Si fueras ella

CAPÍTULO 36

VIOLETA

Las ganas que tenía de besarlo al verlo esta tarde, ¡me volvió loca!, pero me contuve, él tenía que aprender a no tratarme como una más. En el pasado, salí muy lastimada por personas que pensé jamás me harían daño y no fue así, no iba a pasar otra vez por lo mismo. Falta media hora para que Ignacio pase por mí, fui a mi habitación y me bañé. Talía esperaba que le contara lo que había sucedido con Alexander.

—Según él, tuvo una emergencia —Voy al closet, quiero algo bonito—. No le creo nada. Alexander es un mujeriego, Talía, por eso no quiero entregar todo de mí a una persona que terminará dañando mi corazón y dejándolo en mil pedazos.

—Así es, por eso a partir de hoy, soy Team Ignacio —Me río—. Pero como amiga, te aconsejo que te alejes, no me gusta cómo te trata, no te merece.

Me quedo callada porque ni yo misma sé lo que quiero de ese hombre, que cada día descontrola todo a mi alrededor. Dejo a un lado a Alexander y me concentro en mi cita con Ignacio, me decido por un vestido color negro pegado al cuerpo y unos botines que me encantan, me hacen ver un poco más alta. Dejo mi pelo suelto y me pongo un brillo en los labios, listo. A veces lo poco, es más. Me llega un mensaje de él avisándome que ya está aquí, me despido de mi amiga, le hago saber que me llame por cualquier cosa que pase.

Espero que Marcos no se tarde en llegar, no me gusta dejarla sola y mucho menos en el estado que está. Su pequeña barriga está empezando a crecer sin querer parar un solo momento. Con mi sueldo y la ayuda de Marcos hemos estado comprando las cosas para el bebé, aunque a veces ella nos diga que no es necesario, sí lo es, ella nos tiene solamente a nosotros y queremos que al bebé no le falte nada. Al llegar a la salida de mi edificio está Ignacio recargado a la puerta de su auto, al verme, una sonrisa aparece en sus labios, al llegar a su lado, le doy un beso en la mejilla para saludarlo.

—Espero no haber tardado mucho.

—No, además, la espera ha valido la pena —toma mi mano—. ¡Estás hermosa!

—Gracias —Mi corazón se emociona.

Me abre la puerta y subo, me habla un poco más de su vida, yo le cuento parte de la mía, me cuenta como fue en la universidad sin mencionar a Alexander y lo agradezco. Llegamos al restaurante, se baja y rodea el auto para llegar a mi puerta, me abre y me ofrece su mano, la acepto. Entramos, el camarero se presenta y nos lleva a nuestra mesa.

—Espero que te guste el lugar, es uno de mis favoritos.

—A partir de hoy, será el mío —Retira la silla y me siento—. El lugar es encantador, además, soy fan de la comida italiana.

—Entonces… —Me mira— ¿Puntos extras?

—Claro que sí —Me rio.

La noche fue muy agradable, Ignacio es un hombre encantador, no he parado de reír desde que llegamos, me encanta la manera en que me hace sentir la mujer más especial del mundo. Hasta que una llamada interrumpe la burbuja de felicidad en donde estoy, le pido disculpas, tomo el teléfono y es Alexander, corto la llamada y apago el celular, lo guardo nuevamente en mi bolso y sigo disfrutando de la velada.

Al terminar la cena, decidimos caminar por la ciudad. Un señor mayor está en la calle vendiendo helados, decido ayudarlo, camino hasta él y compramos dos.

—Creo que mi obsesión ahora serán estos helados —Dice Ignacio.

—Nuestro, no me dejes a un lado —Nos reímos.

Era tarde, así que decidimos volver, vamos en busca de su auto, había quedado en el estacionamiento del Restaurante. Me comentó que el dueño era muy amigo de la familia, nos subimos y me lleva a mi apartamento. Busco el teléfono y al encenderlo tenía más de seis llamadas de Alexander y un mensaje de la Señora Daniela.

"Necesito que me confirmes el viaje a Texas."

No me acordaba del viaje. No había comprado el boleto de avión y, mucho menos, había hablado con mis amigos de mi decisión, guardo el teléfono y decido responderle cuando esté en mi departamento.

Llegamos y nos quedamos un rato en el auto.

—Espero que se repita —Toma mi mano y la besa.

—Será cuando vuelva, me iré de viaje a Texas el miércoles —Hago una mueca—. Asunto de familia.

—¡Qué mal! —Lleva su mano al corazón— Te extrañaré, rubia.

Me quejo, él se ríe, beso su mejilla y me bajo del auto, busco mis llaves y camino hasta estar dentro del edificio. Abro la puerta y al entrar no hay nadie, voy al cuarto de Talía, Marcos y ella están abrazados, están dormidos. Él tiene su mano en la barriguita de Talía, agarro el teléfono y tomo la foto, me lo agradecerán algún día, y voy a mi habitación.

Estaba cansada y solo quería dormir, el teléfono suena nuevamente y creo que me volveré loca, lo dejo en la mesa de noche y me acuesto, hoy no.

****

Hoy comenzaba otra vez la rutina del trabajo, me levanté y fui al baño; aunque el agua estaba como un hielo no tenía más opción, era muy tarde para calentarla. Me baño rápido, agarro la toalla y me la coloco, salgo y busco algo sencillo para ponerme. Me puse brillo en los labios, planché mi pelo y en las puntas me hice unas ondas, al verme en el espejo quedé satisfecha con mi apariencia, agarré el bolso, guardé el teléfono en mi cartera.




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