Si fueras ella

CAPÍTULO 49

VIOLETA

Llegamos a México, ayudé a la Señora a bajar del avión. << “¡Tan bella la abuela y tan desgraciado el nieto!” >> pero, ¿qué podemos hacer? Se despide de mí. Camino en busca de mi maleta, al tenerla, voy a sentarme y así esperar que Marcos venga por mí. Estaba agotada emocionalmente, todavía me dolía lo de Alexander, siento que alguien toca mi hombro, al voltearme tengo a mi mejor amigo viéndome con una hermosa sonrisa.

Me levanto, corro hacia él, lo abrazo, ¡lo había extrañado tanto! No pude aguantar y lloré, él se separa un poco y me pregunta qué pasa.

—Nada, solo que los extrañé —Le comento con tristeza.

Me mira sin creerme, pero lo deja pasar, me ayuda con la maleta, subimos al auto, le cuento todo lo que pasó con mi madre y mi hermana, sé que le escribirá a Fernanda y tendrá una discusión con ella por lo sucedido; por eso jamás se han llevado bien, según Marcos, merece todo lo que le está pasando. Llegamos al edificio, me alegra volver a casa, me bajo y él saca mi maleta y entramos.

Abro la puerta del apartamento y siento a alguien que me abraza como si su vida dependiera de ello.

—¡Yo también te extrañé, Talía! —Me río.

—No te vas a volver a ir, no me importa lo que ellos digan, tu verdadera familia está aquí y somos nosotros.

Beso su barriga, le estaba creciendo muy rápido, entramos, me siento y Talía va por un vaso de jugo y me lo pasa.

—Ahora dime, Violeta ¿Qué pasó?

—Al principio todo bien, sabes cómo son, todo empeoró cuando Rodrigo apareció con Fernanda en la casa, todavía me da rabia recordar todo —Talía toma mi mano— les dije sobre mi embarazo y cómo Rodrigo me dejó sola —Lloré—. Pensé que iba a tener su apoyo, pero no fue así, soy una cualquiera a los ojos de mi madre y jamás cambiaría.

—Jamás digas tal cosa, te equivocaste como todos a diario lo hacemos, nosotros sabemos lo hermosa persona que eres —Limpia mis lágrimas— Violeta, vales mucho más, aunque no te des cuenta.

Marcos me abraza junto a Talía, es todo lo que necesito, sentir que no estoy sola y que pase lo que pase, siempre los tendré a ellos. Nos levantamos, fui a llevar la maleta a mi cuarto y darme un baño, estando lista, dejé mi teléfono en el cuarto. Creo que la mejor decisión para mí es dejar este juego que tengo con Alexander. Fui muy tonta al enamorarme de él como lo hice. Pero debo valorarme y seguir adelante, de amor nadie se muere, si superé lo de mi familia y lo de la pérdida de un bebé, puedo superar un amor no correspondido.

Al salir, escuchaba los gritos de Talía, mi amigo intentaba ayudarla a preparar la comida, pero estaba empeorando todo. Jalé a Marcos y lo mandé a la sala, en su lugar ayudo yo, no quería un asesinato. Le escribí a la señora Daniela para informarle que ya estaba en México. Ya lista la comida, nos sentamos en el mueble, charlabamos.

Como no quise tener secretos con ellos, les dije que Alexander había aparecido en Texas, también de las peleas, cuando les conté que lo había encontrado con Serena, Talía lo insultó. Marcos, en cambio, me mira.

—¿Te enamoraste, Violeta?

Su pregunta me deja sin palabras, sabía que mentirle no era una opción.

—Sí, lo hice y no sabes cómo me odio por eso —Dejé de comer y me levanté —¡Jamás debí seguirle el juego!

—Lamentarte horita de lo que hiciste no lo borrará. La pregunta más correcta seria ¿Qué vas a hacer? —Marcos y Talía esperan una respuesta— Ahí está, no lo sabes, ese hombre viene y te dice unas cuentas palabras bonitas y tú vuelves a caer en sus encantos. Te lo dije ya, hombres como él solo buscan su satisfacción, los sentimientos de las demás personas a ellos no les importa, sin darte cuenta ha jugado contigo y lo que sientes.

Aunque me duele admitirlo, mi amigo tiene razón, él solo busca su propio deseo, lo que yo sienta o piense no le importa y jamás lo hará. Agarro una chaqueta que está en el mueble y salgo del apartamento, escucho como me llaman, pero no puedo soportar la cara de decepción de Marcos. Sé que le fallé, soy solo un fantasma de lo que era antes. En la entrada del edificio aparece Ignacio, al verme se sorprende.

—Rubia bella, ¿Tú no estabas en Texas? ¿Qué pasó? —Besa mi mejilla.

—Llegué hoy, pero… ¿Qué haces aquí?

—Vine a preguntarle a tu amiga por ti, desde esta mañana te estoy llamando.

—Disculpa, tengo el celular apagado —Le comento.

Veo por encima de Ignacio, el carro de Alexander baja el vidrio y me mira, así quedamos un rato, escucho de lejos lo que esta diciendo Ignacio, cuando reacciono veo que no es un sueño y que, en verdad, él está aquí.

—Perdona por lo que voy a hacer —Le digo a Ignacio.

—¿De qué hablas, Violeta? —Me mira sin entender.

Lo tomo del cuello y lo beso, él se sorprende al comienzo, pero eso no impide que me siga, abro los ojos por un momento y ya no está. Mi corazón late demasiado rápido, nos separamos, todavía tiene sus manos agarradas a mi cintura.

—Creo que merezco una explicación, no me gusta ser usado, y mucho menos si es para darle celos a mi mejor amigo —Abro los ojos—. Son muy malos queriendo dejar todo en secreto, creo que para hablar de este tema sería bueno un café ¿No crees? —Me ofrece su brazo.




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