ALEXANDER
No soportaba más, mi mente me atormentaba cada segundo, necesitaba explicaciones y no iba a esperar hasta mañana por ellas, agarré mi chaqueta y salí de mi habitación, me encuentro a mi madre saliendo del cuarto de Ross, junto a mi abuela.
—¿Para dónde vas a estas horas, hijo? —Mi mamá no sabe de qué manera meterse en mi vida— ¿Serena está bien?
Serena, Serena, Serena… ¡Estoy cansado!
—Deja de meterte en los asuntos amorosos de Alexander, Serena no es la única mujer de México. Si tanto la quieres, cásate tú con ella —Mi abuela me mira— Ve con cuidado, pero no llegues tarde.
Me río, beso la mejilla de cada una y salgo de la casa, veo a mi chófer acercarse a la limosina.
—No es necesario —Él asiente y se retira.
Voy hacia mi auto y subo, manejo hasta su apartamento, estaba lloviendo, pero eso era lo que menos me importaba en este momento. Al llegar, me coloco la chaqueta y así evito mojarme, salgo corriendo al edificio, me seco un poco y camino hasta su apartamento. Toco la puerta y espero, nada. Vuelvo a hacerlo, me abren y un tipo un poco más bajo que yo me abre sin camisa, lo miro.
—¿Está Violeta? —Me mira y me cierra la puerta en la cara.
¿Ese tipo qué se cree? Cuando voy a tocar y hacerle saber lo desagradable que fue eso, abren nuevamente, pero esta vez es Violeta. Sale y me alejo un poco de ella y así darle espacio, cierra la puerta y se cruza los brazos.
—¿Qué quieres, Alexander? —Por su cara, estaba durmiendo.
—Tenemos que hablar.
—¿No podías esperar hasta mañana? Tengo mucho sueño y a esta hora, lo que menos quiero es hablar.
—Pero yo sí, no voy a esperar hasta mañana o cuando tú quieras —Se queja.
—Bueno, habla entonces y acabemos con todo esto.
—¿Tienes una relación con Ignacio?
—¿Es en serio? ¿Para eso viniste? —Asiento.
Cuando va a entrar y dejarme con la palabra en la boca, la jalo y estamos demasiado cerca, ella me empuja y se aleja.
—Sí, tengo una relación con Ignacio.
—¿Estás loca? —Me acerco a ella y tomo su rostro entre mis manos —No te gusta, se ve en tu mirada y en la forma como lo tratas, él no te hace sentir como yo lo hago.
—¿Y eso te enorgullece? —Me mira con rencor —. ¡No seas idiota! Soy mucha mujer para estar atrás de alguien que no valora ni un poco lo que soy, si eres tan feliz acostándote con Serena cada vez que quieres, sin ningún tipo de compromisos, pues hazlo. Pero yo no soy así, merezco más, contigo o sin ti, lo tendré. Esto se terminó, déjame en paz, no vuelvas a buscarme.
Entiendo su molestia, entra y me deja ahí, sin saber qué hacer.
Me recuesto en la pared y respiro, no dejaré que se vaya así tan fácilmente, no la dejaré estar con mi mejor amigo. Salgo del edificio y voy a mi casa. Violeta está molesta, es mejor dejarla tranquila por unos días, lo único que sé, es que no voy a perderla.
****
Mi alarma no deja de sonar, anoche me acosté tarde, no podía sacarme de la cabeza a Violeta. Veo la hora y me levanto, era tarde, voy al baño, me cepillo y recibo un mensaje, es de Ignacio.
“¿El presidente llegando tarde? Eso es nuevo, Alexander”
Le envío un rápido mensaje.
“Una noche pesada, encárgate de la empresa.”
Salgo del baño, abro mi armario y busco lo que me pondré el día de hoy, escojo un traje azul. Me coloco los zapatos, me veo en el espejo, la sonrisa de Violeta pasa por mi mente. No tengo una explicación válida a lo que me está sucediendo con esta mujer, es como si se estuviera metiendo en mi piel, hasta querer llegar al lugar que tanto me aterra, mi corazón. Dejo estos pensamientos absurdos y voy por mi maletín, lo tomo y salgo de mi habitación, bajo las escaleras. Todos estaban durmiendo todavía, ingreso al comedor, la sirvienta me trae el periódico y una taza de café, junto a mi desayuno.
Al parecer, la prensa amarilla se olvidó de mí, mi vida ya no le parece tan interesante como creí, termino de comer y me levanto, salgo, el chófer estaba listo, abre la puerta y subo, busco mis lentes, me los coloco. El viaje fue tranquilo, hoy México amaneció con el cielo nublado, no había tráfico y lo agradecía. Llegamos a la empresa, me abre la puerta y salgo del auto, camino hasta mi oficina, veo el pequeño puesto de mi secretaria vacío, y me molesto, necesito con urgencia una. Entro en mi oficina, me siento, la puerta se abre de golpe, cuando estoy a punto de regañar por la interrupción, una voz calma mi molestia.
—Tioooo —Me grita el pequeño Mateo, viene corriendo hacia mí, lo abrazo.
—Mateo, ¡deja el escándalo en la oficina de Alexander! —Carlota regaña a su hijo—. Espero no interrumpir nada, querido cuñado.
—Sabes que pueden venir cuando lo desees —La abrazo como puedo, tenía a Mateo en brazos— ¿Cuándo regresaste?
—Hace una semana. No había venido antes porque compramos una casa cerca de los abuelos y la estábamos decorando, arreglando ciertos detalles.
Carlota es la hermana mayor de Anne. Después del entierro de su hermana decidió irse con su esposo a Venezuela, la familia de él era de allá. Ella quiso sanar su corazón de la pérdida estando lejos, no le reproché, creo que cada quien sanaban sus heridas a su manera. Nos sentamos, mientras que Mateo daba vueltas por toda la oficina y revisando todo. Llamé a la secretaria de Ignacio, le pedí el favor que llevara al niño a la cafetería para que comiera algo. Al irse, Carlota me mira con la boca abierta.
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Editado: 18.10.2025