VIOLETA
Ross se había levantado, la ayudé a lavarse la cara y bajamos a desayunar; veo la hora, ya le tocaba su medicamento. La dejé un momento y fui por sus pastillas a su habitación para que se las tomara al terminar nuestro desayuno. Nos pasamos toda la mañana haciendo sus deberes de la escuela, Ross era una niña muy inteligente. Yo, por otra parte, estaba con el dilema si enviarle un mensaje a Alexander para preguntarle por su hermano; no quería que se molestara y que piense que tengo derecho de saber lo que pasa en su familia. Quito esa idea de mi cabeza. Le escribo un mensaje corto.
"Me enteré lo de tu hermano ¿Cómo está?
Lo envío, dejo mi celular en la mesa y ayudo a la pequeña con algo que no entiende; mi teléfono vibra, mi corazón late cuando veo el nombre de Alexander, abro el mensaje.
“Ya está mucho mejor. ¡No sabes lo ansioso que estaba por un mensaje tuyo, gracias!”
Como una boba, una sonrisa se forma en mis labios sin poder detenerlas. Decido responderle más tarde y sigo con Ross. Las horas pasan, vamos al jardín después de terminar todo, jugamos un rato.
El ama de llaves nos informa que el almuerzo ya está listo, nos levantamos del césped y entramos a la casa. Acompaño a Ross a la cocina para que podamos lavarnos las manos, vamos al comedor y nos traen nuestra comida. Ross se molesta porque todavía le están dando sopa, aunque ella diga que está completamente bien no queremos una recaída; al final se termina de comerse todo y se va a la sala para ver sus muñequitos. Yo ayudo a Esther, el ama de llaves, a recoger todo de la mesa y aunque me insista una y mil veces que no es mi trabajo, siempre termino por ayudarla; no me molesta, más en este momento que la mayoría de las sirvientas faltaron hoy, dos de ellas tienen el día libre. Solo deja que los lleve a la cocina y me manda directo a la sala, me río y me voy. Me siento, recibo un mensaje de Talía contándome que tiene una cita hoy con Marcos. Al estar metida aquí, me estoy perdiendo de los amores entre mis mejores amigos; me pide ayuda para estar perfecta esta noche.
“!Estarás hermosa en esa cita!”
Sigo conversando con ella hasta que siento la puerta abrirse de una manera que me hace levantarme del mueble para que ver qué es lo que pasa.
—Si no te importa tu vida… Bien, te lo aplaudo —Grita Alexander— Pero no quieras arruinar la vida de mamá con tu irresponsabilidad.
—Cállate, me tienes cansado de querer manejar mi vida a tu antojo —Ross me mira— Por qué mejor no te encargas de olvidar a tu esposa muerta y a mí me dejas en paz de una vez por todas.
Veo a Diego subir las escaleras y desaparecer. Alexander aparece en mi campo de visión junto con la Señora Daniela. Al verme, veo en su mirada tristeza y me duele verla así. Su madre intenta hablar con él, pero él camina en dirección contraria y sale de la casa.
La señora Daniela besa a Ross y sube a su habitación, no sin antes decirle a una de las sirvientas que le prepare un té de manzanilla y se lo lleven a su habitación.
—No me gusta ver a mami así —Escucho la voz de Ross y la miro—. Diego siempre la hace llorar.
La abrazo, no merece tener que presenciar todo esto. Para animarla, le digo que si quiere ayudarme a preparar una torta, me sonríe y me dice que sí. Vamos a la cocina. Con ayuda de una de las chicas nos ponemos a buscar los ingredientes; entre risas, preparamos la torta y la metemos al horno. Al ver a Ross y luego a mí, creo que nos hace falta un baño, la tomo de la mano y caminamos hacia su habitación. Se quita su ropa y me la pasa, entra al baño. Tendré que estar hasta la tarde así y ya me siento incómoda, tocan la puerta y es Alexander.
Me ve y me sonríe.
—¿Qué te pasó? —¡Por qué tiene que ser tan guapo!
—Estábamos preparando una torta, pero creo que todo se salió de control —Me miró nuevamente.
—Deberías bañarte y cambiarte.
—No tengo nada para ponerme. Esperaré hasta que me vaya.
—Tengo una ropa de Serena que dejó hace tiempo aquí. Cámbiate, te la iré a buscar.
Ross sale del baño. Entro, me desvisto y me meto en la ducha; el agua me cae por todo el cuerpo, me siento en el cielo, salgo y me pongo una toalla que está en los estantes. Al salir, me encuentro con Alexander sentado en la cama revisando su teléfono, al levantar la mirada se encuentra con la mía, me sonrojo. Me pasa un vestido y una chaqueta, lo agarro, siento mi mano rozar la suya. Sin dejar de mirarlo, agarro el vestido y entro rápidamente al baño y escucho su risa
¡Idiota!
Me visto lo más rápido que puedo, al salir ya no está. Salgo de la habitación y escucho la risa de Ross proveniente de la habitación de la Señora Daniela. Voy a la cocina y está Alexander en la sala hablando por teléfono. Lo ignoro, sigo mi camino, me siento en una de las sillas y espero que una de las chicas me prepare algo para comer; me prepara una taza de cereal con frutas. Estaba disfrutando de esta delicia y siento que alguien llega, al voltear, era mi querido jefe, sigo en lo mío. Pide un vaso a una de las chicas; al pasárselo se inclina un poco y lo tengo cerca. Huelo su colonia, ¡hasta para eso es perfecto el muy desgraciado!, toma el vaso y se va. A veces pienso que hace todo para molestar.
Porque siento que para él todo es un juego y yo soy parte de eso, pero no puedo alejarme de él, ¡lo deseo tanto! ¿En qué momento me metí en este lío?
#697 en Novela romántica
#284 en Chick lit
amor deseo romance, odio dolor mentiras repudio hipocresia, sanar perdon
Editado: 02.09.2025