Si fueras ella

CAPÍTULO 29

VIOLETA

Mi domingo fue estar todo el día en la playa con mis amigos. Sí, los obligué a ir de nuevo, pero conmigo, ¡extrañaba estos momentos! Aunque me vi tentada a aceptar la oferta de Alexander, preferí no hacerlo; mañana tenía que darle una respuesta y aunque ya la tenía, todavía me sentía un poco nerviosa por su reacción. Marcos y Talía se estaban bañando, mientras que yo estaba tomando un poco de sol, un poco de bronceado en mi piel tan pálida no estaría mal. Veo el teléfono y no sé si enviarle a mi madre.

Suspiro y lo tomo, busco su contacto y le envío un breve mensaje.

“El trabajo me tiene un poco ocupada ¿Cómo estás?”

Le doy enviar y rezo porque no reciba una mala respuesta, mi madre puede ser dura cuando quiere y más si soy yo; dejo el teléfono y voy a meterme en la playa junto a mis amigos. Pasamos todo el día disfrutando, ya era hora de volver, comenzamos a recoger nuestras cosas para irnos, Marcos fue llevando lo más pesado al auto.

—¿Cómo está todo con Marcos?—. Le pregunto mientras me estoy peinando.

—Pues… —un sonrojo aparece en sus mejillas— Somos novios.

Grito y la abrazo, ella se ríe, estaba demasiado feliz por ellos. Talía se merecía todo lo mejor del mundo, Marcos llega y nos mira raro, le lanzo un beso.

Íbamos de camino a la casa, me acosté en la parte de atrás y cerré los ojos, estaba agotada y solo quería dormir. Suena el celular y era un mensaje de mi mamá, tenía miedo de leerlo, decido esperar hasta llegar a casa, vuelvo a acostarme y me quedo dormida.

****

Abro los ojos y Marcos está de brazos cruzados mirándome, sé que está molesto, pero no pude evitar quedarme dormida, estaba muy cansada.

—¡Hasta que despiertas! —me ayuda a salir del auto— Talía ya está arriba.

—Gracias por todo, nos vemos.

Agarro mis cosas y entro al edificio, solo quería llegar y dormir hasta mañana, la puerta del departamento estaba abierta y Talía estaba acomodando las cosas y poniendo a secar nuestras prendas, me siento en el mueble y saco mi celular.

“Estamos bien, acuérdate que tu hermana cumple la próxima semana, te esperamos.”

Así de amorosa es mi madre, no le respondo, dejo el celular en la mesa.

Talía se fue a su habitación y yo me quedé en la sala un rato hasta que se hiciera las nueve de la noche e irme a acostar. Suena mi teléfono y es una llamada, al tomarlo era Alexander, dejé que sonara; mañana hablaría con él y le daría una respuesta, pero hoy quería hacerlo sufrir solo un poco y que me extrañe. Deja de sonar, al ver la hora, eran las ocho, no aguanto más, me levanto y apago el televisor, dejé encendida la luz de la cocina, me quito la ropa y me acuesto. Dejo el teléfono en la cama, pero un poco alejado y me acomodo, el sueño me terminó venciendo.

*****

La alarma en mi celular no deja de sonar, la apago y sigo durmiendo, pero tocan la puerta.

—Mmm… —digo medio dormida.

—Ya es tarde, Violeta. Marcos me acaba de llamar para decirme que ya viene para llevarte al trabajo, párate mujer.

Con la molestia en todo mi ser, me levanto y voy al baño, me cepillo, decido por un mono y una camisa manga larga, recojo mi cabello y pongo un poco de corrector para tapar mis ojeras, me pongo mis gomas, agarro mi bolso junto a mi celular y salgo de la habitación. Talía está terminando de hacer el desayuno mientras esperamos a Marcos, empiezo a comer, llega mi querido amigo, me saluda con un beso en la frente y se acerca a Talía y le da un beso en los labios; ella se sonroja, nos despedimos y salimos.

Nos subimos al auto y vamos directo hacia mi trabajo. Marcos me cuenta detalles de su relación con Talía, al verlo feliz me emociona, es un gran chico, llegamos y lo abrazo. Me bajo del auto y camino hacia la casa, saludo a los chicos y entro.

Me llevo una gran sorpresa, Serena y Alexander están en la sala, besándose; al verme, ella me sonríe y Alexander me saluda como si nada estuviera pasando. Me voy directo a buscar a Ross, me sentía mal, ¿cómo pensé aceptar su propuesta? ¡Soy una completa estúpida! Al estar frente a la puerta, me calmé, no podía dejar que se burlara de mí. Respiré y entré, Ross estaba acostada jugando con su teléfono, al verme, viene corriendo hacia mí.

—Pensé que no vendrías hoy —su pregunta me sorprende.

—Cómo no iba a venir, si te extrañaba mucho —la vuelvo abrazar.

La ayudo a vestirse y así bajar para que desayune, estando lista, salimos de la habitación. Nos encontramos al Señor Amargado, no lo miro, sigo mi camino mientras hablo con Ross, nos sentamos en el comedor y le traen el desayuno; mientras que ella come, yo me entretengo jugando en el teléfono, para mi disgusto, llega Alexander junto a Serena a desayunar.

El ambiente estaba un poco tenso, al parecer mis ganas de matar a Alexander se sentía en el ambiente. Su manera de mirarme me molestaba, ¡qué descarado es!, teniendo a su novia o lo que sea que fueran. No paraba de moverme en la silla, quería irme, los dos tórtolos se levantan y se despiden de nosotros, ¡hasta el saludo me parece hipócrita!, solo siento la puerta cerrarse y mi cuerpo se relaja.

Toda la tarde nos dedicamos a jugar y ayudar a Ross con las tareas. Le encantó la idea de hacer un postre, así que esta vez lo que hicimos fue unos ponquecitos. Nos divertimos tanto que se me olvidó que su hermano era un estúpido, era mejor que terminara con todo de una vez por todas.




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