Si fueras ella

CAPÍTULO 20

ALEXANDER

Este juego me encanta, pero es necesario darle su fin. Deseo llevarla a mi cama y hacerla mía de una vez por todas. Mis deseos por ella aumentan cada vez que la beso. No me importan las consecuencias ni lo que pueda pasar con Violeta. La haría mi mujer y cuando terminara de saciarme por completo de ella, todo acabaría; no soy hombre de una sola mujer. Desde que Anne se fue, dejó un vacío en mi vida, nadie tiene el derecho de entrar en mi corazón cuando ya está ocupado por otra persona.

Llamé a Ignacio para salir y bebernos unos tragos. Estoy en mi habitación alistándome, recibo un mensaje de mi amigo avisándome que ya está aquí, agarro la cartera y mi celular. Lo busco en la sala y no lo encuentro. <<¿Dónde estará metido?>> Escucho unas risas en la cocina y al entrar, está hablando con Violeta; no me gusta esta escena. Notan mi presencia. Ignacio se levanta y me saluda, pero mi mirada está fija en esa chica que me está robando todo, ella se sonroja y aparta su mirada. Nos vamos y siento sus ojos en mi espalda, me río, la tengo donde la quiero y solo será cuestión de poco tiempo para que la tenga en mi cama. El chófer nos abre la puerta y subimos, le indico dónde llevarnos; decidimos ir a un Bar muy conocido, el dueño era amigo de muchos años. Al llegar, veo a lo lejos a Diego. ¡Que mala suerte tengo! Ignacio ve el repentino cambio en mí y cuando me va a preguntar qué es lo que pasa, Diego se acerca.

—Ya estás estorbando, hermanito.

—No deseo hablar contigo Diego, haz lo que te dé la gana, no me interesa —Una sonrisa falsa aparece en sus labios y se retira.

Estoy cansado de cuidarle las espaldas al ingrato ese. A partir de hoy, no tendré corazón. Uno de los meseros por orden de Carlos, el dueño del local, nos lleva a la zona VIP, pedimos lo que vamos a tomar.

Una chica lo bastante guapa y de mi tipo me sonríe coquetamente en mi dirección, pero hoy no; tengo en mi cabeza a Violeta y no deseo otro cuerpo que no sea el de ella, le guiño un ojo y le digo al mesero que le obsequie una botella de vino a nombre mío.

La noche estaba como la esperaba.

No estaba borracho, pero sí tenía unas copas de más en mi cuerpo. Pero en cambio, Ignacio estaba más que borracho; tenía una rubia en sus piernas mientras que la devoraba, sin importarle quien estuviera. Me levanto para ir al baño e irnos, ya era tarde. Entré y me lavé la cara, al salir no consigo a mi amigo. Suspiré, empecé a buscarlo por todo el Bar hasta que lo vi teniendo una discusión con otro hombre; me acerqué y me lo llevé lejos.

Él me gritaba que lo dejara, estaba demasiado borracho y no quería sentar cabeza.

—¿Te puedes tranquilizar? —Odiaba cuando se comportaba de esta manera.

—¿Por qué no me dejaste que le partiera la cara al idiota ese? —Jamás lo había visto tan furioso —Estaba teniendo una buena noche con la chica y viene a dañar todo.

—¿Quién era ese? ¿Su hermano? —La chica era guapa, no lo niego, pero no era necesario todo este drama.

—No, su novio —Lo miré.

Sin aguantar más, nos reímos. Salimos del Bar, el chófer nos abre la puerta y subimos a la limosina entre quejas por parte de Ignacio; se queda dormido de camino a su casa, veo la hora en mi reloj y es tarde. Llegamos a su edificio, me abre la puerta y salgo, mi guardaespaldas se acerca, saca a Ignacio del auto; entramos al edificio, busco sus llaves en sus bolsillos, la encuentro, llegamos a su departamento. Abro y lo dejamos en el mueble, no voy a seguir cuidando de un borracho; dejo sus cosas en la mesita de noche y cierro la puerta. Paso mi mano por mi cuello, estaba sudando y solo quería llegar a casa y dormir. Salimos del edificio, entro a la limosina, llegamos a casa y todos estaban durmiendo. Paso por la cocina, busco un vaso de agua y me lo tomo, apago la luz y subo las escaleras hasta llegar a mi habitación; sin cambiarme, me tiró en la cama y me duermo.

****

La alarma suena, la apago inmediatamente, mi cabeza no dejaba de dar vueltas; fui al baño y me lavé la cara, me cepillo y salgo del baño. Agarro mi teléfono, ya eran las siete de la mañana. Todavía estoy a tiempo de llegar temprano, me alisto y bajo a desayunar, mi mamá está en el comedor junto con mi hermana, saludo y me siento.

—No te veo bien, hijo —Está molesta— Al parecer fue una larga noche.

—Lo estoy, solo es un dolor de cabeza —Bebo un poco de café.

—Ya nosotras nos vamos —Se levanta junto a mi hermana.

—¿Y Violeta? ¿No viene hoy? —Mi mamá me mira.

—No, me acaba de enviar que está enferma, así que es mejor que no venga. Ross apenas va pasando ese virus —Me da un beso— ¡Cuídate!

Ross se despide con un abrazo, termino mi desayuno, agarro el teléfono y le envió un mensaje a Violeta; tomo mis cosas y salgo de la casa. El chófer me abre la puerta y subo, maneja hasta la empresa, reviso nuevamente el celular y no hay ningún mensaje de ella. Llegamos, decido ir a la oficina de Ignacio, su secretaría me informa que mi amigo todavía no ha llegado. Lo llamo, pero no me responde, entro a mi oficina y comienzo a trabajar. Mi secretaria me trae un café y se lo agradezco; ella se asombra, pero no dice nada, sale de mi oficina. Como un estúpido vuelvo a revisar los mensajes y nada, hasta que decido llamarla, pero es igual; no insisto más y sigo con el trabajo que tengo.




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