ALEXANDER
Tenía que hablar con mi madre, fui a su habitación, entro y la veo acostada con Ross en sus brazos, ella me mira, acuesta a mi hermana en la cama y se levanta.
—Tienes que ocuparte de Ross —Ella intenta hablar, pero no la dejo—. Diego está destruyendo su vida y te está llevando a ti, debes pensar en nosotros, en Ross.
Ella comienza a llorar, la abrazo. Odiaba verla así y más, si el culpable era el imbécil de mi hermano.
Mi mamá había decidido dormir con Ross, queríamos evitar cualquier inconveniente, besé su mejilla y la de mi hermana. Al salir, mi mente recordó los besos de Violeta, no podía seguir así, busqué la llave del carro y salí de la casa, necesitaba de ella y hoy sería la noche, no podía esperar mucho más.
Llegué a su edificio, bajé del auto y entré, subí las escaleras. Cuando estoy frente a su puerta toco con desesperación, abre la puerta y veo asombro en su mirada, me ofrece pasar y lo hago, me acerco a ella y la veo. Es una mujer hermosa y no puedo resistir la tentación de besarla, gimo de desesperación, debido a que había extrañado tanto sus labios. Beso cada parte de su cuerpo, procurando no ser demasiado brusco como suelo ser con las mujeres. Sostengo su perfecto cuello, doy un mordisco. ¡Esta noche ella sería mía! Me despojo de su camisa, dejándola desnuda y beso cada rincón de su cuerpo. Observo en sus ojos el deseo, la levanto en mis brazos y la llevo a la habitación.
Entramos y cierro la puerta. Me quita la camisa con desespero y la sigo besando, no puedo esperar mas, me está volviendo loco, la miro a los ojos para saber si está lista y asiente, me rio y entro en ella suavemente. Espero que se adapte a mi y cuando ya agarra el ritmo, continúo disfrutando de tenerla como siempre deseé. Al principio se queja, pero poco a poco se acostumbra al dolor y comienza a disfrutar de las sensaciones que le provoco. Vamos a la cama y juntos alcanzamos el orgasmo. ¡Jamas imaginé que estar con ella se sentiria tan bien!
—Eres una caja de sorpresa, mi angel —Beso sus labios.
Aunque disfruto de tenerla en mis brazos, debo irme, no puedo quedarme está noche con ella. Salgo de la cama, su mirada no se aparta de mí, comienzo a vestirme, cuando estoy listo, me inclino hacia ella, beso sus labios y salgo de su habitación. No, no deseo compartir mi vida con otra persona y espero que Violeta lo entienda, no quiero hacerle más daño.
Abro la puerta y encuentro a su amiga. Al verme, se sorprende, la saludo y sigo mi camino, salgo de su departamento, subo al auto y manejo a casa. Ya era tarde y mañana tenía una reunión en la empresa con los nuevos socios, tendremos unos cambios.
Llegué a casa, bajé del auto y entro, voy a la cocina por un vaso de agua; mientras me la tomo pienso en Violeta, jamás me había sentido también en el Sexo, como lo hice con ella. Dejo el vaso en la mesa y subo a mi habitación, dejo el teléfono en la mesita de noche, me quito la ropa y me acuesto.
*****
La alarma suena, me levanto y voy al baño, lavo mi cara y me cepillo, comienzo a vestirme.
Comienzo a preparar todo para la reunión, agarro mis lentes junto al teléfono y salgo. Al pasar por la habitación de mi madre las veo a las dos durmiendo, cierro la puerta con cuidado, bajo las escaleras, no tenía tiempo de desayunar así que salí de la casa. El chófer me abre la puerta y subo, comienzo a manejar hasta la empresa, al llegar, salgo y entro rápidamente a la sala de conferencia.
Ignacio me saluda, al igual que algunos socios que habían llegado ya, empezamos la reunión, tardamos más de lo previsto, hablamos de muchos temas y los cambios que queríamos hacer en la empresa con los trabajadores; llegamos a un acuerdo, nos levantamos y salí de la sala de conferencia junto a Ignacio.
Al mirarlo, está viendo su teléfono con una tonta sonrisa, después que ayer besó a Violeta en frente de mis narices y nos fuimos al despacho, de mis labios no salió nada, ni siquiera le pregunté el porqué de ese arranque que había tenido; solo hablamos del inconveniente que habíamos tenido por causa de Sara, le conté cómo habían sido las cosas con ella y que le dejé todo claro desde un principio. Decidimos dejar el tema atrás, también me dijo que no me quería cerca de su hermana nuevamente, porque se le va a olvidar que soy su mejor amigo, caminamos hacia mi oficina y nos sentamos.
—¿Cómo está Ross? —Guarda su teléfono.
—Está mucho mejor, tiene anemia —Le comento, mientras busco unos papeles—. El doctor le mandó tratamiento.
—Mi pequeña... —Dice Ignacio en un susurro.
Mi mente se desconecta de todo y pienso en Violeta. Desde que salí de su casa esa noche no le he enviado un mensaje y ni siquiera he pensado en ella después que estuvimos juntos. Recuerdo como la traté y la verdad, no me agrada en lo absoluto, pero no quiero que se ilusione conmigo y mucho menos que se haga una película con nosotros, como lo hizo Sara. Hablaré con ella cuando esté en casa. Le envío un mensaje para saber cómo está, pero como siempre, no me responde; a veces no entiendo la de manía de no contestar mis mensajes.
—Llamando tierra a Alexander ¿Estás bien? —¿Estás preocupado?
—Claro que sí, tengo muchos problemas, uno de ellos es Diego y mi mamá.
—¿Con tu mamá?
—No deja de taparle las estupideces a Diego. Estoy cansado de decirle que lo que está haciendo, está causando que él se comporte peor. Ayer llegó a la casa muy tarde y con los ojos rojos. No sé qué le habrá dicho él, porque no me quiso decir nada, algo me dice que mi hermano está metido en cosas malas y no quiero que eso perjudique a mi familia.
#689 en Novela romántica
#282 en Chick lit
amor deseo romance, odio dolor mentiras repudio hipocresia, sanar perdon
Editado: 01.10.2025