla y me acosté, puse la alarma a la hora correcta, pero al cerrar los ojos, su sonrisa estaba ahí.

****

La alarma suena, no pude dormir pensando en Alexander. Me levanté de mal humor, fui al baño. Al verme en el espejo pude notar mis ojeras, me cepillé y lavé mi cara. Salí y busco en mi armario que ponerme, saqué un pantalón negro y una blusa manga larga, hoy dejaría mi pelo suelto. Me maquillé porque lo necesitaba, aunque no me gustara. Agarré mi bolso y mi teléfono; al salir, Talía estaba haciendo el desayuno, al verme, se queda sorprendida.

—Estás muy guapa hoy, se debe a cierto jefe.

—Para nada, me levanté con ganas de consentirme hoy —Me senté.




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