Si fueras ella

CAPÍTULO 26

VIOLETA

Hoy era sábado y tenía planeado salir con mis amigos. Escucho que tocan la puerta, me levanto, cuando abro, me encuentro con una sorpresa. Alexander junto a la pequeña Ross.

—¿Qué están haciendo aquí? —No quería ser grosera, pero estaba sorprendida.

—¿Quieres ir al parque con nosotros?, Vio —Los ojitos de Ross logran convencerme.

¿Ahora qué voy a hacer? Junto a mis amigos había planeado ir a la playa y pasar la tarde. Ahora estoy entre la espada y la pared. Para no hacerlos esperar afuera, los invito a pasar, Alexander busca mi mirada, pero le huyo; entran y se sientan en el mueble, les pido unos minutos. Voy corriendo al cuarto de Talía, ella me ve y se acerca.

—Viste a un fantasma por lo que veo —Niego y me siento en su cama.

—¡Ojalá fuera así! Mi jefe y Ross están afuera para que vaya con ellos al parque ¿Qué hago? —Me como las uñas, es una manía cuando estoy nerviosa.

—Ir con ellos —Dice Talía, como si fuera algo tan simple.

—Hoy vamos con Marcos a la playa o ¿se te olvida, mujer? —Ella suspira.

—No te compliques la vida, Violeta. Si quieres ir con el Guapetón de tu jefe y su pequeña hermana al parque, hazlo. Marcos y yo iremos solos — Viniendo de ella lo veo más sencillo.

Me besa la mejilla, me corre de su habitación para irme a la mía a alistarme. Busco un vestido floreado color negro y los botines, me aliso un poco el cabello, agarro mi bolso junto con el teléfono y salgo. Ross estaba tocando todo en la sala, mientras que Alexander la regaña y le dice que se siente, les aviso que ya nos podemos ir.

Alexander no deja de mirarme y me siento incomoda, salimos del apartamento, nos subimos al auto. Estaba nerviosa, de verdad quería ir a la playa. Llegamos al parque y había muchos niños. Ross es la primera en bajar del auto con ayuda del chófer, empieza a caminar viendo todo, los guardaespaldas están alejados un poco, pero están pendiente de cada uno de nuestros pasos.

Este silencio me estaba incomodando de la peor manera, hasta que finalmente habla.

—Quiero estar contigo, Violeta —Me mira— Me está volviendo completamente loco estar alejado de ti.

Esas palabras me dejaron sin respiración porque quiere poner mi vida de cabeza.

Toma mi mano, le dice a uno de los guardaespaldas que estén pendientes de Ross. Me lleva al auto, abre la puerta y nos subimos en la parte de atrás; cuando estamos dentro, me toma del cuello y me besa. Este hombre es una tentación pura, me siento en sus piernas sin apartar mi boca de la suya, ¡lo deseo como jamás lo hice con otro hombre! y me da miedo entregarle todo y salir acabada en todo este juego. Le ordeno a mis pensamientos que guarden silencio y disfrutar del momento. Introduce su mano bajo mi vestido y comienza a acariciarme, me encanta; cuando está a punto de sacar mi ropa interior lo detengo, no puedo y mucho menos en su auto. Le susurro un lo siento y salgo, acomodo mi cabello y voy en busca de Ross, mi respiración no es normal. Alexander hasta eso me quita.

La encuentro sentada con varios niños que están viendo una obra, me siento en una banca. Veo a Alexander serio y sé que no le agradó dejarlo así.

Cuando termina nuestro día en el parque nos subimos en el auto, me llevan a mi departamento; cuando llegamos a mi edificio le doy un beso a Ross y un adiós a Alexander. Él agarra mi mano y me entrega un papel, extrañada, me bajo y camino hasta mi departamento. Cuando abro la puerta no había nadie, todavía están en la playa, dejo mis cosas en el comedor y me acuesto en el mueble, abro el papel.

“No prometo flores y mucho menos una relación estable, solo quiero darte la mejor noche de tu vida. El lunes quiero verte. Si aceptas, te mandaré el lugar donde sabrás lo que es un verdadero hombre”

Quiero estar con él, no tengo la menor duda; pero sé lo que implicaría mantener este tipo de relación, salir lastimada o peor aún, enamorada. Voy a la cocina y me preparo algo para comer, cuando tengo todo listo me siento en el mueble y busco una película. Creo que este día me tocará pasarla sola y sin más nada que hacer. Suena mi celular.

Al contestar, es Ignacio, me pregunta cómo estoy y que si quiero salir a tomar una taza de café con él. Sin pensarlo dos veces, le digo que sí. Me cambio de ropa y salgo del departamento, camino hasta la cafetería, espero no esté Gustavo, no quiero que mi día se me amargue por ese tipo; no está y me alivia eso, visualizo todo y veo en una mesa al fondo a Ignacio.

—¿Tienes rato que estás aquí? —Lo saludo con un beso en la mejilla y me siento.

—Claro que no. Por ti espero toda una vida.

Me río. Ignacio siempre me saca una sonrisa, por eso me agrada. Pido un café y una porción de una torta de tres leches. Conversamos un buen rato, me contó cómo se conocieron Alexander y él, no paraba de reír de sus historias estando en la universidad. Un hombre así es lo que uno necesita para sentirse amada. El teléfono comienza a sonar y es Alexander, cuelgo y lo guardo.

Hoy después de lo que pasó, no deseo hablar con él hasta el lunes que le dé una respuesta de mi decisión. Pasé una tarde agradable con Ignacio, pero era mejor irme, ya era tarde. Aunque se ofreció para llevarme, no quería molestar, nos despedimos y salí de la cafetería. Caminé hasta mi edificio, pero al llegar, noté algo extraño, en la entrada estaba el auto de Alexander. ¿Ahora qué quería? Mientras más me acercaba, rogaba a Dios que no me viera, pero no fue así, cuando intenté huir, escuché su voz.




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