ALEXANDER
No podía negar la rabia que sentí cuando el chofer me informó que al llegar la vió irse con otro hombre. Jamás me dijo que estaba en una relación o que tenía novio. Al verla irse y decirme en mi cara que alguien la estaba esperando, me ardía la sangre, no quería que nadie la tocara. Me molestaba tener este tipo de actitud con ella, yo no era así.
Estaba en mi habitación, me gustaría solucionar de buena manera todo con Violeta, pero no sabía cómo. Busqué el número de Serena y la llamé; la extrañaba, quería sentir su cuerpo y poder olvidarme de todo este drama que tenía con Violeta. Estuvimos hablando por video llamada, la veo reírse y contarme que la está pasando bien, me alegra eso, ella merece ser feliz, aunque muchas veces ella misma dijera lo contrario. Nos despedimos y me levanté para ir por un vaso de agua. Paso por la habitación de mi hermana, está durmiendo, apago la luz y camino a la cocina. Una de las sirvientas se asusta al verme junto a la puerta, abro la nevera y tomo un poco de agua. Subo a mi habitación y me acuesto, mañana intentaría hablar con Violeta.
****
Siento unos golpes en la puerta, veo la hora y eran las nueve de la mañana, era tarde, me levanto y al abrir, era mi mamá.
—¿Te sientes mal? —Niego—. Quise venir a ver si todo está bien, se me hizo extraño que no bajaras.
—Me acosté tarde, madre —Me siento en la cama — Tengo una reunión dentro de quince minutos.
—Está bien —Besa mi mejilla— Me voy. ¡Cuídate!
Me alisto, tomo unos papeles y salgo de la habitación. Al bajar, está Violeta junto con mi hermana desayunando; aunque quisiera arreglar las cosas ahora mismo, no podía, me despedí de las dos y salí de la casa. No quería llegar tarde a la reunión, era muy importante para la empresa. El chófer ya tenía el auto listo, lo saludé y subí. El chófer iba a una velocidad no permitida, pero se lo había ordenado, quería llegar a tiempo, miraba mi reloj cada cinco segundos; llegamos a la empresa.
Abre la puerta y salgo del auto sin mirar a nadie. Me fui directamente a la oficina de reuniones, al entrar ya estaban todos.
—¡Buenos Días!
Me senté, comenzamos a plantear cada una de nuestras propuestas. Duramos una hora tratando de llegar a un acuerdo, aceptamos todo y nos retiramos. El cansancio todavía estaba presente, fui a mi oficina, llamo a mi secretaria y le informo que me pida el desayuno y un café. Salí tan apurado que no probé bocado. Me recosté en la silla, cerré mis ojos por un momento. Suena mi teléfono y es Ignacio, me dice que hoy no va a venir a trabajar porque tiene un problema con su hermana y necesita arreglar todo; no me dió detalles, ni yo quise preguntar.
Mi secretaria entra con mi desayuno, lo acomoda en la mesa y se retira. Comienzo a comer, estaba riquísimo; termino y voy al baño a lavarme las manos. Me siento y comienzo a trabajar, le estoy viendo los resultados al empeño que todos le estamos poniendo a querer sacar la empresa del hueco donde mi hermano la tenía. Varias empresas quieren asociarse con nosotros, una de ellas es el Señor Raúl, el padre de Serena. Era un duro en los negocios, como lo fue en su momento mi padre. Hemos hablado, pero no tenemos algo seguro; su apoyo sería fundamental para la empresa.
Las horas pasan y solo me enfoco en trabajar; el teléfono ha sonado mucho, pero ahorita la empresa es mi prioridad. Me duele un poco la cabeza así que pido que me traigan otro café. No espero mucho, mi secretaria es muy rápida a cada una de mis órdenes. Al ver la hora, eran las tres de la tarde, cierro los ojos y creo que ya es mucho por hoy, guardo mis cosas y salgo. Le informo a mi secretaria que vendré más tarde. Como deseo ver a Violeta, decido ir a comer a la casa.
Salgo, el chófer me abre la puerta y entro. Coloco mis cosas a mi lado, estaba cansado, le ordeno al chófer que encienda la radio, un poco de música y relajarme hasta llegar a mi casa. El viaje se hizo un poco largo. ¡Hasta que llegamos! Bajo y le ordeno que suban mis cosas a mi habitación. Entro en la casa, se escuchan las risas de Ross y Violeta en la sala, voy hacia donde están ellas; al llegar, están riéndose de una película de comedia. Ross me ve y viene corriendo hacia mí, Violeta solo me ignora, mi pequeña hermana me dice si puedo colorear con ella porque Violeta pinta muy feo, me río, le digo que sí; se aparta de mí y va corriendo hacia su habitación, me siento al lado de Violeta.
—¿Vas a estar molesta toda la vida? —Está mujer es como un imán, no puedo estar lejos de ella.
—Ojalá pudiera —Me mira mal.
—¡No sabes cómo me encantas cuando te pones así! —Me acerco—. Las ganas de besarte no las aguanto.
Ella me mira. Sin importarme en dónde estamos ni mucho menos si nos ven, la beso, ella se resiste al principio, pero sé cómo la hago sentir; la acerco más a mi cuerpo, ¡la extrañaba tanto! Me levanto y ella hace lo mismo, le agarro la mano y la llevo a mi despacho. Entramos, cierro la oficina con seguro, la cargo y la llevo a la mesa, abro sus piernas y me meto entre ellas, la beso nuevamente.
Solo necesitaba esto, desabotono su camisa y se la quito, dejándome ver su sujetador color rojo, mi favorito. Me excito más y beso sus pechos a través de la tela, ella gime y eso me encanta; cuando voy a quitarle lo demás, tocan la puerta y es Ross, ella abre los ojos mientras se baja y comienza a vestir. Suspiro, la amo, pero no este día. Violeta abre la puerta y se encuentra a Ross con una sonrisa, le agarra la mano y se la lleva, mientras le dice que en un rato iré yo. Me siento, veo mi pequeño amigo.
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Editado: 11.09.2025