ALEXANDER
Cuelgo el teléfono, y salgo en busca de Violeta. Ya es tarde, debe estar molesta, voy a la sala y nada, sigo recorriendo la casa, pero no está por ningún lado. ¿Sera que se fue? Decido salir.
—¿Has visto a Violeta salir? —el chófer me mira.
—No Señor, nadie ha salido hoy, mucho menos la Señorita.
Entro nuevamente, una de las sirvientas al verme preocupado, se acerca.
—Señor, la Señorita Violeta, tiene media hora que subió con su hermana a su habitación.
Le doy las gracias, y subo. Al llegar, Ross tiene abrazada a Violeta; jamás pensé que mi hermana se apegara tanto a alguien, menos después de lo Anne. Eran muy unidas y era testigo del amor incondicional que mi esposa sentía por mi pequeña hermana, pensar en ella me lastima, así que prefiero evitar recordarla. Entro en la habitación y muevo un poco el brazo de Violeta, la llamo, tiene el sueño pesado, intento una vez más, está vez funciona, abre los ojos y me mira.
—¿Dónde estoy? —Un bostezo sale de ella, me río, todavía tiene sueño.
—Está a punto de anochecer —Abre los ojos—. Vamos.
—Lo siento —Se levanta.
Agarra su bolso, se acerca a Ross y besa su mejilla. Salimos de la habitación.
Mi madre estaba en su habitación, me alivia saber eso. No quería que me viera salir con Violeta y menos que me hiciera preguntas al respecto. Porque no tenía respuesta. Subimos al auto, en todo el viaje el silencio se hizo presente. Estaba concentrada viendo la ciudad, así que la dejé tranquila. Después de quince minutos de viaje, llegamos.
—Gracias por traerme.
—Me encanta estar contigo —Una sonrisa aparece en sus labios, esos labios—. Mañana vendré por ti. Deseo llevarte a otro lugar.
—Está bien —Se acerca, sus labios tocan los míos, y siento que mi mundo se congela.
Mis labios desean más, así que busco acercarme a ella, pero se aleja. Sale del auto, dejándome como un quinceañero.
Me entra una llamada. Es Sara, tengo que hablar con ella y dejarle las cosas claras. Ignacio me comentó que sospechaba que su hermana se estaba viendo con alguien, antes de que se entere de que soy yo, prefiero terminar con todo. No quería problemas y menos con Ignacio. Decidí volver a casa, al llegar, salgo del auto y entro. Mi mamá está en la sala, tomando un café, voy hasta donde se encuentra y me siento.
—¿Dónde estabas, hijo? —Sabe todo.
—Llevé a Violeta a casa, su novio estaba ocupado. Le hice el favor, ya era tarde.
—Está bien —Bebe de su café— ¿Y Serena?
—Debe estar en su apartamento —Es el momento—. Somos amigos, madre.
—Ok —Suspira— no opinaré nada de su relación.
Volvimos al tema de Diego. No quería tenerle en el mismo techo que Ross, llegamos a un acuerdo. Le pagaríamos un apartamento, pero él tenía que buscar un empleo. No iba a mantenerlo. Mi mamá se encargaría de hablar con él y dejarle claro mis condiciones.
Estaba cansando, me despido de mi madre. Entro en mi habitación, comienzo a desvestirme. Busco mi pijama y me acuesto en la cama, agarro el teléfono y le envío a Violeta, era una chica agradable, me recuerda tanto a Anne, recibo otro mensaje y es Serena, invitándome a salir, le respondo rápidamente.
“Estoy cansando. Será en otro momento.”
Termino de hablar con Violeta, dejo mi teléfono en la mesita de noche y me duermo.
****
Mi celular empieza a sonar. Lo agarro, al ver la hora, eran las cuatro de la mañana, miro el identificador y es Serena ¿Qué habrá ocurrido? Aprieto el botón.
—¡Por favor, ven! —Está llorando.
—Cálmate. Voy para allá.
Me visto y salgo de mi habitación. Cuando salgo de la casa enciendo el auto y me subo, mientras manejo hasta su departamento veo el calendario que tengo en mi espejo ¡Soy un idiota! Hoy es 20 junio. ¡Se cumplen tres años de su muerte! Me estaciono frente a su edificio, me bajo y salgo corriendo, necesito estar con ella, ella hizo lo mismo conmigo. Llego, busco la llave en mi bolsillo y abro.
Al verla, me parte el alma, me acerco y la abrazo, comienza a llorar. ¡Odio verla así, no lo merece! La llevo a su habitación y me acuesto junto a ella, beso su frente una y otra vez, le digo que siempre estaré con ella, que jamás la dejaré, ella se aferra a mí, siento su respiración pausada y al verla, está dormida. Acaricio sus mejillas, su nariz, su pelo, todo en ella es perfecto, su forma de ser y la manera fuerte que lleva el dolor que siente en su corazón, la abrazo más y me quedo dormido.
****
Siento alguien llamarme, al abrir los ojos, encuentro a Serena viéndome con una sonrisa, pero no llega a sus ojos. La jalo hacia mí y la abrazo, ella se ríe y llena mi mejilla de besos, así nos quedamos un rato, disfrutando de nosotros.
El mundo nos puede golpear, pero siempre estaremos juntos para afrontar cualquier adversidad que se nos presente. Ella es mi mejor amiga y la persona en la que más confío, por eso siempre trataré de que sea feliz, así sea poniendo mi felicidad en juego. No era solamente mi mejor amiga, era la persona que me ayudó a salir adelante, a creer en mí; jamás me juzgó, todos se alejaron, pero su amistad siempre se mantuvo ahí, sujetando mi mano cuando sentía que no podía más.
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Editado: 11.09.2025