Si fueras ella

CAPÍTULO 37

VIOLETA

Mi mirada no podía apartarse de Alexander, está molesto, mi vida parece una novela. Se separa de mí y me sonríe.

—Hola rubia.

—¿Por qué hiciste eso? —. Le susurro.

Alexander no dice nada, creo que dejó de respirar.

—No es el momento —Besa mi mejilla—. ¿No te gustó el beso?

—Mmm… —No sabía qué decirle.

Toma mi mano y me la besa, mira hacia donde está Alexander.

—Listo, vamos al despacho.

Alexander reacciona, no me mira, juntos se van al despacho, me sale todo el aire que tenía conteniendo. Primero lo de Serena, ahora Ignacio me besa, mi vida desde que llegué a conseguir este empleo se ha convertido en un sube y baja de emociones. Voy a la cocina por un vaso de jugo, Susy me lo pasa, me mira, sé que quiere saber qué ha pasado ahí, pero ni yo entiendo, así que encojo los hombros y subo a la habitación de Ross; todavía sigue durmiendo, me acuesto a su lado, no quiero salir y mucho menos teniendo a esos dos aquí.

Veo la hora y eran las tres de la tarde, miro a Ross, es hora de que se levante, la llamo, pero se queja.

—Tengo mucho sueño —Me dice la pequeña.

¿Más? ¡No puede ser posible! Ha pasado toda la mañana durmiendo, debo hablar con Alexander. Salgo de la habitación y voy al despacho, toco la puerta, Ignacio es quien me abre.

—Disculpa que los interrumpa —Miro a Alexander— ¿Podemos hablar?

Se levanta.

—¿Qué pasa, Violeta?

—Estoy preocupada por Ross, desde que se enfermó come poco y se la pasa durmiendo, le comenté a tu madre, me dijo que solo eran malcriadeces de Ross, pero no lo veo así, estoy preocupada.

—Vamos a verla —Le avisa a Ignacio que ahorita regresa.

Llegamos a su habitación y entramos, todavía estaba durmiendo, Alexander se acerca y la llama, ella abre sus ojos y nos ve.

—Princesa, ya es tarde.

—Tengo mucho sueño, Ale —Se sienta.

Me mira.

—Alista un bolso con sus cosas, la llevaremos a la clínica. Llama también al Doctor para que esté pendiente en cuanto lleguemos.

Preparo todo. Al tener todo listo, le informo a Ignacio la situación, el chófer nos abre la puerta y nos vamos.

Llegamos a la clínica, el Doctor Ramírez está esperando por nosotros, nos hace pasar a una habitación, Alexander acuesta a Ross en la cama mientras que el Doctor comienza a revisarla.

—Tiene anemia, le pondré un tratamiento y en unas semanas ya estará mejor.

Me alivia saber eso, nos despedimos del Doctor y volvemos a casa, eran las cinco de la tarde. Alexander ordena a Susy que le prepare algo de comer a Ross, yo me quedo con ella en la sala, mientras vemos un rato la televisión. Alexander manda al chófer a comprarle los medicamentos que el Doctor le recetó. Suena mi teléfono y es un mensaje de Ignacio preguntándome por Ross. Al llegar a casa, él se había ido, como puedo le respondo porque tengo a Ross sentada en mis piernas y tiene su cuerpo recostado al mío, debe estar muy cómoda, la Señora Daniela todavía no ha llegado.

Siento la puerta abrirse y es ella, parecía haber llorado, pero no quise preguntar.

—Disculpa la hora, Violeta, le diré a mi chófer que te lleve —Deja su bolso en el mueble y se sienta.

Alexander aparece de mal humor.

—¿Dónde estabas? Tengo horas llamándote, mamá.

—El teléfono se me descargó. Estaba donde tu hermano.

—¿Fuiste a solucionarle la vida miserable que tiene?

—Por favor, Alexander, no empieces —Se queja.

—No mamá, a tu hijo no le importas, solo te busca cuando necesita dinero o que lo saques de unos problemas. Que algo me dice, que hoy fue el caso —Daniela no lo mira— Tuvimos que llevar a Ross al médico —ella me ve a mí y luego a Ross, que se había quedado dormida en mis piernas— Solo tiene anemia, deberías estar pendiente de Ross.

La Señora Daniela llora y agarra a su hija, ella se queja un poco, jamás pensé presenciar algo así, me dolía verla de esa manera. Alexander debería ser más sensible a la hora de decir las cosas. Me retiro, dejándolos solos, fui en busca de mi bolso para irme a casa, al bajar, estaba solamente Alexander.

Fui a la cocina y me despedí de las chicas, salgo y el chófer me abre la puerta del auto y subo, en todo el viaje no hablé, ni siquiera le saqué conversación como siempre lo hacíamos, no tenía ánimos.

Me deja en la entrada de mi edificio, me bajo de la limusina y entro. Abrí la puerta y no había nadie, veo un papel en la mesa y es de Talía, avisándome que está con Marcos y llegará tarde. Veo algo en la cocina y es mi comida, por lo menos se compadeció de mí y me guardó la cena. Agarré mi plato y me senté en el mueble a ver una película, tocan la puerta y me sorprendo, debe ser Talía, me levanto, al abrir la puerta me sorprendo, es Alexander.

Todavía estaba sin palabras, él no se mueve y solo me mira hasta que decide hablar.

—Disculpa la hora ¿Estás ocupada?




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