Si fueras ella

CAPÍTULO 50

ALEXANDER

Soy un completo idiota, debí hablar con ella y explicarle lo que en realidad había pasado. Serena duerme en mi cama, mientras que yo no he podido sacarme de la cabeza la reacción de Violeta al verme junto a Serena. No somos nada y le he dejado claro mis intenciones, pero... ¿Por qué me duele estar lejos de ella? Llevo mis manos a mi cabeza, no soporto estar en esta situación, comienzo a recoger mis cosas, no me quedaré ni un minuto más aquí, no sin ella. Voy al baño y lavo mi cara, al salir, Serena estaba despierta, me sonríe.

—¿Qué haremos hoy? —La miro sin entender—. Quisiera ir a un restaurante muy famoso aquí, una amiga me habló mucho de ese lugar.

—Si quieres ir, puedes hacerlo —Cierro mi maleta—. Yo debo regresar a México —Se que le duelen mis palabras—. Nos vemos.

Abro la puerta y salgo sin esperar una respuesta de Serena, en la entrada del hotel está mi chófer junto a Raúl, esperando por mí, me abre la puerta y subo.

—Al aeropuerto.

Ya le había informado a mi secretaria que tuviera listo mi avión privado. Violeta no me ha contestado ninguna llamada, cierro mis ojos y me relajo, no sé qué haré, pero no puedo perder a la única mujer que me ha hecho perder el juicio, no puedo.

Llegamos al aeropuerto, bajo y Raúl lleva mi maleta, sin saludar a nadie subo al avión y me siento, ordeno que me preparen un trago, necesito pasar este momento amargo de mi vida

El viaje fue tranquilo y sin ningún inconveniente. Raúl me informa que Violeta ha llegado bien a México, bajamos del avión, no quiero esperar más, le ordenó a mi chófer que iremos al apartamento de Violeta. Él asiente y arranca, estoy ansioso, al llegar, la imagen que veo no me agrada en lo absoluto, está con Ignacio. Nuestros ojos se encuentran, cuando pienso que todo no puede ir peor, besa a mi mejor amigo, mis puños se cierran, quiero bajarme y alejarla de él, pero sé que no puedo empeorar más la situación; respiro y le ordenó al chófer que nos vamos. Estaba molesto conmigo, por ser tan idiota y no hacer las cosas bien.

Llegamos a mi casa, bajé del auto, al entrar me llevo una gran sorpresa, mi abuela esta aquí, junto a Ross que está en sus piernas, beso su sonrojada mejilla.

—No pensé verte por aquí ¿Estás sola? —Ella asiente— ¿Por qué no me avisaste? El avión privado está a tu disposición.

—Sabes que no me gusta viajar sola, así que prefiero hacerlo de esta manera, se divierte uno escuchando las historias de los pasajeros —Una carcajada se escapa de mí—. Gregorio quería verte, pero tenía clases.

Gregorio es el sobrino de madre, mis tíos murieron en un accidente y él quedó a cargo de la abuela, tiene veinte años y estudiaba derecho.

—Sabes que puedo ayudarlo en sus pasantías, no entiendo por qué no quiere.

—Él quiere llegar a ser importante por él mismo, no por nuestro apellido, tu tío lo crío así —Me explica mi abuela.

—Lo sé abuela, pero un poco de ayuda nos viene bien, además, somos su familia.

—Habla con él, sé que muchas veces no puede con todo y me gustaría que lo ayudaras, Alexander.

—No te preocupes, Abuela, así será —Beso su mejilla—. Iré a cambiarme, hablamos ahora.

Me despido, pero antes, le revuelvo el pelo a Ross que está viendo televisión, se queja. Al llegar a mi habitación, me quedo pensando en todo lo que está sucediendo con Violeta. Además, necesito preguntarle a Ignacio que tan serio es lo que lleva con ella, le escribo un mensaje para que venga a la casa y podamos hablar. Me baño y me pongo algo cómodo. Bajé, me senté con mi madre y abuela me pregunta por Serena, como siempre mi mamá empieza a decir que éramos pareja y unas cuantas cosas más, pensé que habíamos superado el tema.

—Madre, por favor —Miro a la abuela —Ella está bien, solo somos amigos.

—Eso espero, aunque me agrade Serena, no es la chica correcta para ti, hijo —Comenta.

—¿Como dices eso, Mamá? Serena y Alexander se conocen desde hace años, ella siempre ha estado pendiente de él, en sus peores momentos ella ha sido una gran ayuda.

—Lo hace porque es su amiga, no quiero enterarme de que le estás metiendo a Serena por los ojos a mi nieto, en el tiempo correcto, él decidirá con quien estará.

Mi madre, se queda callada. Nos informan que el almuerzo está listo, nos levantamos y mi mamá va por Ross, mi abuela se me acerca y toma mis manos.

—Solo tú sabes el momento, Alexander. Sé que, en tu corazón, hay dolor, Anne era una mujer sumamente maravillosa, pero ya no está, debes salir adelante y ser feliz, lo mereces aunque no lo creas.

La abrazo, nos sentamos para comer, recibo un mensaje de Ignacio que ya viene en camino. Abuela me pregunta cómo va la empresa y por Diego, mi mamá me suplica para que me calle y no hable de las malas decisiones que está tomando mi hermano, decido omitir algunas cosas. Suena el timbre y es Ignacio, entra, al ver a la abuela, la abraza.

—Hola mi hermosa Virginia —Mi abuela se ríe—. ¿Cómo estás? No me puedes abandonar así.

—Hola hijo, muy bien ¿Y tú? —Se sienta—. ¡Espero que tengas una novia para presentarme!

—Bueno... —Se ríe —Tengo una chica hermosa, mañana la conocerás —Le guiña un ojo.




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