VIOLETA
Sabía lo que iba a pasar al estar con Alexander. Pero no puedo exigirle nada, absolutamente nada, porque para él, siempre fue un juego, aunque esté ahorita en un parque llorando por un hombre que siempre me dejó claro lo que sentía por mí, me dolió verlo con ella. Me duele aceptar que me enamoré de Alexander como una boba, para él solo es sexo casual, para mí fue algo maravilloso. Algo de lo que pensé que saldrían cosas bonitas, me dejé utilizar, dejé que hiciera conmigo lo que él quisiera. Siento a alguien detrás y al voltear, era Rodrigo; limpio mis lágrimas y me levanto para irme, lo que menos deseo, justo ahorita, es verlo a él.
—Por favor, Lea, ¡no te vayas! —Me suplica.
Me sorprendo cuando vuelve a llamarme así, me trae muchos recuerdos << “¡Te amo mi Lea!” >> alejo esos pensamientos.
—No quiero hablar con nadie esta noche, solo déjame en paz —Me alejo.
—¡No te voy a dejar sola! Así tenga que perseguirte por toda la plaza como un completo idiota, lo haré —Me dice.
—¡Déjame en paz de una vez por todas! —Le grito—. ¿Qué es lo que quieres? Mi familia me odia por tu culpa, no me quieren ver y para ellos, soy una zorra que le abrió las piernas al esposo de su hermana. Rodrigo te amé, tuve un hijo tuyo en mi vientre —No aparté mi mirada de él, mientras lágrimas caían por mi rostro— Pero eso no importó para ti, me dejaste sola y eso jamás te lo perdonaré, solo te tenía a ti, te entregué todo y me arriesgué al qué dirán. Solo quiero que te alejes, no me busques más.
¡Estoy cansada de todo esto!
—¡Jamás te dejaré, te amé y te sigo amando! Aunque el mundo se caiga, Tú y yo volveremos a estar juntos, Lea, porque lucharé y te daré el valor que no te di antes, te lo prometo.
Toda esta situación me va a volver loca, primero lo de Alexander, ahora Rodrigo y su empeño de querer que estemos juntos. Necesito espacio y estar lejos, volveré a México, necesito a Talía y a Marcos conmigo, no puedo soportar más dolor.
Al llegar a casa de Emma, ella está en la cocina preparando la cena y Margaret está en la sala con Óscar. Saludo a todos y camino hasta la habitación de Emma. Mañana mismo me iré, acerté en comprar un boleto de ida y vuelta, confirmé en la aerolínea mi regreso, mañana salía el avión a las 9 am., apago mi teléfono y lo dejo cargando y salgo para mi último día aquí. Les informo que me iré mañana, aunque Margaret está un poco triste me dice que es lo mejor. Óscar para mi despedida, propone pedir unas pizzas y ver unas películas. Emma guarda lo que había hecho y sale corriendo para buscar su teléfono y pedir, nos reímos. Óscar salió por unos helados y chocolate, mientras que yo estaba buscando la película que veríamos, como estaba con el corazón triste decidí una de comedia.
Nos traen la pizza y al rato llega Óscar con todo. Margaret prefirió acostarse, aunque le insistimos que se quedara, no quiso. Me dio un beso y un abrazo, la noche pasó entre risas. Ya era tarde, así que decidimos que ya era hora de terminar la pijamada. Óscar se despide de nosotras y me abraza. Acomodamos todo para irnos a acostar, al estar en el cuarto, mi amiga me abraza y empieza a llorar, de las dos, ella siempre fue la más sensible.
—¡Te voy a extrañar, Violeta! Espero que me llames más seguido.
—Siempre lo haré.
Nos acostamos, decido dejar el celular apagado, sé que llamará para darme una de sus estúpidas explicaciones sin sentido, apago la luz y cierro mis ojos.
****
Suena la alarma, al ver la hora eran las ocho de la mañana y como loca, me levanto, voy al baño, me cepillo y me visto, acomodo mi maleta. Emma todavía sigue dormida, enciendo mi celular y tenía varios mensajes y llamadas de Alexander. Tiro el teléfono en la cama mientras me peino y me arreglo, mi amiga se levanta, al tener todo listo me ayuda a bajar la maleta, tomo mi bolso y guardo mi celular. Margaret me obliga a comer algo antes de irme, sin quejas lo hago, termino todo, las abrazo y les doy las gracias por lo que siempre han hecho por mí, las tres terminamos llorando, me acompañan hasta la salida. Emma le pidió el favor a Óscar de que me llevara al aeropuerto, me subo en el carro y nos vamos.
A lo lejos, veo a Raúl hablando por teléfono y mirando cómo me voy, suena mi teléfono y al sacarlo del bolso, era él, dejo que suene, no quiero saber nada de Alexander.
Llegamos al aeropuerto, me despido de Óscar con un abrazo y un nos veremos pronto, agarro mi maleta e ingreso, el avión está por salir, paso para que firmen y sellen mi pasaporte. Subo y busco asiento en la parte de atrás, me acomodo junto a una señora de avanzada edad. Mientras esperamos que el avión despegue, le envío un mensaje a Marcos de que voy saliendo a México para que vaya a recogerme, guardo mi teléfono. Saco de mi cartera una bolsa de galletas y me las como, amablemente le ofrezco a la señora y ella acepta.
Ahí empezamos hablar, me comenta que va de visita a ver a sus nietos e hija que llegan hoy de un viaje, es una señora súper amable, su familia debe ser así. Busca en su pequeño bolso una foto de su nieta de seis años, se tarda un poco, así que le digo que no es necesario. Ella insiste y sigue buscando, se emociona cuando la encuentra y yo me río, me la pasa y al verla, por poco me desmayo, era una foto de Alexander junto a Ross.
—¿Ellos son sus nietos? —Le pregunto en un susurro.
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Editado: 18.10.2025