Si fueras ella

CAPÍTULO 34

VIOLETA

Las horas pasan y Alexander no aparece. No va a venir, como lo prometió. Decidí esperarlo en el parque y fue una mala idea de mi parte, ya estaba cayendo la noche y solo me encontraba yo, a lo lejos, una pareja. Llamé a Marcos, no quería estar más tiempo aquí. Espero unos cinco minutos, hasta que veo su auto, camino hasta él, abro la puerta y subo.

—¿Por qué estabas sola aquí, Violeta?

—No quiero hablar —Cierro los ojos para evitar mirarlo—. Solo llévame a casa, por favor.

No dice nada y se lo agradezco. Estoy muy decepcionada, me dejó plantada, como si fuera cualquier cosa y me duele sentirme así. Llegamos a mi edificio, le doy las gracias y salgo. Subí las escaleras, el ascensor se había dañado, llegué y abrí la puerta, todo estaba oscuro, encendí las luces. Veo un pequeño bulto en el mueble, cuando me acerco, era Talía, estaba dormida con el control del televisor en la mano. Comienza a moverse, abre los ojos y un grito sale de ella, al verme.

—¡Violeta! —Su mano va a su corazón—. ¡Me has dado un susto de muerte!

—No seas exagerada.

Se levanta y se acerca.

—Alexander —La miro sin entender— Algo te pasa, y sé que tiene que ver con él, mañana hablaremos de eso.

No digo nada, agradezco que no sea hoy, lo que menos quiero es hablar de Alexander. Me desea una feliz noche y se va a su habitación. Voy a la cocina por un poco de agua, me la tomo, coloco el vaso en el fregadero, apago la luz de la cocina y voy a mi habitación, me quito la ropa y me acuesto, reviso el celular y no hay ningún mensaje de Alexander, lo dejo en la mesita. Mi estado de ánimo no puede depender de él.

****

Me despierto con un fuerte dolor de cabeza, decido no ir a trabajar, le envío a la Señora Daniela y me dice que no me preocupe; para ella sería mucha alegría si renunciara. Ayer me dejó claro que no me quería cerca de su hijo. Decido no pensar en eso, me levanto y voy al baño, me cepillo y lavo mi cara, salgo de mi habitación.

Talía no se ha levantado todavía, voy a la cocina, y comienzo a preparar el desayuno. Mi celular comienza a sonar, es Ignacio, le respondo. Me encantaría sentir, aunque sea la mitad de lo que me hace sentir su estúpido amigo. Me invita a salir hoy en la noche y acepto, necesito dejar de pensar en lo que está sucediendo con Alexander. Entre risas cuelgo el teléfono, Talía aparece y se extraña de verme aquí, le paso su desayuno y le voy contando todo lo que ha sucedido con Alexander esta semana.

—Será muy guapo y todo, pero mereces más, Violeta —Busca mi mano—. Eres una mujer guapa, con un corazón noble, mira la hora que es y ni siquiera has recibido un mensaje de él. ¿O me equivoco?

—No, no lo haces.

Talía tiene razón, quise jugar con él, y terminé decepcionada. No hablamos más del tema, no había nada de comida, como había guardado dinero decidimos ir al supermercado. Me cambié y me puse un mono y una camisa de tiro, tomé mi chaqueta, el bolso y salimos del apartamento. Talía decidió que nos fuéramos caminando porque, según ella, eso era bueno para ella y el bebé, sin saber si era cierto o no, le hice caso.

Llegamos al súper y empezamos a meter en el carrito lo que hacía falta para la casa y una que otra galleta, para los antojos de Talía. Teniendo todo listo pasamos a pagar y, esta vez sí la obligo a pedir un taxi, porque con las bolsas que teníamos, no íbamos a poder. Al salir del súper, pasa uno, se para y nos ayudó a meter las bolsas, nos subimos, ella recuesta su cabeza en mi hombro, debe estar cansada.

Al llegar al edificio, el señor muy amablemente nos bajó las bolsas y le pasé el dinero; las que pesaban más las agarré yo. Mientras caminábamos hasta el edificio escucho una voz, comienzo a buscar de dónde proviene, hasta que lo veo, era Alexander ¿Qué hacía aquí? Su cara demostraba que quería darme explicaciones, pero ya era muy tarde, no soy su títere, jalé a Talía, y entramos.

La mañana pasó lenta, comenzamos a limpiar y a acomodar un poco el desastre que había en la casa. La música y tener a mi mejor amiga conmigo, era lo que necesitaba. Mi celular empieza a sonar, al leer su nombre decido apagarlo, terminamos y nos acostamos en el mueble, agotadas, pero había válido la pena, todo estaba ordenado y limpio. Abren la puerta y es Marcos con dos bolsas de comida china, me levanto y me acerco a él, le quito una, comienzo a revisarla, nos sentamos y empezamos a comer. Marcos nos invita a salir hoy a cenar, Talía dice que sí, me mira esperando una respuesta.

—No puedo, tengo una cita hoy.

Les digo que saldré con Ignacio. Marcos está de acuerdo y Talía se emociona con la noticia. Para recompensarlos por dejarlos votados en la noche, los invito al cine, aceptaron. Estábamos sudadas, nos levantamos y fuimos a alistarnos. Media hora después estamos en el auto, llegamos al centro comercial, nos bajamos del auto y entramos. Talía y Marcos se encargarían de comprar las cotufas y los refrescos, mientras yo compraba las entradas.

Hay mucha gente en la cola, me toca esperar, cuando llega mi turno no me decido por cuál. La chica que me está atendiendo luce molesta, para no hacerla enojar más decido por una comedia romántica. Me entrega las entradas y le doy las gracias, me reúno con mis amigos. Marcos me quita las entradas y su boca forma una mueca al ver el nombre de la película, pero no se queja. Entramos y buscamos los puestos del medio, apagan las luces y la película empieza, nos reímos mucho; al final no estuvo tan mala. Marcos no dejaba de mirar la pantalla, concentrado en la película, y nos reímos al verlo así, termina y salimos, esperamos a Talía mientras iba al baño.




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