ALEXANDER
Serena estaba un poco más calmada. Eran las siete cuando salí de su casa, estaba agotado y solo quería descansar. Llegué a casa, Violeta no estaba, subí a mi habitación, necesitaba un baño, para despejar mi mente. Aunque quisiera quedarme, y poder recuperar el sueño perdido, no podía, me bañe, no tarde mucho, era muy tarde. Salí y comencé a vestirme, me coloco un poco de colonia, tomo unos documentos, y salgo de mi habitación. Salí de la casa, el chófer estaba listo, abre la puerta, y subo. Hoy no había tráfico, lo agradecía, no quería retrasarme más. Llegamos a la empresa, salgo del auto y camino hasta mi oficina. Al llegar, mi secretaria se acerca, está nerviosa, me intenta hablar, pero no la dejo, cuando abro la puerta, entiendo todo.
—Todo está bien, te puedes retirar —Ella asiente y sale de mi oficina.
Me siento, y espero que todo el drama comience.
—Necesito que hables con Ignacio —La miro, no entiendo a dónde quiere llegar— debe saber lo nuestro.
—Espera... —Esto me pasa, por no pensar con la cabeza correcta—. Creo que estás creando una novela, dónde no la hay, no voy a hablar con Ignacio.
—¡TUVIMOS SEXO! Creo que merezco, más que eso, Alexander —Me grita.
—¡Sexo! Solo eso, no busco una relación —Dios, prometo calmar mis hormonas—. Perdona si te hice pensar otra cosa, Sara. Pero solo fue un juego.
Se levanta, sumamente molesta y se retira de mi oficina. Me paso la mano por mi cabello, no dormí bien y ahora esto. Necesito un poco de paz.
Llamo a mi secretaria, ella entra, sumamente apenada.
—Mi desayuno y una taza de café —Ella asiente y se retira.
Necesito estar despierto, o empezaré a cometer equivocaciones. Comienzo a llamar a los proveedores, y algunos socios por video llamadas. El hablar con los socios, me hizo olvidarme de lo sucedido está mañana. Si Ignacio se enteraba que me acosté con su hermana sería comida para perro. Sara es una mujer muy hermosa, pero con este drama que me montó, todavía no había madurado, y lo que menos deseo, es eso. Ella sabe muy bien que después de la muerte de Anne jamás entablé una relación con nadie más, ni siquiera con Serena, y que quisiera que habláramos con Ignacio, de una relación que solo había en su cabeza, era algo estúpido de su parte.
Espero no diga nada, una mujer herida, es capaz de todo. Además, no quiero perder una amistad de años, por sexo de una noche. Decido dejar de lado el tema y seguir trabajando, mi secretaria llega con mi desayuno y mi café, le paso unos papeles, para que le saque copia y se lo lleve a Ignacio a su oficina. Comienzo a desayunar, bebo mi café, y me quita el sueño que tengo desde temprano.
Le pido a mi secretaria que me vaya a comprar otro y así tener uno seguro. Abren la puerta y mi pequeña hermana, viene corriendo hacia mí y me abraza, le pregunto con quién viene y me señala a Violeta, que entra, la miro y sonrió.
—¿Qué hacen aquí?
—Vinimos a buscar unas cosas —Me comenta—. Tu madre se quedó abajo, hablando con una amiga, Ross quería verte.
Ross me pregunta por Ignacio, llamo a su secretaria, ella llega a mi oficina, toma la mano de Ross y se la lleva. Violeta quiere hacer lo mismo, pero la detengo.
—¿A dónde crees que vas, Señorita? —Tomo su mano y la acerco—. No sabes, cuánto extrañé esos besos tuyos.
La beso, comienzo lento, deseo disfrutarla un poco más, ella se relaja. Escuchamos unos pasos y la voz de mi madre, Violeta se separa de mí, dejándome a una distancia prudente de ella; mi mamá entra y se sorprende al vernos, pero no dice nada. Pregunta por Ross y cuando voy a hablar mi amigo entra con mi hermana en sus brazos, ve a Violeta y sus ojos brillan; estar todos en mi oficina me está sofocando.
—Ya que están aquí, ¿Les parece almorzar juntos?
—Claro, hijo.
Nos preparamos para irnos, Ignacio se despide de Violeta, ella se acerca, y le entrega un papel. Ignoro eso, nos despedimos de él y salimos de la empresa. Salimos, el chófer nos abre la puerta y entramos, a mi mamá se le ocurre invitar a Serena, le digo que no; ella se asombra por mi tono, pero le explico que no está disponible y era cierto.
Siempre toma estos días, para estar sola, además sería una situación incómoda teniendo a Violeta aquí. Llegamos, nos bajamos del carro y entramos al restaurante, al vernos, el gerente llega hacia nosotros y nos saluda. Es amigo de la familia de muchos años, nos lleva a nuestra mesa, Violeta queda a mi lado, pido la especialidad de la casa, esperamos.
—Debiste invitar a Serena, hijo.
Ruedo los ojos, mi madre no entiende que somos amigos.
—Mamá —Necesito calmarme—. Te dije en el auto, ella está ocupada.
Me mira y no habla más. Si supiera cómo es la relación de nosotros dos se espantaría en gran manera. Que empeño tiene de querer meter a Serena en todo lo que yo hago, veo de reojo a Violeta y está pendiente de lo que está hablando mi hermana, nos traen nuestra comida y empezamos a comer.
Mi madre no para de hablar de Serena, pero noté que mientras lo hacía miraba de una manera nada agradable a Violeta. ¡Ya sabía todo! No a profundidad, pero sí se daba una idea. Tenía que hacer algo, si no, todo se iba a complicar. Terminamos y nos levantamos para irnos, llegamos a la oficina, mi madre y mi hermana se despidieron de mí y Violeta me dió una sonrisa de lejos, se suben al auto, y las veo irse.
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Editado: 11.09.2025