ALEXANDER
Serena había tenido que salir de nuevo por trabajo, hoy regresaba, quería verla y solucionar todo con ella. Sé que me comporté como un imbécil. Era la única amiga fiel que estaba conmigo en mis peores momentos y no quería perderla. Todavía estaba acostado y no quería levantarme, pero quedé con Ignacio de ir al gimnasio. Me levanto, me visto y agarro mi bolso.
Al salir, no había nadie, solo el ama de llaves que estaba alistando todo en la cocina. Cuando mi mamá se enteró de que Serena volvía, planeó una cena, así que prácticamente me obligó a traerla directamente hacia acá. No le había comentado nada a Serena, pero conociéndola, para no hacer sentir mal a mi madre, aceptará, aunque no le agrade mucho la idea. Me tomo el café y salgo de la casa en busca de Ignacio; al llegar a su edificio lo llamo para avisarle que estoy afuera, no dudo en enviarle a Violeta.
¿Estás ocupada esta noche?
Enviar, leo el mensaje y guardo el teléfono, lo veo salir y subirse al carro.
—¡Creo que estoy enamorado! —dice sonriendo.
—Sí, de Serena —el chófer comienza a conducir— Pero ella no te da ni la hora, querido amigo.
—Ya el tema de Serena está superado —me sonríe— Además, la chica que me tiene encantado es Violeta, la niñera de Ross.
Mis puños se cerraban de la molestia que sentía en ese momento. ¿En qué momento esos dos comenzaron a verse? Ignacio hablaba de ella como si fuera lo más maravilloso que había. Estuve callado en todo el viaje, llegamos al gimnasio y decidí irme a la parte de Boxeo para entrenar; me pongo los guantes y comienzo a darle al saco, mientras pienso en esos dos juntos. Un golpe y otro golpe, mi corazón estaba a millón, pero prefería descargar mi ira contra el saco que darle a entender de una mala manera a mi mejor amigo que no lo quería ver cerca de Violeta. Me quito los guantes y voy por un poco de agua, reviso el teléfono y es Serena, ya el avión está por aterrizar, guardo todo en el bolso y voy a buscar a Ignacio para que nos vamos. Me dice que él se quedará un rato más, nos despedimos y salgo, me subo al auto y arranco.
No tendré tiempo de ir a casa a cambiarme, así que decido irme directamente al aeropuerto. Al llegar, el gerente del aeropuerto me hace pasar a su oficina a esperar que el avión privado aterrice. Le ordeno al asistente que me traiga un café, reviso mi teléfono y espero ver un mensaje de Violeta, pero nada; me molesta cuando se desaparece así y no da señales. Cuando estoy por guardarlo, el teléfono suena informándome que tengo un mensaje, al abrirlo era de Violeta.
“Estaré ocupada, lo siento.”
No le respondo, respiro y trato de que mi mente no piense que habrá quedado con Ignacio y por eso no aceptó mi salida. El asistente llega con el café, ¡hasta el apetito se me fue!, me lo entrega. Me informan que el avión ya aterrizó, bajo y me llevan donde está Serena, la veo discutir con uno de sus guardaespaldas, me acerco.
—¿No crees que es muy temprano para discutir? No te dejaré viajar más y menos si vas a venir así —me cruzo los brazos.
—Estoy cansada de los viajes —se acerca y me abraza —. ¡no sabes lo que te extrañé!
—Y yo a ti, vamos a casa —ella me mira— mi madre te quiere ver.
Salimos del aeropuerto y subimos al auto, me cuenta que ya todo está solucionado con la agencia de modelaje de Francia. Me alegraba saber eso, me entrega una caja azul y al abrirla, era una pulsera y tenía grabado sus iniciales. Agarré su cuello y la besé, ¡la extrañaba tanto! Ella me correspondió de una manera que me encantaba, solo ella podía entenderme sobre el dolor que sentía; ella jamás me obligó a olvidarla, ella es testigo del amor que siento y que sentiré por Anne.
Al llegar a casa, mi mamá la recibió con los brazos abiertos. Mientras que iba a mi habitación a bañarme, ellas se quedaron en la sala conversando. Termino, comienzo a vestirme y salgo del cuarto; al pasar por la habitación de Ross, estaba viendo la televisión, está tan concentrada que no se percata que la estoy viendo, cierro la puerta con cuidado y voy a la sala. Serena ríe de algo que dice mi madre, me siento a su lado, ella me ve y sonríe.
Nos informan que el almuerzo está listo, mi mamá va a buscar a Ross en su habitación.
—¡No sabes cuánto te extrañé! —la abrazo — espero que nadie haya robado ese corazón.
—No estoy lista, pero no te niego que miré… y mucho. Pero mi corazón solo te pertenece a ti.
—Eso espero — la tomo de la mano.
Nos sentamos en el comedor mientras aparece mi mamá y mi hermana; al llegar, se sientan y nos traen la comida. Serena nos cuenta los lugares que conoció, le entrega un obsequio a Ross, ella lo toma y lo abre, un grito sale de ella, era la muñeca que desde hace semanas le estaba diciendo a mi madre que le comprara; para impresión de todos, se levanta y abraza a Serena. Ella se ríe, vuelve a su lugar y termina de comer rápido para ir a jugar, terminamos de cenar y la primera en levantarse fue Ross, todos reímos.
Serena le agradece por la cena a mi madre, se despide, la llevaré a su departamento para que descanse. Subimos al auto, ella se acomoda en el asiento y cuando la veo está completamente durmiendo, acaricio su cara y ella se mueve un poco. ¡Ojalá pudiera quitarle esa tristeza y poder devolverle un poco de la felicidad que tanto anhela!
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Editado: 11.09.2025