Si fueras ella

CAPÍTULO 52

VIOLETA

Por primera vez, siento que estoy haciendo las cosas de forma correcta. Mi corazón me recrimina por haberlo dejado ir, me duele alejarme de él. Mañana regresaré al trabajo, no niego que extraño a Ross, pero Alexander no dejará las cosas así, no quiero seguir en lo mismo, me daré una oportunidad con Ignacio.

Pasé la tarde acostada, no tenía ganas de salir. Talía tenía una cena con los padres de Marcos. ¡Quieren conocerla! Me alivia saber que les dejo saber sobre el embarazo de mi amiga, tuvieron dudas, pero quieren darle un voto de confianza y poder tratar con ella. Talía estaba sumamente nerviosa, me arrastró con ella a su habitación, quería que la ayudara a elegir lo que se iba a poner, elegimos un vestido con estampado de flores, color rojo, unas sandalias, dejé su pelo suelto y la maquillé. Marcos le envió un mensaje, avisándole que ya espera por ella abajo, Talía me abraza.

“¡Gracias por todo, te amo!”

Cuando cierro la puerta, voy a la cocina a prepararme un café, tomo la taza y voy caminando hasta mi habitación, cuando mi celular suena. Un mensaje de mamá.

“¡Jamás pensé que fueras tan ingrata con tu familia, Violeta! Te fuiste y ni siquiera te dignaste a despedirte de nosotros, ¡no pensé haberte criado tan mal!”

En un descuido de mi parte, la taza se resbala de mis manos y cae al piso, quebrándose en mil pedazos. Los vidrios se esparcen por la sala, con cuidado me inclino a recoger los pedazos más grandes y botarlos a la basura. Termino cortándome, sale sangre de mis manos, voy a la cocina, lavo mis manos, pero nada funciona para pararla. Me quito la franela y la coloco en la parte afectada, me arde mucho. Tocan la puerta ¿Quién será? Camino y abro, es Ignacio, al verme su boca se abre << “Esto es más que vergonzoso, siento mis mejillas sonrojarse por tal espectáculo” >> sus ojos pasan a mis manos y se preocupa.

—Pero… ¿Qué te pasó? —Entra y cierra la puerta.

—Se me cayó la taza y por querer hacerme la listilla, terminé así —Levanté mi mano.

—¡Eres única, Violeta!, vamos... —Me lleva al mueble y me sienta—. ¿No tienes alcohol?

—Sí, la cajita que está al lado del televisor, también hay algodón —Se levanta y va por ella.

Regresa y con cuidado quita la camisa que tengo puesta, al verla, no era algo tan grave. Destapa el alcohol y toma el algodón, cuando lo pone en mi mano, un grito sale de mis labios. Como duele, él se ríe y yo lo miro con mala cara, termina de limpiarme, deja en el mueble las cosas y me mira, esta cercanía me está poniendo nerviosa. Mira mis labios, agarra mi cara con delicadeza y me besa, lo hace despacio, como si tuviera miedo de hacerme daño. Agarro su chaqueta para aferrarme a él, el beso es dulce y me gusta, al separarse, me da un beso en mi frente y se levanta.

—Tengo unos minutos libre, venía a invitarte a salir antes de regresar a la empresa —Me ofrece su mano y gustosa la acepto.

—¡Encantada de ir contigo! —Me abraza.

Camino hasta mi habitación a cambiarme, me quito mi pijama y la lanzo al cesto de la ropa sucia. Opto por un vestido un poco suelto y mis gomas me las coloco, me suelto el cabello, agarro mi bolso junto con mi teléfono. Veo por encima el mensaje que me envió mi madre y lo borro; no estoy haciendo nada malo, no merezco tal humillación, salgo de mi habitación.

Ignacio me sonríe y salimos de mi apartamento, hoy el día está nublado, no me sorprendería si llueve. Nos subimos al auto, al pasar por nuestra cafetería, me sorprendí, pensé que íbamos a parar aquí, él nota mi confusión.

—¡Hoy quiero que sea un día diferente, Violeta!

Llegamos a un parque muy bonito, nos bajamos y él abre la capota, saca una pequeña cesta, lo veo sin entender, toma mi mano y caminamos. Veo un árbol bastante grande y varias personas están sentadas a su alrededor. Buscamos un lugar, agarra una manta y la coloca, nos sentamos. Empieza a sacar frutas, jugo, panes rellenos con jamón y queso. Le sonrío, jamás nadie había hecho esto por mí ¿Por qué no le entregué mi corazón a Ignacio?”

—Gracias por este detalle, Ignacio.

—Te mereces mucho más, jamás lo olvides.

Entre risas, comenzamos a comer. Todo estaba delicioso, el postre fue una porción de torta de piña, me comentó que lo hizo su hermana. Tenía unas manos privilegiadas, ¡estaba riquísimo! Platicamos un poco. La tarde fue maravillosa, pero ya se tenía que ir a la empresa. Recogimos todo y volvimos al auto, nos subimos, fue a dejarme en mi apartamento.

Al llegar, me siento extraña, ¿Cómo me despido de él después del beso que nos dimos? Nota la batalla que tengo porque se me acerca y besa mi mejilla. Abro la puerta y salgo del auto, camino hasta el edificio, el conserje me saluda y me dice que tiene algo para mí. Al pasármelo, es un hermoso ramo de rosas rojas, están preciosas, me encuentro con una tarjeta, al leerla me quedo sin palabras.

“Lucharé por ti, te amo R”

Este hombre no se cansa de molestar, como no quería tirarlas a la basura, le dije al conserje que a cada vecino le diera una rosa, me sonríe y nos despedimos. Esas flores merecen que el dueño sea una persona honesta, no alguien tan descarado como Rodrigo, ese hombre no tiene vergüenza. Al llegar a mi apartamento estaba Talía con Marcos, se veían felices, al parecer, la cena estuvo mejor de lo que esperaba, los saludo.




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